Entre la larga lista de cosas que me molestan de los demás están los consejos gratis: gente se toma la libertad de dar instrucciones sobre la vida, el trabajo o el amor cuando uno no ha pedido asesoría.
Me chocan por entrometidos, pero como una cosa es la vida personal y otra los asuntos públicos, entonces me arriesgo a dar un consejo, que en realidad es una petición: por favor tómense el tiempo para pensar por quién votar para el Concejo.
Faltan ocho días para las elecciones. A estas alturas muchos tienen claro por quién votarán para alcalde o gobernador (y por quién jamás lo harían) pero la decisión para Concejo y Asamblea se dificulta por la proliferación de candidatos. No es lo mismo decidir “votaré por Andrés Felipe y Luis Carlos” que “votaré por U51 y Alternativa3”. Las tarjetas electorales de Concejo y Asamblea se parecen a un sudoku o un bingo y tomar la decisión responsable exige revisar los nombres de cada lista. Es decir: demanda estudio, esfuerzo y tiempo.
A diferencia de los candidatos a gobernaciones y alcaldías, que son poquitos y se presentan con nombre y apellido, los de las corporaciones no tienen debates entre ellos, son muchos y, contrario a lo que podría creerse, hay listas que no trabajan como equipos sino como combos enfrentados, porque tienen gente que no comparte una ideología política sino un interés burocrático propio de microempresas electorales. Hay candidaturas que son verdaderos emprendimientos: los aspirantes no buscan ganar una curul sino un puesto o un contrato. Por eso, el día después de las elecciones amaneceremos llenos de acusaciones del estilo “fulano me robó la curul” y resulta que víctima y victimario son del mismo grupo político.
Si tuviéramos listas cerradas la decisión sería simple: voto por el partido de mi preferencia y ya. Pero como tenemos ese engendro del voto preferente con listas abiertas, entonces no todo lo que brilla es oro: abundan los caballos de Troya. Usted puede decidir apoyar a un candidato porque, por ejemplo, es animalista, y resulta que además de animalista es un gobiernista camuflado en un partido de oposición. Por eso hay que hacer la tarea de estudiar nombres, trayectorias y alianzas.
¿Y tanto esfuerzo para qué? Para algo fundamental: buscar que algún día tengamos un control político que funcione. En un sistema democrático de pesos y contrapesos como el nuestro es importante que el ejecutivo tenga frenos, controles, ojos vigilantes que sirvan de piedra en el zapato y exijan cuentas sobre lo que hacen los mandatarios; que citen a debates de control político cuando la ocasión lo amerite, es decir cuando hay un tema polémico y no cuando el concejal o diputado necesite canjear el debate por más cuota burocrática.
Los concejos no solo tienen a su cargo el control político, sino que además eligen al personero, responsable del control disciplinario, y al contralor, encargado del control fiscal. Significa entonces que las bancadas mayoritarias deciden de qué lado de la balanza política se ejercerá el control del siguiente cuatrienio: si será gobiernista o de oposición.
Habrá quienes aleguen que eso no es así. Que los controles disciplinario y fiscal son técnicos, que se hacen con base en rutas metodológicas y que la elección es meritocrática. Ajá... son perspectivas. La mía es que Tulia Elena Hernández, la actual personera de Manizales, alcanzó a estar nombrada en el gabinete municipal del alcalde Octavio Cardona como Secretaria de Planeación y no se posesionó porque el Concejo la eligió para un cargo con mayor poder. Su proceso de elección fue parecido al de la contralora Ana Cristina Jaramillo, a quien hace poco le tomaron una foto en una reunión política con el senador Mario Castaño en el parque de Supía. Ella argumentó que solo pasó a saludar y que su camisa roja, idéntica a la de todos los participantes en la reunión, se explica porque ella solo se viste de rojo, negro y azul... que todo fue coincidencia. Como escribí hace cuatro años: el ratón cuidando el queso.
No me gustó que Iván Duque ganara la Presidencia, pero cuando lo eligieron pensé: ahí están en el Congreso Jorge Robledo, Angélica Lozano, Iván Cepeda, Germán Navas Talero y otros que garantizan control político al gobierno entrante. Sería fantástico que en el plano local uno pudiera decir lo mismo: ya que no me gusta el alcalde ganador, quedo tranquila porque en el Concejo estarán fulano y zutano ejerciendo un óptimo control político y ayudando a que al frente de la Personería y la Contraloría queden personas idóneas.
Ojalá. Soñar no cuesta nada. Votar consiste en soñar.
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