Wílmar Villa Vargas, 'Encarretado' con las cometas

MARGARET SÁNCHEZ
LA PATRIA | MANIZALES

Las primeras cometas de Wílmar Villa Vargas fueron de papel seda y plástico, con varillas de guadua y piola, como las que se ven por montones en agosto. Ahora, tiene una colección de casi 100, varias hechas en materiales más resistentes, como telas para confeccionar ropa deportiva y velas de barco y varillas de carbono.

Comenta que su gusto por las cometas comenzó desde niño, cuando elaboraba las suyas y las de sus amigos, a veces con el papel con el que envolvía el pan. Se divertía elevándolas en su tierra natal, el municipio de Filadelfia (Caldas).

Un día caminando en la ciudad de Vigo (España), en el 2001, encontró una tienda decorada con cometas de diferentes formas y colores, algunas con diseños tan complicados que creía que no podían volar. Ese día, en ese negocio, se enamoró de las cometas y decidió empezar una colección.

"El dueño de la tienda me aconsejó páginas web en las que podía encontrar diseños; me mostró telas, conectores, varillas y todos los materiales necesarios para elaborarlas, y me contactó con un grupo de cometeros de la ciudad".

Inicios

La primera cometa que hizo en el Viejo Continente fue en honor a Filadelfia. Es acrobática de icarex (una tela usada para las velas de los barcos), que se eleva con dos hilos. Es de colores azul, verde y rojo; con una estrella amarilla en el centro, y tiene escrito: Caldas, Filadelfia y Colombia.

"Quería que conocieran mi municipio, de dónde venía, que lo ubicaran en el mapa. Porque en el país, los pueblos siempre están desaparecidos".

Durante los 13 años que vivió en España, Wílmar elaboró, compró y recibió cometas para su colección. Además, participó en concursos de vuelo, exhibición y combate. "Sí, hay cometas hechas para pelear en el aire, gana la que tumbe a las otras. Son más pequeñas, con una que tiene los colores de Filadelfia, gané un campeonato", señala.

Llegó el año pasado a Manizales. Este mes aceptó la invitación de la Cooperativa de Empleados y Obreros del Departamento de Caldas (Ceocal) para exponer parte de su colección en sus instalaciones, en la carrera 21 #21-29.

De las paredes y techos están colgadas 38 cometas, acrobáticas, de combate, inflables, estáticas y cero viento; curvas, planas y semiflexibles; copos de nieve, rokkaku, eddy, volantines, y de uno, dos, tres y cuatro hilos.

Libertad

"Las cometas son libertad. Vas, las elevas y se te olvidan hasta las deudas. Es increíble", expresa Wílmar. Aunque en Manizales poco ha salido a elevar desde que volvió, dice que el viento, por el cambio climático, ya no es el mismo y algunas cometas requieren brisas más fuertes para volar de forma adecuada.

Agrega, con pesar, que Chipre se convirtió en un cementerio de cometas. "Es un desorden. Los árboles parecen de Navidad, decorados con las cometas. Las que venden en el comercio no están hechas bien, son clavadoras y coleadoras. Giran y hacen de todo, menos volar. Son esas cometas las que tumban a las cometas buenas. Si se enredan en árboles o cuerdas, allá se quedan, porque no las recuperan".

El coleccionista aclara que no hay que tener las cometas más costosas para disfrutar los vientos de agosto. En España les enseñó a sus compañeros que se pueden hacer con bolsas de basura y que cobran vuelo muy bien. "La semana pasada llegó una niña con su abuela. La pequeña estaba triste porque su cometa se le había dañado. En cinco minutos le armé una cometa que se llama trineo, con dos palitos, hilo y bolsas".

Enfatiza que hacer su propia cometa motiva a la gente a elevarla con amor y de forma adecuada, y en el caso de que se caiga, luchan para recuperarla.

La exposición
Las cometas de Wílmar Villa Vargas estarán exhibidas hasta el próximo viernes en la sede de Ceocal, en la carrera 21 #21-29, de 8:00 a.m. a 12:00 m., y de 2:00 p.m. a 6:00 p.m.