Carmen De Apicalá
Señor director:
Julio 16: celebración de la Virgen del Carmen. En la semana Santa pasada estuve en los entornos de la población tolimense “Carmen de Apicalá” (cerca de Melgar). Asistí el jueves y viernes a las ceremonias en su templo, que es santuario nacional. Oré ante la escultura de la Virgen del Carmen. En 1828, fundación del pueblo, llegó un señor que se ofreció a hacer una escultura de la Virgen del Carmen si le daban hospedaje y alimentación. Los líderes del pueblo le exigieron que el niño fuera de escultura de madera, lo mismo que el rostro y las manos de la virgen. Si la obra satisfacía le pagarían el valor igual al de una imagen traída de Quito. Si no, le pagarían 10 jornales.
Un domingo, la gente fue llegando al parque como en espera de algo, nadie sabía de qué. Se llenó la plaza. De pronto doblaron las campanas del templo y se abrió frente a la multitud la puerta de la habitación del escultor, quien descubrió su obra. Todos cayeron de rodillas y rezaron en coro la salve. Luego, el artista desapareció sin cobrar lo acordado. ¿Fue un Ángel o San José, quién pudo darle a la imagen una expresión divina y una mirada maternal, llena de misericordia y bondad? Es la pregunta que quedó en las gentes. Le oí a una dama lo siguiente: “decidieron llevarse la imagen para la capital Ibagué y hacer allí el santuario. La imagen regresó al pueblo (en los campos dicen que vieron pasar una señora levitando) con sus vestidos llenos de cadillos y de hierbas”.
Placas en el templo: *1 de marzo 1934, el cardenal Eugenio Pacelli (Pio XII después) y el papa Pio XI dieron el mandato de coronación de la virgen y del niño, conforme a unas exigencias para el culto mariano. *16 de julio 1942 se expide el acta de coronación firmada por varios obispos colombianos. *11 de octubre 1978, celebración 150 años, homenaje del clero de la diócesis del Espinal a la virgen del Carmen. *15 de agosto 1991 declaran al templo Santuario diocesano, lugar para la indulgencia plenaria: Abraham Escudero, Obispo y Monseñor Álvaro Rey vicario diocesano.
El jueves me di cuenta del sacerdote. El viernes, terminando la ceremonia, me ubiqué bien adelante. Cuando los 4 sacerdotes entraron a la sacristía, yo entré tras ellos. Me dirigí al más anciano y le dije: -Usted, monseñor, ¿me permite una palabra? Me miró y dijo: -¿qué desea? Monseñor, -le dije con voz quebrada por la emoción. – Manzanares, año 1954. Un niño de 7 años fue su acólito y del padre Lombo. Ese soy yo.- Monseñor me miró a los ojos y se sonrió. -Mi padre Gerardo De Los Ríos, - no me acuerdo-. Mi madre Thamar Flórez-. De ella sí me acuerdo; estuve en Manzanares hasta 1957. Con sus temblorosas manos asió las mías –que Dios lo bendiga siempre-. -Monseñor, una vez jugábamos un partido de fútbol y alguien desde la carretera le gritó que fuera rápido. Todos corrimos y presenciamos cuando usted bendijo a un joven atropellado en una curva por un carro y que fallecía. Y ahí cerca se hizo el estadio de Manzanares que se llama Álvaro Rey, en su honor. - Sí, eso lo sé.- Nos despedimos con un abrazo.
Alirio De Los Ríos Flórez.
Un hábitat digno
Señor director:
Soy uno de los 65 ancianos que recibimos los beneficios de la Fundación Hogar de Paso Mi Jesús, ubicada una de sus dos sedes en el barrio Versalles. La otra locación en La Aurora alberga alrededor de 80 personas.
Bajo la dirección de la señora Nora Arias, esta institución lleva más de 30 años al servicio de la tercera edad.
Vale la pena que la comunidad manizaleña conozca esta labor altruista que desarrolla doña Nora sin ánimo de lucro; con mínimos aportes del gobierno municipal.
Nos sentimos protegidos con un hábitat digno que cubre servicios médicos, paramédicos, lúdicos y alimentarios.
Aquí encontramos asistencia psicológica, de enfermería y de recreación que hacen de nuestra última etapa de la vida un transcurrir ameno y apacible.
Sería de buen recibo que la industria y el comercio o personas de buen corazón se vinculen a obras como esta para proporcionar a muchas personas un inmejorable otoño de la vida.
Francisco J. Diez C.
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