Matilde y su labor contra el infanticidio en la Guajira

Gonzalo Domínguez

EFE | LA PATRIA | Bogotá

Tras casi dos décadas de activismo, la indígena colombiana Matilde López Arpushana, líder del pueblo wayuu, ganó ayer el Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos por su lucha a favor de los niños en La Guajira, donde el índice de mortalidad infantil es superior al de Etiopía.

"Lo que el Gobierno hace y deja de hacer en La Guajira es un infanticidio", afirmó López en una entrevista con Efe tras recibir el prestigioso galardón en la categoría "defensora del año", entregado en Bogotá por la ONG sueca Diakonia en colaboración con la Unión Europea.

A esta indígena, que lidera a 145 comunidades wayuu en esa región del norte de Colombia, fronteriza con Venezuela, el activismo le llegó de su "convicción como persona" al observar la precaria vida de los menores durante la primera infancia y dialogar con sus madres.

Dejó así claro que la mortalidad infantil en La Guajira es superior a la de Etiopía y "está por pasar a Ruanda".

Peor que la violencia

Para la joven dirigente de 34 años, la muerte de los niños "a punta de hambre" es incluso peor que la de aquellos que han perdido la vida en las últimas décadas a causa de la violencia generada por los diferentes actores armados.

A su juicio, "cuando recibes un tiro mueres en dos minutos", mientras que las consecuencias de la desnutrición se prolongan durante meses o años.

La situación que atraviesa La Guajira, en su opinión, se debe a que "el Gobierno colombiano ha hecho omisión" del ejercicio de sus deberes y ha dejado a la región en un estado de "abandono absoluto".

Según los datos oficiales que maneja López, en los últimos cinco años han muerto 4.000 menores de cinco años, una cifra que, de acuerdo con sus cálculos, sería superior porque la mayoría de los fallecidos pertenecen a comunidades indígenas, donde no hay registros.

"Aquí -en La Guajira- está pasando lo mismo que en África. Cuando alguien se refiere a África, inmediatamente la mente de cada ciudadano va a al problema del hambre", comentó.

López alertó que, de continuar el actual estado de abandono, "miles de niños morirán" en los próximos años.

Todo ello es consecuencia de una ausencia de educación de calidad, lo que empeora las expectativas, puesto que, según López, los adultos no han tenido "oportunidad de formarse para responder de una manera mejor a la atención y cuidado de los niños".

Para concienciar a su pueblo y aunar a los wayuu en el reclamo de sus derechos, la galardonada se ha enfrentado a ese "altísimo índice de analfabetismo" y al hecho de que "un 99% de los miembros de estas comunidades no habla español", lo que dificulta la propagación de su mensaje.

Ha contado con el problema añadido de no tener una organización tan cohesionada como la de otros pueblos indígenas de Colombia, como los del Cauca en el suroeste, que están más y mejor estructurados.

Pese a todas las complicaciones, la líder comentó a Efe que ha conseguido movilizar a esta comunidad, "sobre todo a las madres", aunque reconoció que solo han sido escuchadas por las autoridades cuando han "montado escándalos".

Que se enteren

El reconocimiento obtenido le permitió hacer un llamado a la comunidad internacional: "que el mundo entero sepa lo que está pasando", apuntó.

López pidió garantizar el derecho de las comunidades indígenas a contar con condiciones "dignas y apropiadas".

Mientras eso sucede, la merecedora del premio prometió seguir luchando en "defensa al derecho a la vida" para garantizar la supervivencia de los wayuu.

"Somos el pueblo más grande de Colombia y de Latinoamérica, sin embargo estamos a la merced de lo que Dios quiere", concluyó.

El pueblo wayuu, conformado por unos 300.000 integrantes, de ellos la mitad vive en Colombia y el resto en Venezuela, fue declarado en el 2010 Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en reconocimiento a su particular sistema de resolución de conflictos a través de la palabra.