Vidas ejemplares
Señor director:
En su edición del 17 de julio el centenario “periódico de casa”, La Patria, destacó a don Luis Enrique Marulanda, excelente operario de la Cooperativa Ovina de Marulanda, empresa y obra social fundada en 1937 por el padre Francisco Javier Mejía, S.J.
Recuerdo que entre 1974 y 1978 el padre llegaba a Salamina a pasar vacaciones en la casa solariega de sus hermanas y en la finca que poseían en Marulanda. La familia se enorgullecía de su ancestro, el general Cosme Marulanda, militar de las guerras civiles y fundador del municipio caldense que lleva su nombre.
Pero lo que más recuerdo es el apretón de manos que el padre Francisco Javier nos daba cuando entraba a la sacristía de la iglesia de la Ciudad Luz: los huesos de la mano derecha “traquiaban” y dolían, los míos y los de los monaguillos, quienes le tenían terror al saludo del padre. En efecto, era él alto y acuerpado, de voz potente, y, a pesar de sus años, parecía un muchacho por su agilidad corporal y alegre optimismo.
El jesuita Francisco Javier Mejía fundó también la Cruzada Social, apostolado de alcance nacional y que en Manizales cumple labores nada despreciables. El padre era tío de los jesuitas Mejía, que desempeñaron cargos importantes en la Compañía de Jesús, uno de los cuales también iba a Salamina y a Marulanda para sus vacaciones.
La misma edición presentó la reseña del libro sobre José Alejandro Cortés, muy bien lograda por la pluma de Fernando-Alonso Ramírez. El título que Alejandra de Vengoechea le dio a su libro es “Se vale ser bueno”. José Alejandro, nonagenario, ¡juega tenis!
Una hermana de José Alejandro, presidente del grupo Bolívar, Gabriela Cortés Osorio, viuda de Toro, sostiene desde hace años, con su propio peculio y con su gestión personal, varias casas para personas de la tercera edad, en Bogotá.
Vidas Ejemplares se llamaba una revista que hace mucho tiempo ponía en manos de la juventud la parábola vital y existencial de los santos de la Iglesia. La revista era de figuras en colores. Pero los santos no están todos en el cielo, en los altares y en los libros: hay auténticos santos aquí abajo, y cerca de nosotros.
Atentamente,
Jaime Pinzón Medina, presbítero
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