Samuel Ángel es un conferencista que está dedicado a promover derechos de petición para que el alcalde de Manizales destituya a Matilda González de la Secretaría de la Mujer y Equidad de Género.
Hay gente así: gente que desde el fanatismo religioso olvida lo de amar al prójimo como a sí mismo y creyéndose libre de pecado lapida con piedras cargadas de odio y homofobia. Gente que ejerce violencia simbólica en un país en donde el paso a la agresión física se da fácil si la víctima es mujer, y más si es mujer trans.
Los gringos llaman "mansplaning" al vicio de algunos hombres de explicarnos todo a las mujeres porque suponen que nosotras no entendemos. Samuel nos dice que Matilda no puede representarnos porque es transgénero y su machoexplicación ratifica por qué es tan importante que ella esté ahí: porque el tema de género más urgente para avanzar en inclusión consiste en que hombres y mujeres desaprendamos estereotipos patriarcales y excluyentes.
Decía Miguel de Unamuno que el fascismo se cura leyendo y el racismo viajando y quizás por eso amo ambas cosas: porque sigo desaprendiendo. Ángel puede dedicarse a lo que quiera, siempre que no perjudique al resto. Le haría bien viajar y leer porque en los libros y ciudades habitan miles de matildas, preparadas y dignas. En cambio, promover más de 2.500 derechos de petición es un abuso: la Ley 1482 penaliza la discriminación y desgastar funcionarios respondiendo absurdos los distrae de temas importantes. Su conducta irrespeta a las mujeres, a los funcionarios y a la ciudadanía en general. Me alegra que tantas personas hayan reaccionado en respaldo a Matilda y me llama la atención que si los ataques de Ángel se hacen en nombre del catolicismo, la Iglesia aún no se haya pronunciado.