Así como el siglo XX empezó con la I Guerra Mundial el siglo XXI comenzó esta semana. Es imposible escribir una única columna sobre la complejidad de estos días que cambiaron nuestra visión de los besos, el lavado de manos y el mundo. Registro apuntes, a manera de diario de impresiones, del virus que nos hace desconfiar del aire y los vecinos:
-La canciller Ángela Merkel dijo que el Covid-19 es el reto más grande desde la II Guerra Mundial.
- Hace una semana anhelaba la cuarentena para tener tiempo libre. Ahora teletrabajo a triple jornada: el trabajo habitual, el oficio doméstico y el rol de profesora de primaria de mi hija. Empiezo y termino el día haciendo tareas y lavando platos y ropa.
-Cuando el apocalipsis termine quedará una enorme experiencia para esta ciudad universitaria: en menos de una semana docentes y estudiantes aprendimos en equipo y de manera acelerada a educarnos en ambiente virtual.
- El trabajo y el entretenimiento global dependen ahora casi por completo de Internet. Cruzo los dedos para que no colapse la red.
-Pienso en Adiela la manicurista, en Carolina la psicóloga, en Mónica mi amiga litigante, en Hans el que vende dulces en el Parque de las Garzas, en Arteaga el del café de la Universidad. En los taxistas, comerciantes, constructores y tantas personas a las que esta cuarentena ya les causó un descalabro económico sin precedentes.
- Pienso también en las microhistorias: los presos que no pueden recibir visitas, los colombianos que no alcanzaron a retornar al país, los que no tienen plata para comprar mercado para varios días, los que están sufriendo un duelo o tusa en el aislamiento social, los fumadores clandestinos, la incertidumbre de las embarazadas, quienes están encerrados con un abusador, los que están de pelea intrafamiliar, los amantes separados a la fuerza, los que estaban empezando un romance... el baby boom que se viene.
- Ahora todos estamos encerrados en la casa por tes semanas. Cuando se anunció el confinamiento inicial para los mayores de 60 años (no todos son abuelos y “abuelitos” les dicen solo sus nietos) mi reacción fue pensar en la ansiedad, depresión, soledad y tristeza que el encierro podría causarles... en la falta de sol. El coronavirus es letal pero las enfermedades mentales también pueden serlo.
- Usualmente las emergencias y tragedias representan una oportunidad política para los gobernantes. Por un tiempo la gente se une alrededor del líder y la oposición deja lo suyo para después. Eso no ha pasado porque esta crisis evidencia otra vez que Colombia no tiene líder y ante la debilidad del presidente los alcaldes y gobernadores han tomado decisiones contradictorias para llenar el vacío institucional. Esta crisis se coordina desde un teléfono roto.
- El dólar rompió la barrera de los $4.000 y el petróleo cayó por debajo de US$30. Hace tres semanas, es decir en la prehistoria, cuando la vida era normal, el Dane indicó que el desempleo en Manizales estaba muy alto: en 13,9%.
-El cálculo es que muchos nos enfermaremos, la apuesta es que ojalá sea por turnos: que no todos caigamos al mismo tiempo para no colapsar la red hospitalaria. Caldas tiene solo 126 camas de cuidados intensivos. Cuando llegue el paciente 127 los médicos tendrán que decidir a quién dejan morir.
- Colombia aún no fabrica ventiladores respiratorios, aunque la Universidad de Antioquia está trabajando en ello de manera acelerada. El precio en el mercado internacional de un respirador oscilaba entre $25 y $60 millones, dependiendo de su sofisticación, pero la pandemia duplicó los precios. Los venden en USA, China, Alemania y Suecia, pero ahora no hay y tampoco hay suficiente personal médico para su manejo.
- Cada vez que oigo hablar de los dichosos respiradores pienso en Ricardo Piglia y su magistral novela “Respiración artificial”. Con “El Decamerón”, “El diario del año de la peste”, “El ensayo sobre la ceguera”, “La peste” y otros libros aprendimos que la literatura siempre es un buen refugio en tiempos de pandemias. En ese abrigo, y también en el del humor, aspiro sobrevivir la cuarentena, si es que el teletrabajo me deja.
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