¿Qué se siente 18 horas antes de correr 200 km?

#MásQueUnRetoUnaCausa así hemos llamado este proyecto de correr 200km así: 160km non-stop (sin parar) desde Neira hasta Plaza Mayor en Medellín para recoger el kit de carrera y correr los 42km de la Maratón de Medellín.

Este texto lo escribí justo antes de emprender este reto el jueves pasado.

Mi proyecto es terminar cinco de las pruebas de ultra-resistencia más exigentes del mundo; llevo tres. Esta no contará como la cuarta porque los protagonistas no somos los deportistas, sino 2.200 niños de la Fundación Nutrir, que miles de deportistas amateur están apoyando al aceptar nuestra invitación de unirse al reto así: mientras nosotros corremos los 200km, ellos pueden registrar sus entrenamientos de manera virtual en la aplicación Strava y nuestro patrocinador Arroz Sonora los convertirá en raciones de alimento para los niños de la fundación.

El año pasado entregamos 10mil raciones, pero entendimos que esta tarea no termina por lo que nos pusimos la meta de llegar a 20mil este año. Estamos cerca de lograrlo gracias a todos los que han participado.

¿Qué siento a 18 horas de dar el primer paso?

GRATITUD, con mi tripulante de vida Verónica Trujillo (te pido perdón por cada ausencia cuando entro en modo reto).

Con Andrés Cortés de The Force Pictures -mi productor audiovisual, Paula Orozco -mi directora de proyectos y cada miembro de nuestra tripulación: Alejandro Ardila, Federico Betancur, Germán Jiménez y Jonathan Bohorquez.

Con los miles de miembros de esta TRIBU que ha convertido sus entrenamientos en alimento para los niños. Con cada marca que sigue confiando en esta locura y la hace posible.

Con el par de guerreros que me acompañan: Catalina Gómez, maratonista que representa la fuerza de las mujeres en este reto y “Lucho Fuerza”, un soldado de mil batallas.

PERO LO QUE MÁS SIENTO ES INCERTIDUMBRE.

Nadie puede garantizar lo que va a pasar, más allá de que tengas experiencia o estés muy entrenado, y esa es la magia de cada nueva cosa que emprendemos.

Si alguien pudiera darnos certeza de que lo vamos a lograr, ¿Qué gracia tendría? ¿Qué nos hubiera motivado durante la preparación brutal que tuvimos que enfrentar, y qué lo haría durante la prueba?

Así que bienvenida la incertidumbre, esa que nos da miedo y nos abre un hueco en el estómago, pero que también abre una puerta para que dejemos el alma en cada intento sin importar el resultado. Y por eso no les prometemos llegar a la meta, eso lo sabremos el domingo. Lo que si les prometemos es dejar hasta la última gota de sudor en el pavimento para lograrlo. No por nosotros, sino por cada uno de esos 2.200 niños que son nuestra verdadera causa.