Estas criptas donde reposan los restos de “los grandes hombres que en el mundo han sido” son buenos lugares para pensar en muchas cosas, entre ellas en una cuyo recuerdo es molesto: la muerte. En la iglesia de los capuchinos de Viena mirando sus 146 lujosos sarcófagos recordé una frase que han escrito en el cementerio de Tulcán, Ecuador. Y dice así: “Al fin de la partida el rey y el peón vuelven a la misma caja”. El escritor Joseph Roth escribió una novela titulada: “la cripta de los capuchinos”, sobre la decadencia del imperio austrohúngaro.
Sabemos que los reyes tienen unos nombres larguísimos. Por simple ociosidad y abusando de la paciencia de los lectores copio aquí los nombres de la emperatriz Zita y los títulos de su esposo el beato Carlos I. Se llamaba: Zita María delle Grazie Adelgonda Micaela Raffaela Gabriela Giuseppina Antonia Luisa Agnese.
Me imagino que a la emperatriz le decían Zita, porque si la llamaban por ejemplo Adelgonda, quizás no se enteraba de que el asunto era con ella. A propósito quiero contar aquí una anécdota divertida que me ocurrió en la selva. Hay un pueblo llamado Tomachipán en Guaviare, por donde pasa el alto río Inírida. Todos sus 300 habitantes tienen apodo y nadie se entera si lo llaman por su nombre de pila, tan arraigado está su sobrenombre. En ese tiempo yo escribía en la revista de Avianca en la que contaba mis viajes y mis artículos aparecían tanto en castellano como en inglés. En la crónica sobre Tomachipán yo destaqué unos 20 apodos, los más divertidos. El que traducía mis artículos al inglés tradujo los apodos. Los apodos (nickname en inglés) no se traducen. A una señora muy abundante y con senos muy pronunciados le dicen “la siete litros”. Pues bien, el traductor escribió la “Two gallons”. Más o menos esa es la correspondencia.
Volvamos a Austria. La lista de los títulos del marido de la emperatriz Zita es varias veces más larga: “Por la gracia de Dios emperador de Austria, Rey Apostólico de Hungría, cuarto de su nombre, Rey de Bohemia, Dalmacia, Croacia, Eslovenia y Galitzia, Lodomeria e Iliria; Rey de Jerusalén etc. Archiduque de Austria, Gran Duque de Toscana y Cracovia, Duque de Lorena y Salzburgo, de Estiria, Carintia, Carniola y Bucovina; Gran Príncipe de Transilvania; Margrave de Moravia; Duque de la Alta y de la Baja Silesia, de Módena, Parma, Piacenza y Guastalla, de Auschwitz y Zator, de Teschen, Friuli, Ragusa y Zara; Conde de Habsburgo y Tirol, de Kyburg, Gorizia y Gradisca; Príncipe de Trento y Brixen; Margrave de la Alta y la Baja Lusacia y de Istria; Conde de Hohenems, Feldkirch, Bregenz, Sonnenberg, etc. Señor de Trieste, de Cattaro y la marca Wendia; Gran Voivoda de Serbia, etc.”
Si los lectores tuvieron problema o pereza para leer tantos nombres raros, deben saber que más trabajo tuve yo copiándolos. Confieso, además, mi ignorancia porque de muchos de esos nombres no tenía la menor idea. Esto me sirvió para consultar y saber dónde quedan esas regiones, casi todas en los Balcanes y en Europa central. Me pregunto, además, qué significan esos etcéteras que hay en la larga lista, debe ser que la transcripción completa de los títulos del monarca es todavía más larga. Todas estas regiones de las cuales el emperador Carlos I era monarca, archiduque, Gran Príncipe, duque, conde, margrave, señor y Gran Voivoda (¡en mi vida había oído este nombre!) le hicieron la vida y el gobierno imposibles.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015