Un profesor (Juan Carlos Marín de la Universidad de Manizales) me enseñó un día en el pregrado que la planificación, o planeación, se refiere al cálculo que precede y preside la acción, seguramente citando el economista chileno Carlos Matus (1931-1998), quien evolucionó el concepto de la planeación tradicional a la planeación estratégica.
Uno de los grandes retos de la administración pública es gestionar desde una gerencia ejecutiva los asuntos concernientes a un territorio donde habitan un número de personas y se piensa sociedad desde intereses comunes, con prioridades de corto plazo en la sombrilla de un plan de desarrollo, pero intentando integrar proyectos, programas e iniciativas con impacto de mediano y largo plazo. Cuando se analizan las grandes estrategias de inversión pública se evidencia este fenómeno: decisiones tomadas en el corto plazo que tienen un efecto en el tiempo. En muchas ocasiones, las medidas tomadas no involucran una mirada dinámica de dicha sociedad que es objeto de afectación de las acciones emprendidas, y si se tiene en cuenta, lo más generalizado es la poca socialización de esta información con la misma población.
Por ejemplo, entender que Manizales tenía una población de 311.857 personas en 1985, para el 2020 cuenta con 446.160 habitantes y hacia el 2035 se proyecta una población de 509.028 personas, es decir, se tendrán 62.868 personas adicionales, mostrando una tasa de crecimiento anual con tendencia descendente por debajo de 1%, ratificando un estado avanzado de transición demográfica y envejecimiento, que en los próximos 15 años la población de 65 y más años pasará de representar el 13,4% al 20,7%, es decir, que dentro de 3 administraciones municipales aproximadamente se tendrá una nueva realidad demográfica en Manizales, donde por cada 100 personas cerca de 21 serán adultos mayores, para un total de 105.539 personas en condición de vejez. Del mismo modo, la población menor a 15 años pasará del 31,8% de la población actual a menos del 15% hacia 2035.
De este modo, existe una necesidad primordial que las decisiones públicas de hoy se tomen con información técnica y objetiva, pensando en la sociedad del mañana, siendo la única manera de planear en prospectiva desde el corto plazo hacia el mediano y largo plazo. Esta información debería socializarse antes de tomar cualquier decisión, ya que es el único manto que protege de grandes críticas de improvisación a los mandatarios temporales de un territorio. Una buena reflexión de planeación para los gobernantes sería plantearse las necesidades reales de bienes, servicios e infraestructura pública que necesitará una población donde el sujeto tomador de decisiones de hoy será un ciudadano más de la colectividad del mañana, en una mirada de cambio de las sociedades.
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