COLPRENSA | LA PATRIA | Bogotá
En un ambiente de tensión se llevó a cabo, el pasado miércoles, un consejo de ministros en Toribío (Cauca). Cientos de personas se aglomeraron en el Parque Principal para recibir al presidente Juan Manuel Santos, pero a su arribo, y cuando se esperaban unas palabras para la comunidad, el Jefe de Estado se reunió de inmediato con su gabinete.
Los murmullos y reclamos no se hicieron esperar de la comunidad que, como el mismo Santos lo reconoció, está cansada de una guerra que lleva más de 40 años. Los indígenas tenían en sus manos una propuesta política para presentar al mandatario, pero al final decidieron no dialogar y resolver la situación por su cuenta, pues, según argumentaron, no les ofrecieron “las condiciones para una discusión abierta”.
Sumado a esto, otro hecho causó más indignación entre los habitantes. El comandante del Ejército, general Sergio Mantilla, negó que se hubiesen presentado hostigamientos de las Farc durante el consejo de ministros y que los guerrilleros estuviesen haciendo retenes a plena luz del día en la vía Caloto-Toribío.
Luego de esa intervención pública, Amareto García, un habitante rural, aseguró que “parece que el Gobierno no sabe bien lo que está pasando aquí. Cómo vienen a decir que aquí no pasa nada y que hay tranquilidad, si es que después de muchos años todavía nos cae de todo y nosotros lo vemos. Como que no nos escuchan”.
¿Los escucharon?
Hace algunas semanas, Santos confesó que una de sus preocupaciones es la falta de comunicación con los colombianos. En Toribío, a pesar de las medidas que se adoptaron, como la puesta en marcha del ‘Plan Cauca’, quedó un sinsabor entre los pobladores, porque sintieron que no fueron la prioridad del Presidente.
García agregó: “Yo pensé que él (Santos) iba a venir a decirnos algo de lo que nos está pasando. Hace poquito no más, las Farc atacaron el puesto de salud y hubo heridos. El año pasado fue lo de la ‘chiva-bomba’ y varias casas quedaron destruidas. Y es que después de que se vaya (Santos) esto aquí se puede calentar aún más”.
La comunidad indígena, entre tanto, no dio su brazo a torcer. Antes de concluir el consejo de ministros, el vocero de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN), Feliciano Valencia, se dirigió a los habitantes, con un megáfono, para informar que no escucharían a Santos, pues, según dijo, “él vino a hacer su consejo a puerta cerrada y nosotros queríamos un debate abierto con la comunidad".
Su anuncio fue una realidad. En un documento, dejaron expuestas sus propuestas al Gobierno Nacional, que incluyen la legitimidad de la Guardia Indígena como una institución autónoma de control territorial y el retiro de la Fuerza Pública. Y es que, efectivamente, después del mediodía, una comisión de los indígenas partió hacia la torre El Berlín, en el área rural, para solicitar el que las tropas abandonaran el lugar.
“Si el Gobierno no ha podido controlar el territorio con todo su armamento, lo tenemos que hacer nosotros. Si el Gobierno fuera más sensato, le saldría más barato apoyar y legitimar a un ejercicio de control territorial civil. Sentimos que nuestras preocupaciones no van a ser escuchadas y no nos vamos a prestar para tomarnos la foto oficial con el Presidente, y ya", declaró el líder indígena.
Descartados
Sin embargo, el Presidente advirtió que no va a desmilitarizar ni un solo centímetro del territorio colombiano y que la posibilidad de un despeje o de un control civil quedaba totalmente descartada. "Por ningún motivo vamos a desmilitarizar ni un solo centímetro. El Ejército no se va a ir de ninguna parte”, dijo al término del encuentro con los ministros y de una intervención ante los habitantes del municipio, que permanecieron en el parque para conocer las conclusiones.
