La orden de la embajadora de Colombia en Italia, Gloria Isabel Ramírez, fue clara: no apoyarían a los organizadores del festival Literatura en Atenas (LEA) porque los escritores o participantes colombianos invitados están “fuera de la línea de pertinencia”. O sea, críticos al actual Gobierno. La directriz, incluso, prohíbe que particulares, como el griego Michalis Skoufalos, aporten de su propio dinero para financiar las invitaciones a los participantes.
LEA, como lo registraron los medios El Espectador y La Línea del Medio, es uno de los eventos culturales más importantes en Grecia y una de las principales vitrinas en Europa de artistas y literatos iberoamericanos.
Esta “línea de pertinencia” a la que hace referencia la embajadora Ramírez, y que gusta tanto al Centro Democrático (CD), es la que trazó Joseph Goebbles, en 1933, desde el Reichsministerium für Volksaufklärung und Propaganda. A través de este ministerio, los nazis usaron la propaganda para exacerbar el nacionalismo radical y la intolerancia, crear enemigos externos (los países que firmaron el Tratado de Versalles, en 1919, y que puso fin a la Gran Guerra) e internos (los judíos).
Hoy se sienten esos ecos en la oposición al Acuerdo de Paz con las Farc, en esa búsqueda de conflictos con Venezuela y achacarle nuestros males, y a la difamación de la izquierda y todo lo que sea contrario a los intereses y deseos del expresidente Álvaro Uribe. Un líder tóxico que es adorado por personajes que, usando símbolos regionales y nacionales como el sombrero aguadeño, el carriel y la camiseta de la Selección Colombia, rasgan con sus puñales la bandera del orgullo gay. También gritan “¡plomo es lo que viene!” y “¡te pelamos!” a los que apoyan la paz que firmó el presidente Juan Manuel Santos.
Pero volvamos a la embajadora en Italia… Gloria Isabel Ramírez olvida que no apoyar este festival es ir en contra de uno de los “pilares” del presidente Iván Duque: la Economía Naranja. Aquella que, según el mandatario, genera riqueza a partir de la propiedad intelectual como materia prima y agrupa las industrias creativas y culturales relacionadas con las artes en general, el turismo y el desarrollo de nuevas tecnologías.
Si su decisión fue autónoma, el canciller Carlos Holmes Trujillo debería manifestarse, al igual que la ministra de Cultura, Carmen Vásquez. Pero su silencio, por ahora, corrobora que esa “línea de pertinencia” recorre la columna vertebral de este Gobierno. La Economía Naranja solo beneficiará a quienes no cuestionen, critiquen o se opongan a este presidente pusilánime.
Comenzando por la literatura. Viendo el calibre de personajes del CD, los escritores la tienen bien difícil. No olvidemos que la senadora María Fernanda Cabal deseó que nuestro premio Nobel de literatura, Gabriel García Márquez, ardiera en el infierno después de muerto (https://bit.ly/2LRT6MS).
Este año LEA tendría como invitado colombiano a José Fernando Rubio, experto en historia y lingüística, pues el eje central del festival fueron las lenguas indígenas. Siendo Colombia un país con unas 80 lenguas (según datos de Ethnnologue), era pertinente la visita del profesor de la Universidad Externado de Colombia. Pero las “líneas de pertinencia” no comulgan con la diversidad. Ya en los tiempos de Uribe quisieron hacer homogéneos hasta los quesos (https://bit.ly/2YODHQV); este Ubérrimo renacer, no será diferente.
Bienaventurados entonces los panfletarios uribistas, los obtusos, los propagandistas y los retrógrados que se acogerán al manual de Naranjito. Sí, Naranjito, porque el presidente Duque es igual a la mascota del Mundial de España 82: una naranja mofletuda que carga un balón de fútbol bajo el brazo. Para los demás actores de la cultura, la crítica, la tolerancia, las narrativas diferentes y la diversidad… naranjas.
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