La corrupción de la administración, de los jefes, de las instituciones, fue uno de los argumentos principales de las campañas políticas a lo largo y ancho del país. No importando el partido o si el candidato o su grupo político estuviera envuelto en escándalos por este flagelo, la promesa de ahora sí, cambiar la manera de administrar fue una de las posturas más fuertes de todos los candidatos.
Sin embargo, más allá de anunciar que la corrupción se combatirá de frente y sin dudarlo, no existen propuestas concretas y compromisos sólidos que permitan pensar que esto será realmente un principio rector de la administración.
Vale la pena resaltar algunas medidas y conductas que permitan a los ahora gobernantes apartarse de la calentura populista de los discursos y de manera mesurada evaluar acciones que se podrían implementar con el fin que la transparencia y legalidad sean el faro de toda decisión administrativa.
1. Gobierno corporativo y profesional. Como principio de todas las cosas, la administración pública es una actividad humana y por lo tanto uno de los grandes anhelos de los electores es ver equipos de trabajo conformados por la mejor gente, no solo por su representatividad, criterio técnico y profesional, sino por su visión y compromiso con lo que es de todos.
Es en este punto que se demuestra la independencia que tanto pregonaron en cuanto discurso pronunciaron. No se trata de llenar el ejercicio público de tecnócratas o de personas que no tengan sensibilidad política (eso no da buenos resultados). Se trata de generar gabinetes con gente buena, profesional y pulcra, que represente los mejores valores de cada rincón del departamento, no colores y casas políticas que bien enfermas están hoy en día. Los elegimos para que decidan con independencia, no elegimos a un comité de políticos hambrientos de poder.
Las gerencias de las entidades descentralizadas deben responder a estos criterios, sus juntas directivas y asesores deberán fortalecerse con personas que tengan conocimiento técnico y una hoja de vida profesional que permita confiarles la administración de nuestras empresas.
El gabinete y entidades descentralizadas no tienen como propósito montar los próximos congresistas de la región. Sin embargo, si lo hacen bien seguramente el electorado sabrá apreciar la gestión en las urnas. Esa es la diferencia entre un gerente y un politiquero.
El gobierno corporativo con participación del sector privado permite no solo impulsar y consolidar las empresas, también las protege de las coyunturas políticas y les brindan un grado de transparencia adicional a la gestión de lo público.
2. Corte de cuentas, publicidad y entrega de información en tiempo real. Todas las áreas de la administración deben realizar un corte de cuentas periódico y abierto con la comunidad, la información de contratación, convocatorias públicas y seguimiento de proyectos debe ser en tiempo real y de acceso a los ciudadanos interesados.
No más a las rendiciones de cuentas con discursos amañados, preguntas dirigidas, y a los informes semestrales en los que salen unas cifras de contratación cuando ya nada se puede hacer. La información debe servir para fomentar la competencia, pluralidad y la idoneidad de los proponentes o para corregir el rumbo de alguna acción cuando así se requiera.
3. Pliegos tipo y reglas claras: Una de las prácticas que más confunde es la contratación atomizada por miles de entidades, secretarías etc; cada una con reglas diferentes y requisitos inentendibles. Esta práctica es, tal vez, la mata de la corrupción, amiguismo e ineficiencia de los proyectos.
La creación de un esquema para centralizar la información contractual y la definición de pliegos tipo acabará con los contratos con licitaciones amarradas. Permitirá adicionalmente que las empresas sepan desde el inicio que tipo de requisitos se necesitan para participar y a través de mecanismos aleatorios y públicos de adjudicación los mejores contratistas puedan competir de manera abierta y transparente.
Es la hora de pasar del discurso a la práctica, hoy estamos viendo como prometer y no cumplir tiene consecuencias claras. La lucha contra la corrupción es tal vez la promesa más sensible, esperamos que la cumplan para bien de todos.
Finalmente, permítanme sugerir algo, la gobernabilidad, la da la buena gestión, los resultados, el diálogo transparente y cercano. No es fruto de la repartición burocrática ni la mermelada. No hay político que pueda luchar contra un buen líder si hace las cosas bien. Para hacer las cosas bien hay que tener buenos equipos. Eso es cambiar la manera de hacer las cosas. No se gobierna para un grupo que ganó en campaña, se gobierna para todos.
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