No le gustó el desfile
Señor director:
El desfile de carros antiguos en la pasada Feria de Manizales fue un fracaso. No hubo ni un solo carro antiguo o llamativo. Es mejor que supriman este espectáculo en el programa y no nos creen falsas expectativas. Otra cosa son las Ferias de Cali o Medellín. Allá sí saben preparar estos eventos.
El público merece respeto. Ya estamos cansados de ver vehículos automotores. El desfile no es de motos, sino de carros antiguos y modelos de los años 25 y 28. Si los que tienen esos carros no los quieren mostrar, entones que los traigan de otra parte y que nos dejen tranquilos.
Dicen los sabios que el tiempo es oro. En las Ferias el tiempo para mí es oro negro y oropel. Por favor no nos hagan perder el tiempo con bobadas. No rellenemos el tiempo con espectáculos ridículos. Dedíquense a los toros, a las reinas de belleza y a los juegos de pólvora en el estadio. Y de pronto también al ron de Caldas y al aguardiente de Manzanares. El ron de Medellín también es muy sabroso.
El único carro viejo que hay en Manizales es el que tiene don Alberto Rivera Giraldo padre de la señorita Caldas 1989 Elsa Victoria Rivera Botero. Don Alberto es el dueño de un bello modelo 1928, pero ahora no desfiló porque se halla fuera pasando vacaciones.
José Taborda Restrepo
N. de la D.
Este año cambiaron los autos antiguos, que muchos espectadores extrañaron, por vehículos de alto desempeño, dentro de los cuales hubo varios que a nosotros sí nos parecieron muy llamativos.
La vida y la muerte
Señor director:
Junto al lecho de un moribundo, La Vida y La Muerte se disputaban su prevalencia sobre éste, y para ello, cada una razonaba a su manera; es así como La Vida le dijo a La Muerte:
- El derecho que detentas sobre este moribundo es nulo, ya que no posees motivo alguno para arrebatarle lo que yo le he dado.
A lo que La Muerte respondió:
- Aunque la razón acompaña lo que acabas de afirmar, sin embargo, esto te digo: yo, La Muerte, soy tan importante para ti como tú lo eres para mí. Si tú no existieras, ¿cómo habría de existir yo? Si fuese yo la que no existiera, nadie te estimaría, pues el valor que se le ha dado a La Vida tiene como causa principal el hecho de que esta pueda alguna vez no existir más. Para que haya Vida no puede faltar La Muerte, gracias a mí, a los seres del mañana les queda un sitio donde vivir.
Tras las palabras de La Muerte, La Vida preguntó:
- Entonces ¿parece que estás más a mi favor que contra mí?
- En efecto, el juicio que acabo de emitir lo da a entender de ese modo.
- Pensándolo bien -replicó La Vida-, lo que acabas de declarar es ciertamente indiscutible; es la vulgar opinión de los hombres, que te juzgan enemiga mía, la que se equivoca.
- Sí -dijo por último La Muerte-, cierto es, aunque muchos nos creen rivales no hay una amistad como la nuestra. Prosigamos nuestro destino.
Diego Osorio Ramírez
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