Andrés Camilo Valencia
LA PATRIA | Manizales
Por las calles de Manizales se escucha hablar de un Sol, pero no ese que resplandece con rayos ardientes todas las mañanas y algunas tardes. Es el Solferino, un barrio al norte de la ciudad, que durante muchos años ha cargado con el estigma de la violencia.
Un sector con problemáticas como pobreza, microtráfico, delincuencia y homicidios, entre otros, situaciones que aún se mantienen aunque con menor intensidad, en medio de luchas por reivindicar la vida.
Como bálsamo para estos señalamientos, el grupo juvenil Huellas de Vida, realizó recientemente en los barrios Solferino y Samaria las vacaciones recreativas “El arte de amar”.
La actividad es parte del programa que el grupo realiza durante todo el año, con un enfoque de convivencia ciudadana, con diferentes procesos de formación para diferente tipo de población de estos barrios.
Fue así como durante cinco días, con la participación activa de 72 jóvenes de diferentes barrios de la comuna Ciudadela del Norte, y 472 niños y niñas entre los 5 y 12 años, realizaron actividades como el rincón literario, un espacio con el cuento, la narración, la poesía, creaciones que dan cuenta de la realidad barrial.
El cuento La Navidad perdida lo escribieron 18 niños de 8 años, y allí se narran los impactos de la pólvora en los niños e invitan a los otros a cuidar la vida y no manipularla.
Dichas actividades fueron posibles gracias al apoyo de la Chec, la Casa de la Cultura Bosques del Norte y la biblioteca de Comfamiliares, además de comerciantes del sector y, por su puesto, la dedicación de estos jóvenes que trabajan arduamente por mejorar la calidad de vida de la niñez.
Fue una semana para compartir tiempo, abrazos, caricias, sonrisas y miradas con niñas y niños, que al finalizar la jornada manifestaron sus deseos profundos de vivir otros mundos más humanos y más posibles, y preguntaban cuándo volverán las actividades, como la comparsa que recorrió entre gritos, aplausos, tambores y miradas las calles más cerradas y desconocidas hasta para los mismos habitantes de estos barrios.
Por ello toma fuerza la propuesta de conseguir patrocinio para el presente año, y fortalecer su hacer comunitario y de vida al semillero infantil de liderazgo, un proceso educativo, deportivo y cultural que promoverá escenarios de convivencia con la población infantil del sector, que demuestra que le sobran jóvenes constructores de escenarios de paz.
Marina deja su labor de ama de casa para realizar manualidades en el parque del barrio con un grupo de niños.
Sonrisas sobraban en las calles, parques, esquinas de los barrios Solferino y Samaria.
Andrés Felipe Marín Arcila, coordinador del grupo juvenil Huellas de Vida, de los barrios Solferino y Samaria, comparte con los niños de las vacaciones recreativas.
Entre lazos, agua, barro y diferentes obstáculos los niños disfrutaron un encuentro con el desafío de amar a los otros y a la naturaleza.
Los niños del barrio clamaron por el cuidado de la naturaleza como un bien finito e indispensable para la vida.
Comparsas recorriendo las calles, recreándolas desde el arte, la música, los abrazos, gritos y pancartas. Viviendo los barrios sin fronteras invisibles.
La chirimía Son del Norte, de la Casa de la Cultura Bosques del Norte, integrada por jóvenes de Huellas de Vida, recorrieron las calles con sus líricas colombianas, que inspiraron un torrencial de alegría.
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