¿Vieron el video del concejal del Centro Democrático, Santiago Jaramillo, que esta semana se despachó en una desquiciada perorata sin sentido en medio de una sesión del Concejo de Medellín? ¿Lo vieron gritar, insultar, difamar, retar, abocar por el regionalismo, atacar e incluso contar cómo cepilla dos veces al día a su mascota?
Fue tan desconcertante la intervención de este personaje, que sus compañeros del Concejo le solicitaron una revisión médica y psiquiátrica. Hasta el Centro Democrático ofreció disculpas por el actuar de su representante. Y eso que este partido ya debería estar curtido en salidas desafortunadas y alegatos de orate gracias a Paloma Valencia, María Fernanda Cabal y el mismísimo Álvaro Uribe.
Lo anterior, sin embargo, es solo un reflejo de lo patética que es la política nacional. Una donde los concejos son manicomios, las asambleas son antros para pagar favores y el congreso una ratonera.
El jueves, no más, se entregó a las autoridades el senador Musa Besaile, investigado por parapolítica y el cartel de la hemofilia, y solicitado a indagatoria por los delitos de cohecho y peculado. Mejor dicho, por corromper a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, que al parecer ya venían siendo corrompidos por fiscales amigos, con tal de que no lo llevaran preso. En un país decente, a este personaje le cerrarían todas las puertas y posibilidades para acrecentar su poder, pero en Córdoba -su región- ya recogen su sucia herencia política y hacen campaña. Con descaro, allegados y colaboradores de Besaile en Montería hablan de que las próximas campañas al congreso serán “éticas” y “transparentes”.
Pero que solo fuera Besaile… Ahí están sus marrulleros colegas del Congreso poniendo talanqueras a la paz, única cosa rescatable del gobierno de Juan Manuel Santos. Son tan obtusos, que no son capaces de aceptar que es mejor tener a los exguerrilleros como políticos que echando plomo en el monte. Persisten en revivir fantasmas de ideologías comunistas que ya ni en las mismas Farc existen.
La rapiña es tal, que de manera descarada los líderes de algunos partidos se declaran “independientes” al irse por firmas, con la única intención de pescar incautos que les sumen votos. No hay que dejarse engañar, son lo mismo. Germán Vargas Lleras, por ejemplo, sigue siendo la cabeza de Cambio Radical; ese partido que según el portal Verdad Abierta tiene 349 miembros de sus filas sancionados, 41 destituidos, 19 congresistas condenados por parapolítica, once alcaldes investigados por presuntos hechos de corrupción y ocho gobernadores investigados y condenados.
Allá no reciben hojas de vida sino prontuarios, pero así y todo aseguran que “no negociamos nuestros principios”, sobre todo a la hora de votar la Justicia Especial para la Paz (JEP). Un chantaje que busca ablandar al gobierno de Juan Manuel Santos, buscar alianzas con otros partidos menos desprestigiados y fortalecerse para las próximas elecciones. La paz, en realidad, no les importa.
Es de vesánicos avalar a unos políticos que dicen buscar lo mejor para un país, pero no están dispuestos a hacer todo lo posible para que este encuentre la paz. Más loco apoyarlos porque prefieren ver a los guerrilleros de nuevo en el monte echando plomo que debatiendo ideas en el Congreso. Pero ahí van en sus campañas, repartiendo puestos y coscorrones, y escupiendo sandeces cual concejal paisa desencajado.
Si no somos capaces de atajar a estos cínicos, a estos dementes, al menos, por favor, tenemos que dejar de decirles “honorables”.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015