A pesar de la expectativa que había por la primera visita del Presidente a ese municipio y del anuncio de inversión para proyectos de infraestructura y agrícolas, el escepticismo de los pobladores por el tema de seguridad y el control estatal se mantuvo. Tanto así, que la propuesta de la comunidad indígena es aprobada por la mayoría.
“Como alcalde los cabildos, me han informado que, en ejercicio autónomo de autogobierno, ellos van a plantear que se reconozca a la Guardia Indígena como un mecanismo civil de autocrontrol y pedirle que se retire la Fuerza Pública. Es una posición dura y riesgosa, pero más que compartir, yo veo que eso lo apoya la comunidad y yo diría que toca respetar”, aseguró el alcalde de Toribío, Exequiel Vitonás.
El miércoles no fue un día fácil para Santos. Tuvo que enfrentar a una población que no tolera más violencia; fue testigo de los disparos que se escuchaban desde las montañas, y de la negativa de los indígenas para sostener un diálogo con él. Lo cierto es que, por ahora, la situación se agudiza y si bien el pie de fuerza se mantiene, el Estado está jugando como visitante en esa región, pues de local parecen jugar las Farc.
La Constitución reconoce la autonomía de los pueblos aborígenes que, en el caso de los Nasa, han conformado la Guardia Indígena. La situación de inseguridad continúa y si bien Santos reitera que no abandonará ese territorio, la ofensiva de las Farc seguirá y los indígenas, como lo anunciaron, tomarán medidas por su cuenta.
El Alcalde de Toribío denunció que en los últimos 10 años han recibido 400 hostigamientos y cerca de 14 tomas al casco urbano. “De todas esas tomas, lo más duro ha sido lo de la ‘chiva-bomba’, porque fue una destrucción de casi de todo el pueblo. Aún faltan por reconstruir 167 viviendas, algunas familias viven en posadas y en los últimos 10 años llevamos 97 muertes por el fuego cruzado”.
Agregó que “la guerrilla enjuicia a algunos jóvenes por ser supuestamente informantes del Ejército, e incluso a las mujeres por tildarlas de tener amantes militares”.
Esto último se suma a la difícil situación que advierten los propios residentes por los constantes hostigamientos de las Farc. Emilio Portas, un campesino de 40 años, dijo: “Según el Gobierno, la Fuerza Pública nos está protegiendo, pero se atrincheran allá (señala las montañas) y la gente civil aquí recibiendo todo lo que cae. Si la Policía de verdad estuviera con nosotros, sería diferente y acá lo que nos ha defendido realmente es la Guardia Indígena”.
Finalmente, Lisandro Poscueta, de 76 años, manifestó que ese día había caminado hasta el pueblo solo para escuchar lo que decía el Presidente. “Mi esperanza es que primero los indígenas no rechacen al Ejército y que se den cuenta de verdad lo que está pasando con nosotros”, dijo.
Puntualizó diciendo que Santos “se ve muy triste y preocupado por todo lo que está pasando y todo lo que vienen a hacer. Un dolor que uno siente, pero uno nada puede hacer, yo no digo que el Gobierno tenga la culpa”.
Aunque en Toribío el Jefe de Estado fue recibido con desesperanza y reclamos, en otros lugares tuvo una mejor recepción. En la Sierra Nevada de Santa Marta, donde hizo la entrega oficial de algunas obras para el pueblo indígena Wiwa, el Mandatario no tuvo mayores inconvenientes, hizo un recorrido, saludo a la comunidad y, al final de su discurso, fue aplaudido por los indígenas.
De hecho, durante su intervención, recordó que en esa región del país había paz gracias a la colaboración de los habitantes con las autoridades y recalcó el papel del Ejército como un aliado para los indígenas.
En Bogotá, entre tanto, luego de sancionar la Ley 1551 o nuevo Régimen Municipal, hizo un pequeño recorrido por la carrera octava, en el centro de la capital, y fue aplaudido por los ciudadanos que transitaban por el sector.
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