Quienes acumulamos 16 o más años bisiestos, recordamos la selección masculina de baloncesto de Óxfaro Bustamante, Javier Giraldo Neira, Mario Jiménez, Mario Vergara, Óscar Ocampo, Gabriel Salazar y ‘Mecato’ Aristizábal. Y la femenina de Susana Castellanos, María Luisa Ospina, Hasblade Gallo, Lelia María Pava y Liliana Arbeláez. La rivalidad entre los colegios de Cristo y de Nuestra Señora, sin barras bravas ni fronteras invisibles. El orgullo cuando Hernán Buriticá fue árbitro en un campeonato mundial. Los vibrantes partidos en el Coliseo Cubierto indicaban que Caldas era potencia deportiva en los 1960.
Quienes solo han ‘bisiesteado’ la mitad, recuerdan a Caldas campeón de la Copa Sprite 1989, semiprofesional, y cuando Los Sabios ganaron la Copa Costeñita 2000, profesional. Otra época de grandeza. Y desde entonces hasta hoy, “humo en los ojos”…
El reportaje “El baloncesto caldense está en nada”, publicado por LA PATRIA el pasado 19, explica la causa del desplome: la liga no tiene comité ejecutivo, ni reconocimiento; las oficinas están en manos de un extécnico y exdirigente. Consecuencia: ausencia de cuatro ediciones consecutivas de los Juegos Nacionales.
La situación tocó fondo con la impugnación de la asamblea para elegir directivos en 2018. En el Ministerio del Deporte delegan en la Federación Colombiana de Baloncesto, los clubes y la Secretaría Departamental del ramo la potestad para salir del atolladero, pero nadie se mueve. Jorge Armando García, presidente de la federación, pareció justificarse atribuyendo todo a “diferencias e intereses personales”. ¡Descubrió humedad en el agua!
Aun sin conocer a los protagonistas de esta feria de la ineptitud, ni saber si son simples trepadores o magísteres con Los Trotamundos de Harlem, algunos parecen impulsados por la ambición de mandar sin trabajar y farolear. Triste es decirlo, pero esta pelotera es apenas el más reciente episodio de la saga de éxitos que la incapacidad tornó efímeros: los cables aéreos, el turismo, el Once Caldas, deportistas sin consolidar, promesas malogradas…
Hay algo en la genética del manizaleño que lo confina en el limbo de lo que pudo ser, pero no fue. Se encandila con el primer buen resultado y menosprecia el proceso. Llega, pero no se sostiene. Por eso, aquí se vive de nostalgias.
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La otra pandemia: hace tres semanas, el sacerdote estadounidense Richard Bucci justificó una práctica común en su gremio y considerada universalmente como un delito, para condenar otra, sobre la cual hay legislaciones dispares: “La pedofilia no ha matado a nadie, pero el aborto sí”, dijo. ¿No cuentan los suicidios de jóvenes que no pudieron superar la violación de un cura?
La prensa recordó otros exabruptos de igual o peor calibre. Este columnista reproduce los más estremecedores, para reafirmar que el derrumbe moral de la Iglesia Católica no lo ataja nada:
- En 2019, el presbítero chileno Tito Rivera fue demandado por abuso sexual. Con cinismo dijo que su demandante “parece gozar con las fantasías sexuales que relata”. Dejó entrever que quizás no eran tan fantásticas, porque “he tenido algunas conductas homosexuales, sí, pero no me reconozco como un homosexual”. ¿Solo “se le moja la canoa”? Inauguró el sacramento de la autopenitencia, absolviéndose, porque “el 50% de sacerdotes chilenos son homosexuales”. ¿¡Uchi pa’juera con todos los (sa)cerdotes! quiso decir?
- En 2017 el ambiguamente firme Francisco aseguró que violar a menores “es una enfermedad”, si el autor es clérigo. Delito si es un laico. Algunos de los pobres curitas solo repiten abusos cometidos con ellos, explicó. No dijo si durante la infancia o en el seminario…
- En 2016, el arzobispo de Lima Juan Carlos Cipriani afirmó que las niñas son violadas porque “provocan” a los violadores: “La mujer se pone como escaparate”. Teoría de la culpa de la víctima…
- Poco original: Bernardo Álvarez obispo de Tenerife, España, había ido más lejos en 2007, cuando dijo que algunos menores desean el abuso, “e incluso te provocan”. Agregó: “Si te descuidas, te provocan”. La carne del monseñor es débil.
- Sin fecha, el arzobispo belga André-Joseph Leonard afirmó en un libro que el sida es “un acto de justicia”.
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A propósito, mañana será el Día Mundial de las Enfermedades Raras. Como van las cosas, el coronavirus es común. También la pederastia sacerdotal. ¿Llegará a ser requisito de admisión en el seminario?
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