La determinación la comprendí en mi primer reto: Ultraman 2017, una de las pruebas de resistencia más duras del planeta (Triatlón 515km en 28:10h). Por más preparado que uno crea estar esta prueba es algo realmente brutal, como un pase VIP al infierno por tres días. Fueron doce meses complejos en muchos frentes: físico, mental, nutricional, logístico y familiar con jornadas de hasta 40 horas semanales.
Sin embargo, el cuerpo y la mente son asombrosos, y cuando logras ponerlos a trabajar conectados pareciera que no tienen límite.
La experiencia que vivimos es algo difícil de explicar. Participamos 43 hombres y mujeres de cinco continentes (profesionales y amateur), múltiples razas y edades; entre nosotros un súper hombre al que le faltaba una pierna. Vimos bicicletas desde USD$15.000 hasta una "burra" de aluminio, la última generación de tenis y alguien que corrió en sandalias. Unos con súper patrocinios y otros que vendieron empanadas para poder llegar. ¡Había de todo!
Si se buscara algún patrón a simple vista sería imposible de encontrar. Lo único evidente (al parecer) es que todos éramos terrícolas.
Quería encontrar algo en común. De lo contrario ¿Cómo explicaría que todos tan diferentes hubiéramos terminado esa demencia llamada Ultraman?
Lo llamaré DETERMINACIÓN. Esa fuerza interna que hace que uno se levante el tercer día de competencia sabiendo que le falta por correr dos maratones (84km) cuando la piel ya está rasgada, los músculos estallados y la cabeza casi alucinante.
Y ahí estábamos nosotros (mi equipo y yo) navegando entre todas esas variables. Ni muy arriba ni muy abajo. Primíparos, pero con la tranquilidad de haber trabajado duro toda la temporada.
Finalmente, casi todos lo logramos y cada caso en su momento partió de cero, simplemente con tomar la aparentemente desquiciada decisión de hacer algo extraordinario por lo menos una vez en la vida. Es aquí donde viene lo más interesante: esas historias extraordinarias se reescriben cada día y la página amanece en blanco. Nadie está predestinado a estar o no en ella y poner tu nombre ahí solo depende de ti. Nada te impide hacerlo, o por lo menos intentarlo.
Renacer es cuestión de DETERMINACIÓN, y esta no tiene un único dueño, esos 43 guerreros son una buena muestra de ello.
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