Un país inverosímil
Señor director:
Colombia genera noticias tan ridículamente ciertas que producen risa, rabia e impotencia al mismo tiempo. Para empezar, está gobernada por un presidente en cuerpo ajeno. Y hay bastantes ejemplos: la libertad por vencimiento de términos, que pone nuevamente en las calles a altas personalidades investigadas por graves delitos contra el Estado; el intento de otorgarle la libertad al exministro Andrés Felipe Arias, condenado a diecisiete años por el sonado escándalo de Agro Ingreso Seguro, apelando al argumento de la segunda instancia; la excarcelación de Jesús Santrich, integrante de la cúpula de las desmovilizadas Farc y capturado con orden de extradición a los Estados Unidos, y la espectacular y cinematográfica fuga de Aída Merlano. Hechos todos que ponen a la justicia y al aparato de seguridad del Estado en el ojo del huracán.
Los retrasos en la instalación de la JEP, la incapacidad del Gobierno para indemnizar a las víctimas e implementar los acuerdos con las Farc, la irregular administración de los recursos destinados para el postconflicto, las continuas y permanentes arremetidas de la ultraderecha contra el proceso, los múltiples asesinatos de los excombatientes, la captura de Santrich, entre muchos otros hechos, obligaron a Iván Márquez y a otros miembros a replegarse en las montañas por temor de correr la misma suerte.
La fuga de Santrich y su posterior reencuentro con Iván generó un lenguaje virulento en las redes sociales, mientras voces guerreristas de la ultraderecha se atrevieron a afirmar que el proceso de paz fracasó. Se está enviando un mal mensaje al mundo y muchas especulaciones temerarias a la desinformada opinión pública, que se apoyan en noticias mediáticas y sin fundamento. Este episodio indeseable no debe magnificarse y tampoco puede ser un factor de desestabilización, porque este improvisado grupo guerrillero no tiene logística, no cuenta con el suficiente pie de fuerza ni armamento, y carece de financiación. Márquez y Santrich no cambiarán el curso de la historia; son desertores que traicionaron el proceso de paz, que ya es un hecho. Once mil exguerrilleros permanecen firmes, volvieron con sus familias, tienen sus hijos, están bancarizados, ejecutando proyectos productivos y no volverán a la guerra.
Pero no es descabellado pensar que este reducto, cuya estructura fue demolida por el proceso de paz, se puede fortalecer al aliarse con el Eln, al contar con el apoyo de Nicolás Maduro y al sumarle el reclutamiento de niños. Esto les permitirá desenvolverse en un terreno donde el panorama es desolador, que no tiene presencia del Estado, pero sí de grupos ilegales que se pelean la posesión de los territorios asesinando, a su paso, a líderes sociales, representantes de los derechos humanos, docentes y excombatientes.
Con el fin de evitar que se retorne al escenario oprobioso de la guerra, el gobierno debe enarbolar las banderas de la ley, y proteger y garantizar la seguridad de los hombres y mujeres que se encuentran en los espacios territoriales. Asimismo, es preciso convocar a todas las fuerzas políticas y sociales comprometidas con la consolidación de la paz. Este reto implica hacer presencia en las regiones más lastimadas ejecutando planes de desarrollo con enfoque territorial, combatir con todo el peso de la ley los cruces entre grupos ilegales y políticos perversos, desnudar los clanes paramilitares que aún existen y rechazar la propuesta de sacar de la Constitución los acuerdos ya firmados.
Si se le sigue haciendo zancadilla al proceso de paz, los colombianos seremos testigos de un gobiern que tuvo la oportunidad de consolidarla y que, por presiones radicales, la echó a perder. Esperamos que esto no
ocurra. Todos los hombres de bien queremos la paz, y de lograrla, la historia escribirá este triunfo con letras de oro como regalo para las nuevas generaciones.
Orlando Salgado Ramírez
Entristecer a Dios
La Hojita Dominical del 13 de octubre dice que "Halloween es la mayor fiesta satánica en el mundo"... es un engaño disfrazado de inocencia. Los niños y niñas no nos podemos disfrazar, para que Dios no se ponga triste". ¿De dónde habrán sacado eso?
Observador católico
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