Contratación directa, clientelismo y resignación cuidadana
Señor director:
Nuevamente nuestro Diario Local publica -lo ha hecho en varias oportunidades- información sobre los altos, altísimos porcentajes de la contratación directa -o sea, a dedo- de los entes oficiales, en esta oportunidad en los municipios. Digamos de una vez que la modalidad de adjudicar directamente, sin convocatorias públicas o licitaciones, contratos para la prestación de servicios o provisión de productos que requiere la gestión pública en sus diferentes niveles, no es mala en sí misma. Pero digamos también, sin llamarnos a engaños, que la contratación directa sirve, en la mayoría de los casos, para pagar favores políticos, es decir, es la forma de mantener la “clientela” política, de retribuir favores o aportes de campaña o, en el mejor de los casos, simplemente de actuar con “amiguismo” de cara a futuras campañas. Y todo ello encarece, sin duda alguna, los costos de programas y proyectos de interés público, con cargo, naturalmente a recursos públicos, vale decir, que son de todos y deben administrarse con criterios de austeridad, transparencia y moralidad.
Y ante este desolador panorama, la indiferencia ciudadana se constituye en el mayor incentivo para que esta anómala situación no parezca tener posibilidades de cambio. Y no lo tiene porque, además, las reformas estructurales que se requieren para que la gestión pública se desarrolle con la tan pregonada -e hipócrita en muchos casos- transparencia, se necesitaría de una férrea voluntad política de aquellos que, precisamente, son los beneficiarios tradicionales de esa forma dañina de contratar y ejecutar. Es necesario entonces, y para volver a esa evocadora percepción de Caldas como departamento modelo de Colombia, que la sociedad civil, la ciudadanía, las universidades y, especialmente, las ONG interesadas en el tema concreto de la moralidad pública y del fomento de procesos de cultura ciudadana, se sacudan, se comuniquen entre sí, busquen aproximaciones según sus objetivos misionales, se integren y emprendan, con visión de corto, mediano y largo plazo, la construcción de una plataforma de propósitos comunes frente al tema, que se plasme en programas, proyectos y campañas concretas para que la ciudadanía actúe, participe y haga veedurías, haciendo uso de las varias opciones que, en esta materia, ofrece la normatividad vigente. Sobre esta aparente utopía habrá que volver una y más veces en el futuro, especialmente de cara las elecciones de 2019.
Diego María Arias Agudelo
Fernando Alonso Ramírez Ramírez
Señor director:
Nominado como el mejor editor del país en el año. Profesional en el periodismo colombiano y editor de nuestro periódico LA PATRIA. ¡Qué bien que la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, lo haya destacado con el reconocimiento Clemente Manuel Zabala!
Los caldenses nos sentimos orgullosos de tener un hermano digno de este premio periodístico.
Si analizamos la carrera de Fernando Alonso, nos damos cuenta de que es fruto de un gran esfuerzo y una fiel consagración. El hecho de haberse iniciado como mensajero es un ejemplo.
De allí que el capitalismo con su democracia sí nos estira la mano y es ajeno a la envidia.
Cuando estudié en Medellín, recuerdo cómo la prensa destacaba al nuevo gerente de la Colombiana de Tabaco. ¿Por qué? Porque se había iniciado en la Compañía como mensajero. En ese entonces la Empresa era de lo más importantes del país. Estamos hablando de la década del cincuenta y si la memoria no me traiciona, el gerente aquel era de apellido Gallo.
Seguiré alabando al sistema democrático como el menos malo. Los gobiernos nuestros sí ayudan a las clases medias y bajas; otra cosa es que no aprovechamos por diferentes factores. En cuanto al periódico de casa, LA PATRIA, qué sería de nosotros sin él. Su contenido es valioso por sus páginas variadas de temas que satisfacen las necesidades y ambiciones de sus lectores.
Y si hablamos de los columnistas son dignos de encomio. Felicitaciones apreciado Fernando Alonso, el Eje Cafetero y el país esperan más triunfos para beneficio de la comunidad.
Ernesto Quintero Gil
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