Para la estadística nacional y regional, los funcionarios públicos y todo tipo de ciudadanos que trabajamos por profesión y/o gusto en análisis de medición socioeconómica, los censos de población significan una caja de exploración de datos muy valiosa para saber realmente los avances de la sociedad en materia de desarrollo económico. En días pasados, el DANE en su estrategia de publicación gradual de resultados, publicó el Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) 2018, que deja un panorama de satisfacción regional, pero con puntos calientes a trabajar para la próxima década.
Antes de analizar los resultados, es importante clarificar qué es NBI. Según el DANE, “la metodología de NBI busca determinar, con ayuda de algunos indicadores simples, si las necesidades básicas de la población se encuentran cubiertas. Los grupos que no alcancen un umbral mínimo fijado, son clasificados como pobres. Los indicadores simples seleccionados, son: Viviendas inadecuadas, Viviendas con hacinamiento crítico, Viviendas con servicios inadecuados, Viviendas con alta dependencia económica, Viviendas con niños en edad escolar que no asisten a la escuela.”
Una vez comprendido el índice, empecemos con nuestro primer faro de comparación que es el país. Colombia registró 14,14% de proporción de personas con Necesidades Básicas Insatisfechas, especialmente alto por el componente de vivienda y de dependencia económica. En este marco, el Eje Cafetero se posiciona en el top departamental con menor proporción de personas con NBI: Caldas (8,91%), Risaralda (8,14%) y Quindío (6,73%), adelantado por los de siempre: Bogotá (3,36%), Valle del Cauca (6,18%) y Cundinamarca (6,26%). Los tres departamentos de la región logran una reducción en el índice frente a 2005, pero en términos de ranking se pierde posiciones a favor de Valle del Cauca y Cundinamarca.
El segundo punto de comparación es distinguir entre lo urbano y lo rural, porque si bien en la región tenemos índices de NBI por debajo del 9%, en los centros poblados y rural disperso la proporción de personas con NBI alcanza 9,98% en Quindío, 15% en Caldas y 19,21% en Risaralda, siendo relativamente altos los componentes de dependencia económica y vivienda en los tres departamentos, hacinamiento en Caldas y Risaralda y servicios e inasistencia escolar en Risaralda.
Y el tercer punto, es la mirada municipal. Entre 1.123 municipios y Áreas No Municipalizadas-ANM, el NBI de Manizales, Pereira y Armenia fue de 6,17%, 5,82% y 5,35% respectivamente, logrando una posición (de mayor a menor) de 1.050, 1.057 y 1.069, lo cual es plausible, estando bastante lejos de los primeros puestos con proporciones por encima del 90%: Puerto Colombia (Guainía), Pacoa (Vaupés), La Guadalupe (Guainía), San Jacinto (Bolívar) y Morichal (Guainía). Sin embargo, existen municipios con mejores resultados, como fueron los casos de Ibagué (5,34%), Cartago (5,33%), Medellín (5,19%), Rionegro (5,16%), Palmira (4,53%), Cali (4,07%), Tunja (3,59%) y Envigado (2,06%), lo cual, muestra que entre ciudades intermedias todavía hay un camino por recorrer.
Pero la realidad heterogénea de nuestros municipios devela otro de los retos del territorio. Entre los 200 municipios del país con mayor NBI hay dos de nuestra región: Pueblo Rico (Risaralda) y Mistrató (Risaralda), con porcentajes por encima del 40%. Entre los 700 municipios con mayor NBI, es decir por encima de 13% de personas con NBI, se adicionan 10 municipios, de los cuales, 8 son de Caldas (Norcasia, Belalcázar, Manzanares, Marmato, San José, Victoria, Samaná y Pácora) y 2 de Risaralda (Marsella y Quinchía). Y, por otro lado, las mejores posiciones regionales, sin contar con las capitales, son Dosquebradas, Salento, Filandia, Circasia, La Virginia, Villamaría, Calarcá, Quimbaya, Santa Rosa de Cabal y Chinchiná, con menos del 8% de la población en proporción con NBI, municipios que se caracterizan por mayor sinergia urbana con las capitales.