Degradación y endiosamiento
Señor director:
Está visto que el ser humano cuando se encumbra de egoísmo, se desequilibra totalmente y no piensa en nadie, nada más que en sí mismo, repitiendo la misma historia de siempre. Es una pena que no aprendemos del camino recorrido, que prosigamos los días sin aunar voluntades que favorezcan, mediante un diálogo fecundo, los sentimientos vinculantes de unidad y unión entre las naciones. Por desgracia, tenemos una degradación humana verdaderamente preocupante, que no respeta nada ni a nadie, incluido el medio ambiente. Deberíamos saber que todo está interconectado; lo que requiere una mayor protección entre sí y con el ambiente natural. Lógicamente, esta inhumanidad que sufrimos por todos los rincones del mundo, nos está dejando sin palabras; y, lo que es peor, sin alma para poder avivar la cultura del encuentro, tan necesaria como imprescindible. Personalmente, deseo caminar en el curso de los mansos y sencillos, uniendo mis pulsos a sus pausas, con la nívea autonomía del benigno.
Es evidente que no podemos resistir por más tiempo esta época degradante que nos tritura, en la que únicamente triunfan las falsedades. Requerimos de otros espacios luminosos más considerados con el linaje, más entusiasmados con la propia vida, más esperanzadores con el vivir. El futuro, por el cual me afano y me desvelo, es de cada cual. Nos pertenece por sí mismo y en conjunto, pero lo nefasto es que lo estamos destruyendo. Sea como fuere, tenemos que despojarnos de esta crisis malévola, con afectos interesados y efectos malignos persistentes. Nos merecemos como especie pensante, desde luego escucharnos más, compartir mejor, universalizarnos de sueños y no caer en este espectáculo mundano de caos continuo. Siempre nos hará bien reflexionar en familia, abrir los ojos para no creernos que seamos el punto más alto, cuando con otros nos comparamos, pues el gozo sólo viene de la fidelidad a ese vínculo de generosidad que ha de unirnos. No olvidemos que de la unión de palabras surge la poética, y de esta mística de anhelos, el estimulante vital para no morir en el intento por vivir. Meditémoslo.
Víctor Corcoba H.
Cambio en el Derecho
Señor director:
Antes: se presume la buena fe, la mala fe hay que probarla. Ahora: se presume la mala fe, la buena fe hay que probarla.
Atentamente,
Ciudadano
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