Te invito a que te preguntes cómo sería la política colombiana dentro de 7, 15 o 20 años, ¿te llega a la mente un panorama sombrío, apocalíptico y sin esperanza? O, al contrario, ¿un panorama más justo, democrático y transparente? Pues yo hice la tarea y me arrojó también una reflexión: cuando te proyectas, por ejemplo, en tu campo profesional, de manera simultánea recreas ese lugar al que aspiras estar y empiezas a trazar un ruta para llegar a él… bueno, así también funciona el escenario político – objetivos, rutas y estrategias- pero la diferencia radica en que la política es un ejercicio colectivo y no todos están en él, así sus resultados incidan, inherentemente, en cada uno de nosotros; por lo tanto, el escenario en el que aspiremos estar dependerá, sin duda, de la forma en la que contribuimos de manera consciente o inconsciente desde ahora.
Lo que hacemos, lo que decimos, como influimos en otros etc., determinará el futuro de la política. Porque en los diferentes niveles y espacios de incidencia nos comportamos como agentes políticos, sepamos reconocerlo o no; la familia, la comunidad o el trabajo son una representación a escala de la dinámica política, la cual está asociada a la continua toma de decisiones para fines comunes u otras formas de relaciones de poder.
En el marco del plan de recuperación mundial del Foro Económico Mundial se crea la iniciativa Davos Lab Futuro de la Política, desde el cual Global Shapers Manizales, Pereira Hub y Montreal Hub recopilaron varias voces con el objetivo de responder ¿cuál es el mayor reto del futuro de la política de Colombia?:
El mayor reto del futuro de la política consiste entonces, en dejar de aspirar a que seamos un país homogéneo y construir acuerdos desde lo fundamental y desde la diferencia, incluso sin afinidad política. Este es un gran reto porque supone uno mayor e individual: No delegarle la política a nadie.
Y una de las grandes reflexiones es que el sistema político falla, porque no tiene un compromiso con la verdad, porque es sectario y le ha dejado un papel reivindicativo y no participativo a la diversidad y pluralidad social, pero creo que esto también ocurre porque no queremos ser parte del proceso.
Desde otra perspectiva y respondiendo a este reto, creo que son necesarios también los nuevos liderazgos, cuidando de no arrastrar las viejas formas de hacer política. No es suficiente tener jóvenes ocupando cargos de poder o tener más mujeres en la política como promesa de cambio; será necesario que transformemos el sistema político desde adentro a partir de la sociedad que imaginamos, y desde nosotros mismos, promulgando los valores en la forma en que nos mostramos y somos todos los días, como también, hay que ser capaces de poner los intereses personales a un lado y empezar a construir desde la empatía a las necesidades de los otros en un ejercicio colectivo que nos integre y nos comprometa.
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