En mi crónica de hace una semana nos quedamos cruzando el Puente de las Cadenas. Abajo, en el río, se ven los alargados cruceros que hacen el viaje entre Budapest y Viena. Como toda obra grandiosa el Puente de las Cadenas no está exento de leyendas fantasiosas como la que sostiene que Marschalkó, el escultor que hizo las estatuas de los leones, se suicidó lanzándose al río porque le criticaron que no se ven las lenguas de los felinos. ¿La verdad? Sí se ven y el artista no se suicidó.
Crucé, pues, el puente. Estoy hablando de la primera entre muchas veces que lo hice. Al otro lado hay un jardín con varios monumentos a "hombres grandes que en Budapest han sido". En otras crónicas he hablado de mi gusto por admirar y fotografiar los monumentos que los pueblos hacen a sus grandes hombres. Ello habla muy bien de la cultura de los países y de su gente. Ya adelanté que los monumentos de Budapest se conservan limpios, sin los detestables grafitis. Estos monumentos de Budapest son verdaderamente monumentales (¡perdón!) porque casi todos descansan sobre grandes pedestales. Me ocurrió una cosa curiosa cuando estaba haciendo la fotografía a la estatua de Ferenc Deák levantada en la plaza Szchenyi. De esta plaza-jardín estoy hablando y se encuentra en la cabecera del Puente de las Cadenas en el sector de Pest.
Se me acercó una persona y me preguntó si yo sabía que Ferenc Deák fue un gran futbolista húngaro. Pensé que me estaba tomando del pelo, pues en la estatua no vi el balón por ninguna parte. Entonces en su celular me mostró que efectivamente fue un futbolista húngaro, el octavo máximo goleador de la historia con 576 goles a su favor. Y a renglón seguido me explicó que la estatua honra al que los húngaros llaman "el sabio de la patria".
Pero las cosas no terminaron allí. Me preguntó por qué fotografiaba monumentos y le di mi respuesta. Entonces me dijo que no encontraría el monumento a Mickey Hargitay simplemente porque no existía. Le dije que no tenía idea de quién era el tal Hargitay. Según él merecía un monumento porque fue un húngaro Míster Universo en 1955 y como tal amigo de Schwarzenegger que también fue Míster Universo y como si fuera poco, siguió diciendo mi interlocutor, esposo de Jane Mansfield. Con la sex-symbol sí conecté mis conocimientos. El hombre se despidió muy amablemente y yo le agradecí. Después averigüé que el hombre de la estatua fue un noble y político húngaro que en 1867 fue firmante del Compromiso austro-húngaro por el cual se creaba la monarquía austrohúngara y Francisco José era reconocido como Rey Apostólico de Hungría.
Pero volvamos al tal Hargitay. Simplemente quiero relatar una anécdota que recuerdo perfectamente en mis escasos conocimientos de cine. Homenajeaban a Sofía Loren en Hollywood y trajeron a la mesa donde ella estaba a Jane Mansfield que estaba tremendamente escotada y exhibía sus poderosos senos. La fotografía que se ha hecho célebre muestra la cara de la Loren, que mira a la Mansfield y sus senos con rabia y perplejidad. Recordando la escena, siempre ha dicho la divina Sofía: temía que los senos de la Jane cayeran en mi plato. Esta figura "literaria" se llama celos.
En el centro de la plaza Szchenyi han erigido un monumento al conde Joszef Eötvös que fue reformador de la educación pública y cuyo hijo, Lorand, fue uno de los estudiosos de las leyes de la gravedad de la Tierra. Pero, todavía hay más monumentos.
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