Protesta por columna de Samper
Señor director:
Quiero empezar esta misiva citando dos máximas:
"El respeto al derecho ajeno es la paz". Benito Juárez.
"Tu libertad termina donde empieza la de tu hermano". Mensaje del Episcopado colombiano.
Con dolor de colombiano y de católico practicante he leído con detenimiento la columna que el señor Alejandro Samper Arango escribió en su columna publicada el sábado 2 de septiembre. El mero título "De ratones y papas" dice mucho de un columnista serio y responsable. Quién es este personaje que con total desparpajo se aprovecha del hecho de tener una columna de opinión para despotricar del máximo Jerarca de la Iglesia Católica.
Empieza diciendo que la visita del "vicario de Cristo con su gorrito chistoso y sus bendiciones" no tiene ninguna relevancia política y económica para el país.
Le quiero recordar que la Iglesia Católica reúne en el mundo 1.254 millones de creyentes.
El Pew Research Center, centro de investigación con sede en Washington, realizó un estudio global sobre católicos en el mundo, según el cual Colombia es el sexto país con mayor cantidad de población católica. En el 2010 Colombia tenía 38 millones cien mil católicos.
Continúa el columnista: "El sumo pontífice es para las señoras camanduleras y los rezanderos de estampita de la Virgen en la billetera, lo que Mickey Mouse es para un niño de 6 años", qué falta de respeto. Y continúa: "Ambos viven del cuento de un ser fantástico ideado por la mente humana, necesitan de la imaginación de las personas para sostenerse y expandir su poder, son embajadores de pequeños enclaves en países grandes, visten atuendos ridículos y viajan por el mundo llevando su show". Eso de comparar al papa Francisco con el ratón Mickey redunda en la mezquindad y el irrespeto. No sé qué valores le infundieron en su hogar a este columnista que lo único que hace a través de su columna es despotricar de quien quiera como si tuviera patente de corso. Ya anteriormente lo había hecho con nuestra miss universo, Luz Marina Zuluaga (q.e.p.d.). Hasta cuándo tendremos que aguantar sus comentarios ofensivos y salidos de tono.
Y finaliza diciendo: "No tengo nada contra el papa Francisco, pero pensar que su visita cambiará el rumbo del país es ridículo. Si no fue capaz de conciliar entre Santos y Uribe cuando los sentó en su despacho y los regañó como a niños de colegio, dudo que unas cuantas plegarias hagan el milagro de la conciliación en Colombia. Tampoco acabarán la corrupción".
Le aclaro al columnista que el veneno que guarda en su interior el senador Álvaro Uribe, solo Dios con su infinito poder puede sacar. El sumo pontífice hizo su mediación, pero para lograr esa reconciliación se necesita un milagro. No por eso se le puede desconocer su buena intención. Respecto a la corrupción, es la pérdida de valores en nuestra sociedad la causante de la descomposición social que vivimos y que tiene su principal origen en nuestros hogares.
Desde el Vaticano se ha insistido en quitar cualquier connotación política al viaje.” Él no viene con el sentido de dar un apoyo político al presidente, sino para impulsar al pueblo colombiano para colaborar en la construcción del país con paz, hermandad y justicia”. El tema que acompañará todo el viaje a Colombia será el de la reconciliación en un país donde ha existido una “cultura de la violencia” y donde los acuerdos de paz han creado una “fortísima polarización en todos los ámbitos de la sociedad. (LA PATRIA, edición domingo 3 de septiembre, “Por una verdadera reconciliación”).
El papa y los 38 millones de católicos que hay en nuestro país merecemos respeto. Que usted sea antipapa, anticatólico, antivalores y otros etcéteras no le da autoridad para estar despotricando de las personas e instituciones, en este caso de la Iglesia Católica.
La Constitución Política de Colombia, capítulo 5, de los deberes y obligaciones, artículo 95 dice textualmente: Son deberes de la persona y del ciudadano: 1. Respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios.
Invito a todos los católicos para pronunciarse a través de este importante medio de comunicación.
Cordialmente,
Rodrigo Marín Obando
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