Visita guiada al cementerio de San Esteban en Manizales

Karol Ramírez Betancur

LA PATRIA | Manizales

Jorge Cardona es un sepulturero del cementerio San Esteban en Manizales. Lleva 20 años en este oficio, junto a sus compañeros, da vida a esta ciudad donde la mayoría de sus habitantes duermen eternamente.

Este cementerio se destaca por su arquitectura, se pueden apreciar diferentes monumentos funerarios, con elaboradas esculturas al estilo romano. "Son muy bonitas y no se ven en otra parte de Colombia", añade orgulloso el sepulturero.

También la cultura popular es digna de ver en las lápidas y en la tierra. Estas, por un menor precio, son el lugar perfecto para el descanso y para las humildes manifestaciones de cariño a un ser amado, con flores de muchos colores, en su mayoría claveles; carteles con frases extendidas; fotografías y peluches.

Pocas personas caminan sobre el campo santo: tres arreglan las flores de sus muertos, otro se encuentra desorbitado mirando fijamente la lápida su ser querido y una señora toca tres veces el cemento sin una respuesta. Las palomas revolotean hasta que un gavilán las espanta.

De todo este paisaje Jorge parece ser el dueño, su trabajo es limpiar la bóvedas y cavar los huecos; enterrar y tapar, hacer exhumaciones; y sacar restos, alquilar y vender las bóvedas. Estos servicios no incluyen llorar al muerto; Jorge dice que un profesional, como un profesional periodista, debe saber cual es su lugar en el entierro. 

Sobre la cotidianidad del oficio, el sepulturero habla sin detalles y dice con frescura: "algunos muertos huelen más feo que otros, también unos llegan gordos y son difíciles de enterrar".

En San Esteban se han presentado denuncias por robos y consumo de drogas, en septiembre de 2012; un asesinato, en febrero del 2013, y profanación de cuerpos, en octubre de 2012. Esta situación, al parecer, ha causado molestias a Jorge, que de tanto trabajar en este cementerio, le duele como su fuera suyo.

"Este lugar es silencioso y tranquilo", comenta con esmero y a la vez tristeza. Habla sobre los robos en general en la ciudad, sin tocar un caso en específico; sobre el consumo de drogas, como un mal de la sociedad y finaliza diciendo que no le gusta dar entrevistas porque la información puede ser manipulada.

Donde el cementerio parece terminar hay una puerta gris de metal cerrada con candado, Jorge la abre y cuenta que en este lugar se entierran los N.N. Estas tumbas, a diferencia de las demás, no tienen flores ni lápidas elaboradas, solo son un campo de tierra con muchas cruces encima. Al final de esta zona hay tanque blanco y redondo donde van a parar los restos que cumplan más de cuatro años de entierro.

Jorge continua caminando. Para él, el ritual para enterrar a los N.N. es el mismo, solo que no hay familiares quien los llore. "De vez en cuando viene un sacerdote que trabaja en la Galería con personas que viven en la calle e indigentes y les hace las oraciones".

El sepulturero no recuerda cuántas personas ha enterrado y especula entre cuántas podría albergar el cementerio: "10 mil, no, pongámosle 5 mil para no exagerar". Después de estos datos se dirige a los mausoleos en donde enterraron al primer gobernador de Caldas, Alejandro Gutiérrez, y la primera persona bautizada en Manizales, Luis Carlos Hoyos.

Jorge se considera devoto de las ánimas, a ellas se encomienda con fe para que lo protejan en retribución por los años de servicio a los muertos que le pertenecen a esta ciudad.

Al principio fue reacio de hablar sobre el cementerio San Esteban, después gastó 40 minutos de su día para contar la cotidianidad de su oficio, en el que pasa ocho horas diarias, como cualquier otro trabajo. 

Al principio fue reacio de hablar sobre el cementerio San Esteban, después gastó 40 minutos de su día para contar la cotidianidad de su oficio, en el que pasa ocho horas diarias, como cualquier otro trabajo.