Publiqué recientemente, con motivo de los 100 años de LA PATRIA, mi agradecimiento al recordado doctor José Restrepo porque gracias a su intervención no me deportaron de España cuando publiqué una nota graciosa sobre el “Generalísimo Francisco Franco Bahamonte, Caudillo de España por la gracia de Dios”, como lo llamaban. Varios amigos y lectores fieles me llamaron para pedirme que contara de nuevo “el chiste” que ocasionó mi casi deportación de España y que de paso contara cómo era la vida bajo la dictadura de Franco. Accedo a ambas cosas, interrumpiendo momentáneamente mi serie sobre los Llanos Orientales. Advierto que al narrar cómo se vivía en España en esa época de dictadura lo hago con respeto a lectores que quizás sean admiradores del Generalísimo Franco y que, para ello, están en todo su derecho. Debo decir que me tocó vivir en una época apasionante de la historia reciente de España: los últimos años del Caudillo, su muerte y el advenimiento de la democracia. Y digo que apasionante porque era el final de un gobierno que duró 40 años y bajo el cual, como se decía “todo estaba atado”, refiriéndose especialmente a la sucesión del Caudillo.
Pues bien, la historia del comentario que casi propició mi expulsión de España que hubiera interrumpido los estudios de doctorado en filología y literatura que yo adelantaba en la Universidad Complutense de Madrid, la equivalente a nuestra Universidad Nacional, es esta: “In illo témpore”, hablo de la década de los setenta del siglo pasado, todas las noches en el Telediario, como llaman en España al noticiero, aparecía al final Mariano Medina, apodado “el hombre del tiempo” y daba su reporte sobre el clima para el día siguiente. En general sus pronósticos eran acertados a diferencia de lo que ocurre entre nosotros. Los encargados del clima en Colombia nos vienen diciendo hace días que en la zona central del país, especialmente en Bogotá, ya se terminó el invierno, a diferencia de la Amazonia, la Orinoquia y el noroccidente donde las lluvias continuarán todavía. La verdad, eso no se ha visto y los que vivimos en Bogotá, no de ahora sino de siempre, gozamos diciendo que cuando anuncian buen tiempo es hora de sacar el paraguas. Una de las razones, dicen, por lo que es más difícil acertar en cuestiones de tiempo entre nosotros, es porque somos un país tropical muy húmedo.
Por lo demás con solo mirar los infogramas que aparecen en la televisión europea ya la gente sabe el comportamiento del clima. Las curvas isobaras indican las altas y las bajas presiones que son fundamentales para predecir el tiempo. En España el mal tiempo entra por lo general por el Cantábrico o sea por el noroeste. Entre nosotros el mal tiempo viene del Brasil. En su parte rutinario del clima Mariano Medina dijo textualmente en el telediario de la noche: ”Un fresco general procedente del noroeste y con tendencia a desaparecer reina sobre toda la Península”. Este fue el parte meteorológico, escueto, exacto y sin ninguna pretensión diferente a la climática. Mariano Medina era un hombre serio y no iba a propiciar su expulsión del noticiero. Pero el parte meteorológico se prestaba como “pedrada en ojo tuerto” para implicaciones políticas por parte de los enemigos del régimen que a esas alturas eran muchos. Un fresco general significa un viento frío generalizado, sí. Pero fresco significa en España lo que aquí decimos un conchudo y allá un caradura. Un fresco general sonaba precisamente para el general Franco. Procedente del noroeste o sea de Galicia, Franco era gallego. Se me acabó el espacio. Continuaremos.
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