El 2019 también pinta como un buen año para la Industria Licorera de Caldas (ILC). Del 2016 a hoy, esta empresa de los caldenses creció y el año pasado tuvo utilidades de $50 mil 409 millones, 25% más que en 2017. Además, este año se espera que sus productos se distribuyan en 38 países, logro del actual gerente Luis Roberto Rivas y su equipo.
Este crecimiento sostenido comienza, curiosamente, en 2015, un año malo para la empresa y el mismo en que capturaron y deportaron desde Panamá a Carlos Arturo Fehó, gerente de la ILC y condenado por los delitos de interés indebido en celebración de contratos y falsedad ideológica en documento público. Actos que ocurrieron en 2008 y que fueron en contra de los intereses de la empresa para favorecer a un tercero, en este caso la distribuidora de licores Sultana del Valle.
Fehó modificó el Manual de Contratación de la ILC y, al hacerlo, benefició a algunos de sus amigos y socios. Otros involucrados en el caso, como Jorge Hernán Velásquez Yepes, Darío Serna Uchima, Álvaro Montoya Salazar y Henry Fonseca Cruz quedaron libres. No porque un juez los haya encontrado inocentes, sino porque el caso precluyó en 2017 en un ejemplo más de la lentitud de nuestro sistema judicial.
Un chicharrón que salpicó al actual alcalde de Manizales, José Octavio Cardona León, quien entonces era concejal; y al hoy congresista Mario Castaño, quien fue gerente de gestión financiera de la ILC. Y que se dio bajo el marco del gobierno regional de Mario Aristizábal Muñoz, un finquero transformado en Gobernador y cuya ineptitud para el cargo lo llevó a ser destituido e inhabilitado para ejercer cargos públicos por diez años, por los líos del chance.
Hago este recuento porque, ahora que la ILC repunta financieramente, se construye un andamiaje para hacerse a la joya corona del departamento. Uno muy similar al que se levantó hace una década y que, para algunos, se constituyó en el “segundo gran robo a Caldas”, pero que se vino abajo por las denuncias y la falta de fichas estratégicas.
El de ahora parece más elaborado y cuenta con más financiación y poder.
Si las cosas salen como las esperan, tras las elecciones de octubre Manizales tendría a Jorge Hernán Mesa como alcalde. Un oportunista cuya lealtad política está con quien más oportunidades le dé. En este caso el senador liberal Mario Castaño.
El pacoreño Castaño pasó de ser un desconocido que manejaba los contratos de licores de la ILC durante la gerencia de Fehó, a ser un acaudalado político denunciado por ausentismo. Un tipo sin ideales partidistas y cuya hambre de poder no tiene límite a la hora de hacer alianzas.
En la gobernación estaría Camilo Gaviria, delfín de Adriana Gutiérrez y otro monigote del Centro Democrático. Un tipo sin experiencia en política y que, al igual que Aristizábal Muñoz, saltaría de las fincas al Palacio Amarillo. Además, apoyado por Castaño.
Y, jugando al futurólogo, quien pasaría a la gerencia la ILC sería el saliente alcalde de Manizales, José Octavio Cardona León. Amigo de Castaño y que en 2002 trabajó en esta empresa departamental antes de dedicarse a la política.
Entonces sería un gobernador inexperto, un alcalde aliado y un gerente amigo. Todos conectados por el mismo senador. El objetivo: la Licorera y su boyante presente. Espero equivocarme pero, como pintan las cosas, esto parece que pasará de Castaño oscuro.
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