El DANE publicó hace poco las cifras de Producto Interno Bruto para el primer trimestre de 2019, donde la economía colombiana se expandió a una tasa del 2,8%, crecimiento por debajo de las expectativas, que pone de manifiesto que la dinámica macroeconómica no se encuentra en su mejor momento y el país muestra rezagos de sectores pesados que logren apalancar dicho crecimiento. ¿Qué nos deja este primer trimestre de 2019?
Por el lado de la producción, lo más destacable es que todos los sectores, a excepción de construcción, reflejaron crecimientos positivos, algunos sobresalientes, como fueron actividades financieras (5,5%), minas y canteras (5,3%) y comercio (4%). Estos resultados estuvieron asociados al repunte de los precios internacionales del petróleo, la absorción por parte de los consumidores de los nuevos impuestos y la recuperación de los estados de resultados del sector bancario, luego de problemáticas de cierres financieros asociados a casos de corrupción en proyectos de infraestructura de transporte (Odebrecht) y de cartera comercial. Sin embargo, otros sectores crecieron de forma modesta como agricultura (1,4%) e industria (2,9%), y el único con resultados negativos: construcción (-5,6%), especialmente arrastrado por la caída en construcción de edificaciones residenciales y no residenciales (-8,8%).
Y, por el otro lado, el del gasto (Demanda Agregada = C + I + G + XN), se evidencia una desaceleración de la demanda interna (3,2%), especialmente por el lado del consumo final de Gobierno (2,6%), efecto asociado al ciclo económico coyuntural que exige planes de austeridad, mientras el consumo de los hogares (4%) reactiva su dinámica, a excepción del rubro vivienda. En el componente de inversión (2,8%), destaca fuertemente el gasto en maquinaria y equipo, lo cual es un hecho positivo si está dirigido a la reconversión del aparato productivo, lo cual es coherente con el importante incremento de las importaciones (13,7%) en el mismo periodo. Sin embargo, la otra cara de la balanza comercial muestra apenas un crecimiento de 3,6% en las exportaciones, impulsado por los precios internacionales de commodities (principalmente petróleo), mostrando los retos de mayor penetración y diversificación en el mercado internacional.
Con estas cifras, la conclusión es que la economía colombiana necesita cerrar la brecha con su capacidad potencial de crecimiento, ya que un efecto de esta lenta velocidad es el preocupante estancamiento en la generación de empleo, en donde en la mayoría de las principales ciudades se encuentra por encima de los dos dígitos y ha venido aumentando. Empíricamente, la relación entre crecimiento y empleo es positiva, lo cual empieza a mostrar las debilidades estructurales de la economía nacional, que en la última década ha priorizado su discurso sobre los sectores minero-energéticos y construcción de vivienda, que permitieron inversiones significativas en bienes y servicios públicos, pero, una vez pasado el boom de crecimiento asociado a precios (periodo 2006-2014) y terminación de los ciclos del sector de construcción, dejó al descubierto la fragilidad para crecer en el resto de los sectores.
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