Vamos mal
Señor director:
Analizando la actualidad en Manizales y Caldas, como ciudadano del común, es preocupante que continuamos en un continuo y desesperante letargo, convertido en sistemático desde hace muchos años. No avanzamos al ritmo del país, ni en las épocas de las “vacas gordas”, ni como ahora en las flacas. Continuamos navegando por debajo de la media en el contexto nacional. Miremos algunos puntos, como el empleo en la ciudad; conservamos tristemente el mismo nivel de tener entre 24 y 27 mil desempleados desde hace años, con resultados mediocres en el intento de mejorar ese indicador que muestra si de verdad podríamos considerarnos como una sociedad con un buen nivel de vida.
La infraestructura. Manizales y Caldas viven de promesas gubernamentales que se han convertido en “refritos noticiosos” aburridos, nos hemos quedado en la humillante situación de contar con 50 mil millones de pesos del presidente Santos para construir un aeropuerto que cuesta 500 mil de los mismos millones, y “peleando” por otros resticos de 10 o 12 mil para adicionarlos a 50 mil que sabemos nunca llegarán.
Que Manizales es una ciudad terminal, así nos califican, que porque estamos fuera del eje principal de comunicaciones terrestres del país. Llevamos años escuchando hermosas propuestas que van desde pequeños túneles y ampliaciones, hasta grandes obras estructurales que venzan la cordillera central, que hasta hoy quedan en insuficientes adecuaciones que no corresponden a las verdaderas necesidades. Por ahora tendremos que seguir soportando ese feo remoquete de ciudad terminal, como si nos estuviésemos muriendo.
En lo local, las calles de Manizales son un desastre, no solo por su mal estado, sino por la aterradora falta de autoridad y organización en el tránsito. Se pueden encontrar carros bloqueando las calles e inmensos camiones descargando sus mercancías en las principales avenidas, o a un vecino de un barrio que decide poner un gran taller de reparación de automotores, haciendo el trabajo respectivo en las aceras y vías públicas.
La seguridad es preocupante, sin someternos a estadísticas de la Policía, las noticias de asesinatos, tráfico de drogas, robos de celulares, asaltos en residencias, atracos en carreteras, son de diario suceso.
Y las autoridades, ¿dónde están? No aparecen para cumplir lo que les corresponde.
¿Qué pasa con nuestra dirigencia? El alcalde ha demostrado una incompetencia absoluta a la hora de ejecutar el escaso presupuesto y una falta total de creatividad e inteligencia para sortear dificultades, que solo se logran con eficiencia y recursividad en la consecución de medios económicos para lograr objetivos concretos, perfil propio de un verdadero coordinador del erario, que es lo que debe saber hacer un buen alcalde. ¿Gobernador? No tenemos hace como cuatro años, ya que hemos venido de interino en interino, donde el penúltimo entendía más de filosofía barata que de gobernar. Los congresistas, en general, no están en marcha neutra, llegan de 0 a cien kilómetros en menos de tres segundos, pero para alimentar su propio ego y beneficio personal. Uno de ellos dedicado a cargarle el maletín al presidente Santos, otro a escribir libros faranduleros, aquel haciendo maestrías en politiquería y otra señora por ahí que no se sabe dónde anda. Esa es la triste realidad de nuestros representantes en el poder legislativo nacional.
Nuestros flamantes gremios, ni en neutro y ni siquiera en primera, en reversa total. La Cámara de Comercio, que parecía haber logrado una oxigenación y se veía una esperanza de que cumpliera ese anhelado rol de ser un verdadero puente institucional entre lo público y lo privado volvió a ser, en compañía y llave del Comité Intergremial de Caldas, un balcón para vanidades personales, donde los responsables brillan más por sus declaraciones demagógicas en los medios que por acciones que aporten al progreso de la región. De gremios como la Andi, Acopi y Fenalco, ni para qué se mencionan, dan la amarga sensación de haber quedado como instituciones dedicadas a simplemente mantener unos afiliados que estén al día en sus aportes para cubrir los cargos administrativos.
Creo que bien valdría la pena entrar en un período de autocrítica severa y tratar de verdad y de una vez por todas de encarrilar nuevamente a Manizales y Caldas dentro del ámbito nacional. Para eso debemos aprovechar no solo las próximas citas democráticas, sino también que aquellos ciudadanos al frente de los gremios de la ciudad reinventen esas instituciones y permitan relevos generacionales en sus juntas, nuevas ideas y propuestas que promueva avances tangibles y significativos.
Cordialmente,
Pedro Felipe Bonivento Correa
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