Felicitaciones y equidad
Señor director:
En mi condición de suscriptor y lector de LA PATRIA, además de amigo del doctor Fernando Alonso Ramírez, en mi nombre y en el de mi familia, debo expresarle mis más sinceras felicitaciones por el reconocimiento Clemente Manuel Zabala, otorgado por la Fundación Gabriel García Márquez al mejor editor del país. Se trata de registrar el mérito de toda una vida entregada al noble oficio del periodismo ejercido con ética y profesionalismo.
De igual manera mis congratulaciones para la doctora Gloria Amparo Rodríguez por su exaltación al Tribunal de Paz. Otra muestra de la calidad de ese filón de la inteligencia que es Pensilvania, cuna de Magistrados de Cortes y Tribunales, de médicos eminentes y de toda suerte de hombres y mujeres doctos en diferentes ramas del saber.
Y hablando del proyecto de paz impulsado por el gobierno vuelvo a insistir en mi tesis de que uno de los pilares para construir la paz lo constituye la mirada del Gobierno al campo colombiano, muy especialmente a la pequeña agricultura, porque los grandes empresarios del agro cuentan con suficiente infraestructura, no solamente en sus latifundios sino en los sistemas de transporte y mercadeo, mientras que el pequeño labrador no tiene a quién venderle lo poco que produce y si lo hace tiene que ser a los intermediarios que le ofrecen precios humillantes que al final tiene que aceptar. Me parece otra forma de corrupción tanto del gobierno como de los especuladores. El primero porque no ha querido implantar una forma de mercadeo que le garantice al micro empresario agrícola un precio justo y equitativo, y los segundos porque se aprovechan de las circunstancias y de la necesidad de los pobres. Y mientras se apoderan del trabajo ajeno por sumas miserables lo entregan al pueblo a precios inalcanzables.
Si hubiera equidad en esta materia la gente del común sería la primera beneficiaria, el campesino porque obtendría una ganancia racional y el habitante de la ciudad al adquirir los productos del campo por la mitad o menos del precio actual. El espectro del hambre sería desterrado de pueblos y ciudades. Todo el mundo ganaría porque, además, ni en Bogotá ni en las grandes capitales saben cuánta comida se pierde en los campos colombianos al no justificar su comercialización ni siquiera el precio del transporte. ¿Cuándo habrá gobiernos nacionales, departamentales o municipales que intenten la creación de cooperativas o centros de acopio para solucionar tan graves problemas? La paz nace en nuestras conciencias y pasa por la justicia y la equidad.
Atentamente,
Manuel Galindo A.
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