¡Qué nos pasa!
Señor director:
Esta pandemia a la que fuimos invitados está fracturando los frágiles hilos del tejido social y nos recuerda que la aniquilación de la humanidad está en el plano de lo posible. La covid-19 nos redujo a simples mortales, nos hincó de rodillas y nos sometió a obedecer las leyes impuestas por la naturaleza.
Desde el 17 de noviembre de 2019, fecha del primer caso de coronavirus, se han registrado más de 701.000 fallecimientos en todo el mundo y en Colombia se supera la cifra de 12.250. Lo extraño de este fenómeno es que muchas personas, entre las que se encuentran académicos, intelectuales, políticos, vendedores informales, pensionados, amas de casa, etc., con actitud irreverente y narcisista se niegan a aceptar la crisis y desacatan todos los protocolos de bioseguridad. Son precisamente ellos los que tienen colapsado el sistema de salud que ya desde antes de la pandemia estaba bastante agrietado.
Ubíquese en el siguiente escenario. Usted presenta todos los síntomas de infección por el virus: dolor de cabeza, fiebre, cansancio, tos seca, dificultad para respirar, dolor o presión en el pecho, incapacidad para hablar o moverse, entre muchos otros signos. En el tiempo que transcurre mientras le toman la prueba y le entregan los resultados -diez días, en promedio-, portador del corona sale a la calle, va de compras al supermercado y al centro comercial, se toma la cerveza con sus amigos en la tienda de la esquina, hace la fila para reclamar medicamentos, organiza la fiesta de cumpleaños en su casa. Por obvias razones llega a la clínica en estado crítico y allí se entera de que tanto el médico intensivista como su amigo que lo infectó ocupan dos camas de la UCI y que ya no hay sitio para usted. No es ciencia ficción.
Amplios sectores de la sociedad (académicos, epidemiológicos, comerciantes, empresarios y gente de bien que en alguna forma han visto afectados sus intereses personales y económicos) han hecho un llamado a la sensatez y a la obediencia. El más reciente fue realizado por un grupo de intensivistas que se sienten agotados física y mentalmente, pero sobre todo decepcionados por la indisciplina, la imprudencia y la irresponsabilidad de las personas. Ellos son profesionales honorables y de bien, gente valiosa que no debería morir por atendernos. En esta lucha contra el virus, se encuentran en primera fila del campo de batalla dando la mente y el corazón por sacarnos con vida de la UCI. “Escuchemos su lamento”.
Orlando Salgado Ramírez
Distanciamiento en la calle
Así como los vehículos transitan por la calzada derecha de las avenidas, también los peatones deberían caminar por el andén de su derecha. Si por la misma acera la gente va y viene, es imposible guardar distanciamiento.
Ciudadano
Dislates
4 de agosto, página Movida:
1. Aportes al desarrollo científico y político de la Nación de Francisco José de Caldas. Corrección: Aportes de Francisco José de Caldas al desarrollo científico y político de la Nación.
2. El fray Pedro Fabo y la historia de Manizales. Corrección: Fray Pedro Fabo o El fraile Pedro Fabo y la historia de Manizales
Lector
El mundo a sus pies
El padre Josué Soto durante sus últimos años, en su cuarto de Villa Kempis, sentado en una silla de ruedas rezaba el Oficio Divino, atendía visitantes, veía televisión, oía música y la tocaba en el teclado y manejaba muy bien el computador. Refiriéndose a Internet y a Google, decía: “El mundo a sus pies”.
Don Cecilio
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