El veranillo de San Martín
 Señor director:

 Quizás más antiguo que lo del “verano de los Martines” (mayúscula, sin tilde y con ese), del 3 (el santo de Porres) al 11 (el santo de Tours) de noviembre, es el veranillo de San Martín. Consiste en tres días bonitos después del 11. 
 Esta segunda tradición  la dio a conocer el padre Cosme Cañas Carvajal cuando enseñaba en el Seminario Mayor arquidiocesano, a fines del siglo pasado. 
El padre Cosme era cultísimo, todo un erudito, sabía Gramática, Literatura, Historia, Música, Filosofía, Sagrada Escritura, etc. Y era hombre de finísimo humor, él mismo celebraba sus propias ocurrencias. Nació en San Vicente, Antioquia, pero siempre perteneció a nuestro clero; fue párroco de San Félix, de Nuestra Señora de Chiquinquirá en Aguadas, donde levantó la iglesia conocida como La Vana (vena, nacimiento de agua); también de Pensilvania, cuya iglesia se derrumbó por un terremoto (¿el del 62?), y que el padre sustituyó por la belleza de iglesia que es la actual. El padre Cosme Damián -su nombre completo- fue capellán del Instituto de Educación Media Diversificada (INEM) “Baldomero Sanín Cano” de Manizales, durante varios años. Terminó sus días como predicador de la Catedral, excelente por cierto. Dios lo haya coronado de gloria.
 Pues bien, volviendo al veranillo de San Martín, eso fue lo que acabamos de gozar en la ciudad y probablemente en la mayor parte de la región andina colombiana, pues la endiablada Niña pasó por agua el período del 3 al 11, el verano de los Martines. Lo que tuvimos en este año de gracia 2022 fue un veranillo: días esplendorosos, espectaculares, el domingo 13, el lunes 14 y el martes 15.
 Y hasta aquí nos trajo el río, el de la ola invernal.
 Atentamente,
Don Cecilio Rojas

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