Este jueves conversé con don José Taborda Restrepo, quien escribió en LA PATRIA durante 50 años. Publicaba su columna los martes y en ella hablaba de Francia, de Pácora, de economía o de política. Don José trabajó en la Chec y el Banco de la República, en donde se jubiló hace tiempos. Hoy tiene 87 años, sale a diario a caminar y aunque no labora permanece con saco y corbata, porque así se acostumbró.
“Este sábado se cumplieron 12 años de la muerte de Jaime”. Su hijo era el piloto del helicóptero que falló en 2006 con cuatro ocupantes, incluyendo al entonces candidato al Senado Pedro Juan Moreno Villa.
Cuando don José escribió “De San Bartolo a París” no sospechó que esa sería su última columna, pero en la mañana del 24 de febrero de 2006 lo aplastó la desgracia. Un amigo lo llamó a decirle que acababa de oír una noticia sobre el accidente de un helicóptero al mando del capitán Jaime Taborda. Don José se aferró a la esperanza de que el segundo apellido no fuera Botero, porque su hijo le había dicho la noche anterior que salía a vacaciones y viajaría temprano por carretera de Medellín a Manizales. Al rato le confirmaron que la noticia no era de un tocayo.
Don José recuerda que llamaron varias veces de Helicargo, la empresa en la que trabajaba Jaime, para insistirle que autorizara la cremación de su hijo. En dos ocasiones se negó pero la tercera fue la vencida. Al otro día muy temprano llegaron a su apartamento tres pilotos acompañados de Luis Guillermo Ángel Restrepo, el propietario de Helicargo, para entregarle el cofre con las cenizas. Don José los invitó a desayunar en su casa, agradecido con el gesto de haber viajado hasta Manizales en una avioneta particular. Semanas después él fue con su esposa a una misa en los hangares del Olaya Herrera y ahí volvió a encontrarse con Ángel Restrepo.
Los meses que siguieron fueron de depresión, pero pronto empezaron a surgir rumores cada vez más fuertes sobre la posibilidad de que hubiera sido un homicidio. En su mente don José reconstruía las últimas horas de su hijo: hubo un súbito cambio de planes porque la noche anterior Jaime recibió una llamada de Ángel Restrepo pidiéndole que aplazara un fin de semana sus vacaciones para hacer un viaje al Urabá. Su hijo salió a las 5:00 a.m. de su apartamento en El Poblado y el desastre ocurrió a las 7:50 a.m. en el Cañón de la Llorona, cerca de Mutatá, que en ese entonces era zona roja. Faltaron 15 minutos para aterrizar en Apartadó. A los rumores se sumaban las noticias que publicaba la prensa sobre Ángel Restrepo, su nexo con los 12 del Patíbulo y sus supuestos vínculos con narcos.
En 2010 la incertidumbre se convirtió en certeza. Cuenta don José, como lo escribió el pasado domingo Daniel Coronell en su columna en la Revista Semana, que en plena campaña presidencial de ese año atendió una llamada telefónica de su amigo Aurelio Tobón Mejía, quien hacía parte de la campaña de Germán Vargas Lleras. Tobón lo invitó al Hotel Varuna y allí se reunió con Rodrigo Lara Restrepo y Vargas Lleras, quienes le dijeron: “queremos contarle muchas cosas que sabe todo Bogotá y a lo mejor usted no”. A continuación Lara le dijo: “a su hijo lo mataron. No fue accidente” y le narró que “dicen que a las 3:00 a.m. entró al Olaya Herrera el dueño de Helicargo, Luis Guillermo Ángel Restrepo, y parece que entró a eso, a envenenar el helicóptero”. Lara le advirtió a don José que Ángel era “un mafioso peligroso del jet set bogotano con tentáculos en todo el país. Aquí en Manizales tiene tentáculos y usted corre peligro si dice eso”.
Don José se preguntaba por el autor intelectual del homicidio cuando Vargas Lleras le dijo: “es que en síntesis, si no mataban a Pedro Juan no había reelección de Uribe”. El siniestro fue el 24 de febrero; Uribe fue reelegido el 28 de mayo. Pedro Juan Moreno y el entonces presidente Álvaro Uribe habían sido muy cercanos pero se habían distanciado y desde el periódico La Otra Verdad Moreno venía haciendo denuncias sobre Uribe y su círculo cercano.
A la familia del piloto le negaron la reclamación ante la ARL, la indemnización y las respuestas a preguntas sobre cómo iba la investigación. Don José recibió ayuda de la Personería de Manizales para tramitar derechos de petición. Cansado, en 2014 decidió ir a la Fiscalía en Manizales y contar todo lo que sabía, con nombres, fuentes y detalles. Enviaron entonces un investigador desde Medellín para tomarle testimonio y el técnico dijo que buscaría inmediatamente a Lara Restrepo.
Nunca más volvió a saber del caso. “Era muy fácil revisar en registros, documentos o cámaras para comprobar si ese señor Ángel estuvo esa madrugada en el aeropuerto. A esa hora había celadores, aseadoras; alguien lo tuvo que ver. Pero yo creo que ya no va a pasar nada. Eso se va a quedar así”, dice el papá del piloto, con la serenidad del que ha vivido lo suficiente para saber que el golpe más duro que podía darle la vida ya ocurrió.
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