Cada año, por esta época al finalizar las actividades escolares, concurren las mismas circunstancias de tiempo, modo y lugar en las llamadas Instituciones Educativas.
Se revive en toda su intensidad la célebre fábula, muy vetusta por cierto, de la liebre y la tortuga, y que por más antigua que sea, no pierde su vigencia aplicada a la educación colombiana en particular.
La tortuga son los estudiantes que durante todo el año lectivo, van cumpliendo sus logros con regularidad, gradualidad y eficiencia respecto a unos indicadores de evaluación que son progresivos y desde luego interconectados desde las partes al todo, desde lo fácil a lo difícil, desde lo particular a lo universal como algo integral, con verificadores de competencias tangibles hasta las intangibles y desde la demostración de actitudes vivenciales en el espacio personal, escolar y social como respuesta a unos procesos pedagógicos de cambios de comportamiento, como resultado de objetivos e intenciones planificados con sumo cuidado por profesionales idóneos como son los maestros.
Estos estudiantes manejan una disciplina de compromiso y responsabilidad durante todo el año, son acompañados por sus padres y tienen su premio como es su promoción sin contratiempos, ni sobresaltos, sin presiones indebidas, porque entienden que la escuela exige unos compromisos y saben con claridad para dónde van con conciencia de presente y de futuro.
Otros, que asumen la actitud de la liebre, se sienten muy sobrados, zanganean y parasitan todo el año siendo desordenados, indisciplinados, perezosos, desatentos, desidiosos e indiferentes, pero…, no quieren quedarse atrás de los demás que sí cotizaron con méritos y exigen ser promovidos apelando a las más inimaginables argucias para acceder al premio no merecido de la promoción en un juego del gana-gana.
Y, la alcahuetería, también la aporta el Estado cuando con toda laxitud y permisividad, obliga a que los maestros, tengan qué realizar actividades de RECUPERACION a los zánganos y negligentes “ maquetas “, para que en un breve lapso de micro-tiempo, supuestamente nivelen logros que no fueron capaces de hacerlo gradualmente durante todo el año escolar. Es un contrasentido y un mal ejemplo, que puede ser contagioso y además una lección de irresponsabilidad que al final todos queden en las mismas condiciones, invocando el derecho a la igualdad.
Y… el vía crucis sigue. Si después de este baño María o aplicación de respiración artificial a un paciente que está académicamente muerto y toca declararlo irrecuperable, vienen las presiones de todas partes : directivos prepotentes, acciones de tutelas, demandas, amenazas, Defensoría del pueblo, Personaría Municipal, si les solicitan ayuda, cuestionamientos para echarle la culpa a los docentes que en su mayoría han cumplido con su deber con ética y responsabilidad. Ahora sí, aparecen los padres que durante todo el año escolar estuvieron desconectados y ausentes de la Institución Educativa, para poner problemas y reclamar resultados, sin darse cuenta que ellos también perdieron el año.
Algunos docentes, para evitarse problemas, posiblemente promocionan sin tener en cuenta la trascendencia que tiene su proceder en el ejercicio profesional y ante su propia conciencia.
Al gobierno no le interesa sino la promoción, otorgando cartones y más cartones, como que si estos pensaran, haciendo de lado la CALIDAD, para mostrar cifras que la estadística amaña tratando de argumentar que tenemos un país que se está desarrollando a partir de la LOCOMOTORA “ de la EDUCACIÓN ante organismos internacionales.
Cuánto daño se hace con estas actitudes tan permisivas y flexibles apoyando la irresponsabilidad y el zanganismo, sacrificando la idoneidad y la formación integral de los futuros ciudadanos de un país que ineluctablemente serán nuestros dirigentes, nuestros líderes, nuestros gobernantes con procederes en contravía de los principios y valores que deben ser la formación de nuestra esencia ciudadana.
Definitivamente una buena calidad educativa, es el arma eficaz para formar ciudadanos integrales que garanticen una nueva sociedad colombiana que necesariamente se requiere para evitar un colapso social que parece inevitable.
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