Muerto el Caudillo en 1975 es como si se hubieran abierto las compuertas y acabado la censura. Inmediatamente los puestos callejeros de prensa se llenaron de revistas que exhibían desnudos totales y escenas impensables en portada. Esto, como era lógico, duró un tiempo pasado el cual “las aguas” volvieron a su cauce normal. Las multitudinarias manifestaciones y desfiles del orgullo gay que se llevan a cabo en la primera semana de julio en todo el mundo hubieran sido impensables en España en época de Franco. Se dice que estas fiestas en Madrid son las más multitudinarias del mundo y que vienen de todos los países de Europa. En España hoy el colectivo LGBTI se pasea tranquilamente por las calles y se manifiesta su cariño sin problema y hay un barrio, La Chueca, especialmente habitado por ellos. Todo esto está bien.
Yo también hice mi viaje a la frontera con Francia, pero no a ver la película que además ya no estaba en cartelera. Esto fue mucho tiempo después, en el año 1988. Yo quería visitar dos ciudades importantes en mis aficiones literarias: Colliure y un poco más lejos Sète, así con la tilde al revés. Esta última ciudad por ser la patria chica de uno de mis pensadores favoritos, Paul Valéry, no confundir con Valéry Larbaud. Paul escribió el poema “Cementerio Marino”, que muchos franceses en su conocido chauvinismo dicen que es el más bello poema de la literatura universal. Muy bello sí es. Allí visité el cementerio situado a orilla del Mediterráneo, “la mer toujours recomencée”, el mar siempre recomenzado, como Paul lo llama en el poema. (En francés mar es femenino, es la vida). Me gustaría en otra ocasión dedicar uno o dos artículos a esta visita si es que ya no lo hice. No lo recuerdo. Quizás algún lector me ayude a refrescar la memoria.
Y el otro pueblo es Colliure. Allí viajé a visitar la tumba de uno de mis poetas preferidos, Antonio Machado, que fue el más joven representante de la Generación del 98 en España. Nació en Sevilla en 1875 y murió el 22 de febrero de 1936, el mismo año que comenzó la Guerra Civil Española. Era republicano y debió huir de la persecución franquista. Me postré reverente en su tumba que comparte con su madre, Ana Ruiz. Quién no conoce su bellísimo poema: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, citado en miles de contextos que van desde literarios, hasta políticos pasando por sociales, religiosos y artísticos. Joan Manuel Serrat le dio triunfal entrada al universo musical con su prodigiosa voz y carisma.
Amo la poesía de Machado. (Tuvo un hermano que también fue poeta, Manuel). Antonio canta a los campos de Castilla tendidos bajo el sol, a los caminos sombreados por los chopos, a los campesinos que recogen las mieses…Y los canta y acaricia con su palabra que sabe a sudor, a tierra, a cosechas y a ilusiones. Muchos de sus poemas hablan de caminos y de campos. “Yo voy soñando caminos”, “Caminante no hay camino”, “Campos de Soria”, “Campos de Castilla”… inolvidable su verso tan elemental y bello como desgarrado: “Tierras pobres, tierras tristes, tan tristes que tienen alma”.
Quizás me gusten tanto los poemas de Antonio porque he sido y soy un hombre de caminos y tres de mis libros llevan por título: “Mis pies olorosos a caminos”, “Cartas del camino” y
“Caminando Colombia” (publicado también en inglés, Tre
king Colombia), libro de lujo con el que gané en Estados Unidos un premio como el mejor libro de fotografías. Tiene el sello del manizaleño Villegas-editores. Seguí por Cataluña la ruta del destierro de Machado.
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