El gran cambio
Señor director:
Son incontables las propuestas y promesas de los distintos candidatos a la presidencia de la República, hasta el punto de que termina uno confundido sin entender qué es lo que en realidad ofrecen para solucionar los problemas que afligen al pueblo colombiano. Considero, a simple ojo de buen cubero, que es el hambre que sufren millones de personas, especialmente los niños, la peor tragedia que tiene que enfrentar quien llegue a la casa de Nariño en esta oportunidad, y acordémonos que el hambre no es de izquierda ni de derecha.
Tendrá el próximo gobierno que auxiliar en forma más que inmediata a toda esa población vulnerable si de veras se quiere hacer un cambio real, importante y pacífico. Todo lo demás podrá tener una espera razonable. Es la gazuza la responsable de la rabia y del descontento de la inmensa mayoría de la gente y es el caldo de cultivo de la inseguridad que estamos viviendo. Como segunda medida, debe llegar la acción del Estado al campo a darle la mano al campesino para evitar la crisis alimentaria, a restablecer instituciones como el antiguo Idema para controlar la intermediación, la mayor causa del encarecimiento de los principales productos de la canasta familiar, si bien es cierto que se trata de organizaciones que duplican o triplican los precios al consumidor final.
Y, como complemento, una reforma carcelaria al estilo del viejo general honorario de la Policía Nacional Humberto Aparicio en cárcel Modelo, como en la Colonia Agrícola de Acacías, cuando impuso el lema de que “el preso que no trabaja no come” y así transformó aquel abandonado penal estableciendo cultivos e industrias de todo género, donde los reclusos producían su propia comida, enviaban recursos a sus familias y cuando recibían la libertad, el director les entregaba sus ahorros y los proveía de un vestido completo para que pudieran regresar dignamente a sus hogares. A sitios como esos deberían enviar a los corruptos, hasta con penas de cadena perpetua, luego de confiscarles los bienes mal habidos, a fin de que ni ellos ni sus allegados puedan disfrutar de sus latrocinios.
Atentamente,
Manuel Galindo A.
Un triunfo con sabor a poesía
Señor director:
La política del amor; Colombia como potencia de la vida; la unión en la diferencia y el abrazo al adversario; el sentido idílico de un reencuentro protector con la naturaleza (con la pacha mama, la madre tierra) para protegernos del desastre del cambio climático; “vivir sabroso”, como expresión de un transcurrir vital pleno de dignidad y alegría; la reivindicación de toda la belleza natural y cultural del Pacífico colombiano en la figura de una mujer negra, auténtica, preparada, segura de lo que le es propio (“soy lo que somos”), portadora de legados ancestrales llenos de belleza, sabiduría, sentido y significado. Pienso en todo ello y creo, sinceramente, que el triunfo del domingo tiene algo -o mucho- de poesía. ¡Enhorabuena!
Efraín Góngora Giraldo
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