Una de las mejores definiciones de lo que es un bloguero es la que lo pinta como “un columnista irresponsable”. Me gusta porque esa descripción acierta en identificar tres características de quien decide acudir a estos espacios para comunicar: el desparpajo, la ausencia de límites en la extensión y la intempestividad de las piezas que comparte.
Pensando en esos patrones, regreso a un blog luego de cuatro años sin haberlo hecho. El nombre esta vez, “Apuntes fortuitos”, corresponde al de una columna de opinión que escribí para el diario La Opinión y que distribuyó la agencia de noticias Colprensa.
Como ha corrido mucho tiempo desde entonces, casi 30 años, pensé en iniciar este espacio con una pequeña reflexión sobre la memoria. Diría, más bien, con unos apuntes sobre la ausencia de memoria, a partir de un hecho fortuito precisamente.
Extravié, hace casi un mes, una cartuchera donde llevaba un disco duro externo, unas USB y una serie de tarjetas SD y microSD. Ninguno de los tres aeropuertos que transité ese día da razón del objeto refundido. Tampoco en los aviones se ha encontrado el material. Alguien lo tiene en su poder, supongo, y quizá borró ya esos pedazos de “mi memoria”. Estaba constituida por fotos y archivos de texto, que pueden sumar un terabyte. Vale decir, si se imprimieran en hojas, apiladas podrían alcanzar unos 16 km de altura.
Sé que estaban unas fotos muy apreciadas, de las que ya no hay copias. También sé que había un material sobre mis áreas de estudio (comunicación política, periodismo, medios sociales y educación para los medios) que quizá nunca volveré a encontrar. Pero no sé con certeza qué había exactamente en esos dispositivos. Lo he ido descubriendo, a medida que he necesitado algún documento puntual. Así funciona la memoria, se bloquea, pero incluso las cosas más olvidadas siempre vuelven a aparecer cuando ellas quieren.
El hecho me hizo caer en la cuenta de un tema recurrente por estos tiempos: la cantidad de información que hemos ido dejando en la red, en el espacio, en la nada. ¿Cuántos mensajes en las cuentas de correo cerradas, chats en teléfonos cambiados, enlaces a páginas que ya no existen, anuncios en redes que abandonamos, usb dejadas en algún sitio?
Tenemos tanto material almacenado que no sabemos qué hay. Y, sobre todo, carecemos de memoria para tantas memorias. Apenas sabemos cuatro o cinco números de celulares y dos o tres claves para entrar a algun sistema informático. En la era de lo efímero y del todo-está-registrado-en-alguna-parte, casi que dejamos de usar la memoria y con eso nos perdemos la oportunidad de hacer balances, de poder comparar, de elegir mejor, de proyectar el futuro repitiendo menos las equivocaciones, con más espacio para nuevos errores.
El primer blog que publiqué, en 1996, “Textos y contextos”, lo hice en un programa que ya no se usa, en una plataforma que desapareció. Su contenido —un resumen de lo que leía en las que consideraba las mejores columnas de opinión publicadas en los diarios colombianos— está en algún lugar de la internet profunda, la que no vemos, la que no se nos revela cada vez que consultamos al gran señor de las respuestas, Google. Está en ese espacio de la red que crece a cada instante al tiempo que no logramos asirlo.
La escritura es una forma de recobrar la memoria, de ejercitarla. También por eso inicio este blog, que no se limitará a un tema y acudirá a varios formatos en cuanto sea posible.
Ahora que he ido recordando lo que ya no está, confirmo que la memoria es más una cuestión del corazón que del cerebro. Y voy convenciéndome del acierto de Malcolm de Chazal en uno de sus bellos aforismos: la memoria tiene cinco puertas de entrada, los sentidos, y una puerta de salida: la imaginación.
Puede seguirme en Twitter: @alduque
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015