Donde se continúan algunas historias de cómo era la vida en España durante los últimos años de existencia del Generalísimo Franco. Otro de los episodios, muy mediático por cierto, de la desmitificación de Franco y de su entorno, que se vive por estos días, es el retiro de sus cenizas del Valle de los Caídos. En la Sierra de Madrid, bellísima cadena montañosa ubicada a unos 50 kilómetros de la capital, Franco hizo construir un gigantesco monumento en el cual se enterraron sin distingo de procedencia, miles de restos de los caídos en la Guerra Civil Española (1936-1939). Sin distingo de procedencia quiere decir que allí fueron sepultados los restos de los muertos de ambos bandos. Se trata de un gigantesco y bellísimo monumento en forma de iglesia de una sola nave y cuya cruz, que lo remata, se ve desde muchos kilómetros de distancia. Dicen que para que no opacara a la basílica de San Pedro del Vaticano en su longitud, una puerta interna lo hace aparecer más corto. El monumento llamado Santa Cruz del Valle de los Caídos se levanta en un recodo de la Sierra llamado Cuelgamuros.
Lo conozco muy bien porque lo visité muchas veces. Los Hermanos Maristas tenemos una casa de retiros y de convivencias muy cerca en la base de una montaña vecina llamada Abantos y todos los fines de semana durante seis meses, cuando yo hice un curso allí, subía corriendo a la montaña y llegaba hasta el Valle de los Caídos. Muy cerca también se encuentra el famoso Monasterio de El Escorial, mandado a construir por Felipe II, y que es considerado, por su diseño y dimensiones, como una de las maravillas arquitectónicas del mundo.
Aunque me salga del tema no resisto la tentación de contar dos anécdotas referentes al Escorial. Lo visité muchas veces, mi carnet de periodista de LA PATRIA me daba entrada libre. La verdad es que el Monasterio exige muchas visitas para conocerlo y admirarlo en toda su grandeza. Siendo España uno de los países más solicitados por el turismo mundial hasta el punto de ser este renglón de la economía su mayor fuente de ingresos, la riada de turistas que visitan El Escorial es multitudinaria. Hay otro factor positivo que se añade a este atractivo de El Escorial, su cercanía a Madrid. Los turistas que visitan por primera vez a España y cuya entrada obvia es Madrid, suelen detenerse unos días en la capital para conocerla y para hacer varios “tours” que se consideran claves y que están a “tiro de piedra”. Y son: Toledo, Segovia, Ávila, Salamanca y El Escorial. Se va y se vuelve en el día y si se dispone de vehículo propio se pueden enlazar dos destinos en un solo día.
Pues bien, en época de gran afluencia de turistas suelen agrupar a los visitantes del Monasterio por idiomas para asimismo asignarles los guías. Asistí a visitas guiadas para latinoamericanos de lengua española (lo digo así porque hay brasileños) y me colaba a visitas de otros idiomas y me percaté que a los latinoamericanos no nos decían que había una habitación, creo que es donde estuvo enfermo Felipe II, cuyo inodoro está decorado con “el primer oro de América”. Obviamente no nos hubiera gustado oír que nuestro oro iba a para a semejante lugar.
Y la otra anécdota dice que estando Felipe II muy enfermo en su habitación de El Escorial hacía esfuerzos para levantarse de la cama y los médicos le decían: Majestad, no haga ese esfuerzo que usted está delicado de salud, ¿qué necesita? (Continuará).
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