Una definición de terror es cuando se embolata un hijo en un parque o centro comercial. El ahogo llena ese lapso sin contacto visual y aunque la pérdida puede ser de segundos, el tiempo eterno y detenido solo vuelve a andar cuando el hijo regresa.
A veces la angustia dura más: hay adolescentes que desaparecen y días después se sabe que se fugaron con su pareja o amigos, mientras la familia se consumía en la zozobra.
Pero a algunos la incertidumbre se les instala en la vida. Hace años a un compañero de trabajo se le perdió su hermana: salió a trabajar y no regresó. Nadie dio razón. El escritor Enrique Patiño cuenta una historia similar en Cuando Clara desapareció, el libro sobre su hermana.
La Fiscalía tiene reportadas 96.000 desapariciones, el Centro Nacional de Memoria Histórica 80.472 y en el Registro Único de Víctimas van 176.980 víctimas de la desaparición forzada de alguien. Los desaparecidos de la brutal dictadura militar argentina fueron 30.000.
Entre nuestros desaparecidos están muchos de los más de 5.000 falsos positivos que ocurrieron en el gobierno de la seguridad democrática. La semana pasada una comisión de la Justicia Especial para la Paz (JEP) viajó a Dabeiba para identificar restos de 50 víctimas. Aunque las fosas sean escabrosas, este hallazgo es un alivio para quienes llevan años esperando noticias para aliviar su duelo.
¿Y qué ha dicho el presidente Duque sobre Dabeiba? Ni mu. ¿Y los congresistas del partido de gobierno? A ratos piden acabar la JEP y a ratos piden quitarle presupuesto.
En esta Navidad sonará Pastor López con “vamos a brindar por el ausente y que Dios lo guarde de la muerte”. Quisiera uno que esa fuera solo una canción bailable, pero acá tiene otro sentido.