Hace quince días, en una columna como esta, planteamos la urgente necesidad y el reto que existe para las administraciones locales (alcaldes y gobernadores) que llegarán a gobernar el próximo año, reformar la visión de sus empresas y equipos descentralizados con una vocación volcada a los resultados y la despolitización.
Particularmente se planteó la importancia que tiene para las regiones generar esquemas de banca de inversión y estructuración de proyectos que rompan el ciclo de la pobreza y permitan de manera organizada ir alcanzando metas sobre presupuestos reales, basados en alianzas con el Gobierno nacional, cooperación internacional y el sector privado. Esta situación solo podrá ser efectiva si se cambia el modelo de estructuración de proyectos. Tema sobre el cual quisiera profundizar en esta oportunidad.
Una de las grandes frustraciones que existen en el mundo de la infraestructura social del país es la falta de proyectos estructurados técnicamente. Existen iniciativas y presentaciones en power point en los escritorios de todos los alcaldes y gobernadores del país, sin embargo su falta de estructuración técnica y análisis serio las hacen inviables para ser ejecutadas con recursos de terceros interesados.
El segundo gran problema que se presenta todos los días es aún peor, en los casos que hay proyectos estructurados, pero los mismos son tan mal planteados que una vez iniciados tienen que suspenderse, reformularse o en la mayoría de las oportunidades adicionarse para poder ser terminados en condiciones de funcionabilidad.
Las causas son muchas, pero principalmente la falta de capacidad institucional de las Alcaldías y Gobernaciones en la estructuración de sus proyectos, o simplemente la delegación a un segundo plano de este tema a la hora de definir prioridades.
Esto se traduce irremediablemente en informalidad, acuerdos políticos alejados de la transparencia, compromisos de ejecución de obras a cambio de dinero o votos etc. Es decir, una cantidad de intereses creados sobre el contrato, pero nadie pensando en el proyecto realmente.
Estructurar bien supone muchas cosas. 1. Una buena planeación que permita hacer lo que realmente se requiere con los recursos que se tienen, es decir, supone foco y una discusión abierta entre los interesados. 2. Asegurar una coordinada financiación, articulando intereses, participantes, posibles fuentes etc. 3. Aumentar las posibilidades de tener una ejecución tranquila y sin sorpresas, previendo los riesgos y adelantándose a sus soluciones y, finalmente y tal vez una de las cosas más importantes, asegurar la sostenibilidad y administración de la obra en el tiempo.
Para lograr esto hay que formar un equipo técnico solvente, con visión y capacidad de ejecución. Desde mi punto de vista este debería ser el principal espíritu de los Infis, estructurar buenos proyectos y operar como banca de inversión.
Ese no es el espacio para las cuotas políticas, es el espacio para definir el norte, el futuro de la infraestructura de los departamentos.
Claramente la cultura del proyecto no es trampolín político de nadie, suena soso y pesado a la hora de estar en campaña política, sin embargo, vale la pena que aquellos que estén pensando en liderar el departamento lo incluyan en su agenda.
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