¡Oh, señor de las alturas celestiales donde todo es paz¡ Ilumina a Colombia para que ensanchando nuestra conciencia, nuestro intelecto, nuestra voluntad, nuestra conciencia y nuestro corazón, seamos capaces de hacerle un gran nido de amor a la paz. Que entre todos, seamos capaces de hacer un acto de arrepentimiento y tengamos la fortaleza de arrodillarnos frente a nuestras malas acciones, para reconocer que hemos pecado contra la democracia, contribuyendo para que nuestro país haya sido un emporio de injusticias con las clases sociales que no han podido disfrutar de la grandeza de esta patria.
Señor de las alturas celestiales, ilumina a las clases dirigentes para que al clamor de los débiles, sean capaces de enderezar sus torticeras actitudes y con el arma de la justicia en la mano, llenen generosamente de pan el hambreado comedor de los más castigados por el infortunio. Que seamos capaces de aceptar con humildad e intención de reivindicación, que hemos cometido muchos pecados sociales, como consecuencia de nuestra indolencia y, a veces, por caminar al lado de la avaricia, que no tiene ética ni conciencia, para llenar nuestras manos de generosidad y de amor por nuestros semejantes. Pedimos perdón por aquellos que teniendo todo en sus manos, lo han negado todo. Por aquellos que han creído que las armas dan poder para llenar de muertos los cementerios, las fosas comunes, los socavones y las inhóspitas selvas que sólo debieran ser la casa de los animales silvestres y una fábrica de oxigeno para que los seres vivos podamos disfrutar de un ambientes más sano y ecológico. Perdón por quienes han llenado sus arcas con el dinero sucio del narcotráfico envenenando la riqueza humana aprovechando sus debilidades ; perdón para quienes aún con la tozudez de su irracionalidad, persisten en continuar alimentando la guerra fratricida pretendiendo asegurar que el estado de inconsciencia tenga vigencia, no como ganancia social sino como un fuente lucrativa políticamente. Perdón, para quienes han usufructuado el poder con alevosía e inhumana brutalidad en contra de quienes somos la riqueza natural e insustituible de nuestra sociedad, sin llegar a pensar que esta tierra es de todos y que todos tenemos derecho a ser admitidos en las oportunidades sin distingos, ni diferencias en un mundo en el cual predomina la pluralidad como fenómeno dialéctico dándole paso a un modelo político que sea más equitativo y justo.
Perdón, por aquellos que no han puesto su cuota de dolor en la guerra, pero sí el combustible del odio para que siga el incendio que habrá de darles ganancias que podrían servir para darle un nuevo amanecer a nuestro pueblo. Perdón para quienes tienen pecados en el alma y que han encendido la llama de la humillación social llevando en su conciencia un infierno de maldad. Perdón, por aquellos que tienen sus manos llenas de sangre y con olor a muerte, para que sean perfumadas con el bálsamo del amor. Perdón, para quienes propugnan para que el incendio siga consumiendo la nobleza de un pueblo que merece vivir mejor.
Señor de las alturas donde todo es paz, derrama bendiciones sobre tantos insensatos que no han sabido descubrir el valor de la vida, para que la luz del amor caiga sobre ellos como magia celestial para que con la llama de la sindéresis sientan que esta COLOMBIA debe ser para todos y no para unos cuantos, que como epulones han devorado egoístamente y sin piedad, el pan al cual todos tenemos derecho por ser seres humanos y hacer parte de la gran familia universal y la Colombianidad. AMÉN.
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