Aberraciones
Señor director:
“Acto o conducta depravados, perversos…” es la definición que el diccionario de la RAE da, en su segundo significado, de la palabra aberración. Y queda corto el término para designar las insensateces morales a que estamos llegando. La perfidia nos ciega los caminos; sórdidos intereses se imponen sobre los auténticos valores que dignifican la vida y las relaciones entre los seres humanos; la más inexplicable insania pretende desconocer o llevarse por delante toda ley natural; parece que no nos diéramos cuenta de la sima de degradación a la que nos vamos precipitando, ni de cómo, obcecados, nos envilecemos al aceptar, sin un gesto de protesta o de repugnancia, las peores aberraciones; no nos erguimos, como deberíamos hacerlo, contra quienes se empeñan en borrar cuanto nos sitúa por encima de los animales.
Pueden sonar a discurso apocalíptico mis palabras; probablemente habrá quien me tilde de Savonarola criollo; que ya una vez me lo dijeron. Nos hemos anestesiado moral y espiritualmente para no sentir dolor ni gritar de indignación cuando se nos arrancan las raíces de cuanto, heredado de nuestros mayores y bebido en las fuentes de nuestras creencias, hemos profesado, amado y defendido.
Hay noticias que, si no fuesen tan trágicas, si no transmitiesen hechos tan aberrantes, provocarían risa; pero a mí me causan estupor y tristeza. Vayan dos, de estos últimos días, como muestra.
Una juez laboral del circuito de Medellín ordenó que, ante notario, se legalizara por primera vez la unión, ya no entre dos sino entre tres o entre cuatro homosexuales; y habla, a propósito de esa aberración, de “matrimonio poliamoroso”, y denomina al grupo dizque “trieja conyugal”… ¿Matrimonio? ¡Por Dios, qué profanación, qué patochada, qué insensatez! Désele, a esa relación anormal, otro nombre cualquiera. Reconózcanseles, a quienes la constituyen, lo que reivindican en materia de derechos económicos o efectos civiles de su convivencia. Pero no tergiversen las cosas; eso no es, no, matrimonio; ni puede serlo.
Si no volvemos a nuestras raíces; si continuamos ignorando que hay una ley natural que es ley de Dios, y que es anterior y está por encima de toda ley positiva; si no nos unimos para contener esta riada tumultuosa de inmoralidad que nos arrastra, estaremos perdidos. ¡Dios nos proteja!
Mario García Isaza
Lea Hoy
En el del 7 de junio salieron algunos errores:
1- El término apropiado no es frenón sino frenazo; además, frenón llevaría tilde.
2- La frase "se pueden ingerir bebidas" es incorrecta; la correcta es "se puede ingerir bebidas".
Un profesor
Auditorio inadecuado
Espantoso el sitio que escogieron para el programa musical. ¿A quién se le ocurriría en semejante invierno, en la plaza de Bolívar? Ese tipo de espectáculos queda muy bien en el teatro Fundadores, auditorios de universidades, ¿pero un espectáculo de esa magnitud en la incomodidad de la plaza de Bolívar?, es una locura. Ojalá tengan en cuenta esto para otra oportunidad.
Una ciudadana
N. de la D.
El concierto en la plaza permite una cantidad de espectadores que no cabe en otro escenario de la ciudad. Nos parece que, aunque con algo de frío, el espectáculo fue majestuoso.
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