OVIDIO CASTRO MEDINA
EFE | LA PATRIA | BOGOTÁ
Los colombianos se echaron ayer a las calles para expresar de manera contundente su rechazo a la política económica y social del presidente, Iván Duque, un protesta sin antecedentes en la historia reciente del país.
La jornada empezó con manifestaciones pacíficas que recorrieron las principales calles y avenidas de Bogotá y demás ciudades y municipios del país y se prolongaron hasta bien entrada la noche con un súbito cacerolazo que retumbó en la mayoría de los barrios de Bogotá y acabó contagiando a otras ciudades como Manizales.
Las protestas no estuvieron exentas de actos vandálicos principalmente en Bogotá, Cali y algunas ciudades intermedias, que obligaron a las autoridades locales a declarar el toque de queda en algunas de ellas para tratar de preservar el orden.
Marchas pacíficas
Desde temprano, los ciudadanos se reunieron en diferentes puntos de ciudades como Bogotá, Cali, Medellín, Bucaramanga y Barranquilla para realizar movilizaciones masivas en contra del "paquetazo" de medidas económicas que, según los sindicatos, el Gobierno de Duque quiere proponer al Congreso para modificar el régimen laboral y de jubilaciones en detrimento de los trabajadores.
En Bogotá, decenas de miles de personas entre estudiantes, trabajadores, indígenas y colectivos negros colmaron la Plaza de Bolívar, el centro del poder político y judicial de Colombia, a donde llegaron en medio de la algarabía con mensajes como "El Gobierno no invierte en la educación por temor a la emancipación" o "Más salarios, menos impuestos".
La protesta en Medellín, que fue mayoritariamente pacífica pese a que hubo conatos de enfrentamientos entre encapuchados y policías, tuvo como punto de encuentro el Parque de las Luces.
En esa manifestación participó un grupo de excombatientes de las Farc que se acogieron al acuerdo de paz, que el próximo domingo cumple tres años.
Uno de ellos fue Rodrigo Londoño, presidente del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), surgido de la desmovilización de la antigua guerrilla, quien participó rodeado de guardaespaldas.
"Estamos arrinconando a quienes quieren que sigamos en guerra (...) Espero que escuchen al pueblo, tengo la esperanza de que razonen y escuchen la voz del pueblo, el pueblo está pidiendo paz y está pidiendo reconciliación", dijo a periodistas Londoño, conocido en su época de guerrillero como Timochenko.
En Barranquilla, miles de personas acudieron a la cita y se reunieron en el Paseo Bolívar, donde unieron sus voces para reclamar al Gobierno más inversión en educación pese al inclemente calor de esa ciudad del Caribe colombiano.
Disturbios
A lo largo del día hubo disturbios en distintas partes, pero al caer la tarde, cuando las multitudes se dispersaban, entraron en acción agitadores que se enfrentaron con piedras a la Policía, que respondió con gases lacrimógenos, y vándalos que aprovecharon el desorden para saquear oficinas públicas y comercios.
El mayor foco de violencia se vivió en Cali, la tercera ciudad de Colombia, donde el alcalde, Maurice Armitage, decretó toque de queda durante toda la noche para contener los saqueos a establecimientos comerciales.
El toque de queda también fue implantado en los municipios de Candelaria y Jamundí, cercanos a Cali, debido a los saqueos, al igual que en Facatativá, una localidad que está ubicada a menos de 50 kilómetros de Bogotá.
Pese a esta medida, en algunos barrios de la zona sur de Cali vándalos ingresaron a conjuntos de apartamentos a robar, lo que obligó a sus moradores a armarse con palos y otros objetos para defender sus propiedades.
En la capital colombiana, vándalos encapuchados reunidos en la Plaza de Bolívar atacaron a los policías que custodiaban el Capitolio, el Palacio de Justicia y el Palacio Liévano, sede de la Alcaldía.
Policías y encapuchados libraron una batalla campal por cerca de una hora en la zona al caer la tarde hasta que la fuerza pública logró dispersar a los agitadores.
Un desorden similar ocurrió en el populoso sector de Suba donde delincuentes destrozaron la principal estación de autobuses del barrio así como una oficina de atención de los servicios públicos, y además de saquear comercios incendiaron una moto de la Policía.
Al respecto, Duque aseguró anoche en una alocución al país que lo ocurrido tras las manifestaciones son "vandalismo puro y no obedecen a una expresión de la voluntad popular, ni serán legitimados por el derecho a la protesta".
"He dado unas instrucciones muy precisas para que la Fuerza Pública garantice la seguridad, que está siendo afectada por vándalos y criminales que quieren aterrorizar a nuestros ciudadanos", dijo.
El impacto del cacerolazo
Cuando la jornada parecía que había terminado un súbito cacerolazo en barrios residenciales de Bogotá y otras ciudades del país prolongó las protestas contra Duque.
El movimiento comenzó en el tradicional barrio de Chapinero y se regó como pólvora por otros sectores de la ciudad donde esta forma de manifestación se alargó por horas bajo el grito de "resistencia, resistencia".
El golpeteo de las cacerolas llegó hasta el norte de la capital, donde una multitud se hizo sentir en frente del condominio donde tiene su residencia particular el mandatario.
El cacerolazo, símbolo de las protestas en otros países latinoamericanos, era hasta ayer algo casi inusual en Colombia donde el único antecedente de esta manifestación popular se remonta a mediados de la década del noventa contra el entonces presidente Ernesto Samper por el escándalo de filtración de dineros del narcotráfico en la campaña electoral que lo llevó al poder.
Alocución de Duque
El presidente de la República, Iván Duque Márquez, expresó anoche que los hechos sucedidos con posterioridad a la marcha son vandalismo puro y no obedecen a una expresión de la voluntad popular ni serán legitimados por el derecho a la protesta. "No permitiremos saqueos, ni atentados contra la propiedad privada y vamos a aplicarles todos el peso de la Ley”, sentenció durante una alocución a las 10:00 p.m.
Exaltó la captura de decenas de personas y rechazó los daños que dejaron, luego de las marchas que se desarrollaron durante las primeras horas sin grandes problemas de orden público.
Agregó que la ciudadanía habló y que él está dispuesto a escucharla, pero no dio señales de que vaya a dar un viraje en su Gobierno.
El mandatario tampoco hizo referencia alguna al sorpresivo cacerolazo que por varias horas retumbó anoche en los barrios de Bogotá y que contagió a los vecinos de otras ciudades de Colombia, una señal de la creciente insatisfacción con el Gobierno.
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