Foto | Freddy Arango | LA PATRIA
Que algunos escalen los 54 metros de la torre de El Cable no es nuevo, pero sí alarma a las autoridades que en menos de un mes haya sucedido cuatro veces, incluyendo la del pasado sábado (en la foto). Debate sobre si debe restringirse.
ALEXANDRA SERNA
LA PATRIA | MANIZALES
Los 54 metros de altura de la torre de El Cable han sido testigos desde 1984, cuando viajó de Herveo (Tolima) a Manizales, de la adrenalina de quienes la han escalado de pies a cabeza.
Hasta algunos afirman que hace 16 o 17 años se suicidó un joven, lanzándose desde la punta, después de dar un discurso en contra de la desigualdad en la sociedad. Los organismos de socorro niegan que esto haya sucedido.
No obstante, lo que dichos organismos sí han registrado en el último mes, con preocupación, son tres operativos para hacer bajar a los que se habían subido a la torre. Dos casos fueron de jóvenes que lo hicieron por hobby o como una aventura, el otro fue un intento de suicidio. Todos detectados por las llamadas que recibe la línea 123.
Esta seguidilla no se veía en los últimos años, coincidieron Óscar Iván Varela, rescatista de la Defensa Civil; Juan Pablo Jiménez, del GER, y el mayor Carlos Alberto Marín, jefe del Cuerpo Oficial de Bomberos.
Incluso el pasado jueves, a las 10:00 de la noche, otros dos jóvenes iban a empezar a subir, pero la Policía los frenó. "No lo reportamos a los organismos de socorro porque los muchachos estaban en sano juicio, aparentemente, y solo querían divertirse. Registramos los casos importantes, es decir, cuando las personas están embriagadas o dicen que se van a lanzar", explicó Ángel Castrillón, comandante del CAI de El Cable.
Para la secretaria de Gobierno, Paula Andrea Sánchez, los casos "menos" importantes son, en cambio, los que requieren mayor atención, pues son los más frecuentes. Ella estuvo en el operativo del pasado fin de semana y comentó que habría que poner alguna barrera, siendo consciente de que se trata de un espacio público y Monumento Nacional. "Espero respuestas de las autoridades competentes sobre si es posible instalar algún obstáculo que no afecte la estructura, para que la próxima semana decidamos qué vamos a hacer", le dijo ayer a LA PATRIA.
Planteamiento que abre el debate entre quienes asumen el riesgo como un estilo de vida, los ciudadanos que frecuentan el sitio como punto de encuentro y los encargados de mantener el orden público.
Para quienes practican parkour, disciplina deportiva originaria de Francia, la torre es un obstáculo urbano para superar. Impulsados, suben en dos pasos los 3 metros y 33 centímetros de una de las cuatro bases en concreto de la estructura, y continúan hasta la cima sin usar cuerdas o arneses. De hecho, el último caso que atendieron los organismos de socorro, el pasado sábado, fue de cuatro jóvenes que hicieron eso para grabar un video.
"Practico parkour hace ocho años, que consiste en desarrollar habilidades físicas y mentales para desplazarnos en la ciudad. Subir a la torre no es un riesgo. Si vamos a eso, me arriesgo más desde que me levanto y salgo a la calle. La torre siempre ha estado ahí, es espontáneo que la escalemos", afirmó Javier Garzón, que estuvo ese día. A sus 27 años la posibilidad de saltar muros, paredes, carros, pasamanos y cualquier obstáculo es un estilo de vida.
Un compañero de Javier aclaró, sin embargo, que no siempre suben hasta la cima, pues lo que más les sirve para entrenar son las bases, el resto, es añadidura. "Nos reunimos cada ocho días, casi siempre en El Cable, y cuando seguimos hacia arriba es porque nos gusta sentir miedo, no para tirarnos ni porque estemos borrachos. Obvio, es muy riesgoso, más porque uno desconoce el estado de la madera, y por eso hay que estar concentrados".
Esa sed de sentir la adrenalina es comprensible, según la psicóloga Gloria Duque. Que los jóvenes busquen nuevas emociones, experiencias extremas y alternativas para hacer deporte no son motivos para sorprenderse. "Manizales carece de espacios para que ellos se expandan, pero, así los hubiera, la etapa en que están los hace buscar riesgos para sentirse vivos. Y si van en contra de las normas, es porque le dan un mensaje intencional a los demás".
Mauricio Buitrago, que frecuenta el sector con sus amigos, opinó que aunque la torre se presta para el deporte extremo, debería respetarse, por ser un Monumento. "La Alcaldía podría hacer un parque parecido al de Chinchiná, donde los pelados practiquen". Para Viviana Isaza, que va a Juan Valdez, "es preferible que la gente se suba, a que fume marihuana", tal como se olía el pasado jueves en la noche.
En lo que sí parece que coincide la mayoría es que la torre no sea el muro de escalada preferido de los embriagados ni el punto fijo para lanzarse al vacío, fenómenos que tampoco pueden mirarse de forma simplista, hizo hincapié la psicóloga.
"Más grave para la ciudad es el consumo de alcohol entre los universitarios, que los hace perder la noción del riesgo. En cuanto al suicidio, la solución no sería prohibir el acceso a la torre, porque el problema no es el sitio, sino las causas estructurales que llevan a las personas por esa vía, como el vacío y la frustración", agregó la experta.
Entre 12 ciudadanos consultados tampoco caló la idea de ponerle barreras a la estructura. "Dañaría su estética", "antes deberían fomentar el sentido de pertenencia por su historia y el deporte extremo", "es cuestión de generar conciencia, lo más importante es que las autoridades le pongan ojo al mantenimiento", "lo normal es que prohíban, hace falta pedagogía", "sería embarrada que tuviéramos que irnos, pero usaríamos otros espacios, donde también nos arriesgamos".
Desde los organismos de socorro es preferible que haya restricciones, o al menos que les exijan a los que practican parkour medidas de seguridad, "pues desde los cuatro metros en adelante se debe usar alguna", aseguró el jefe de Bomberos. Para el comandante del CAI de El Cable, que no puede destinar un uniformado fijo para el sitio, "es de lógica que no se deben subir".
La secretaria de Gobierno insistió en que debe garantizar la seguridad. "Las medidas no son solo por proteger a los que quieren subirse, sino por los que están abajo, teniendo en cuenta que El Cable es muy concurrido. Y si luego se abre la posibilidad de permitir que allí practiquen algún deporte, habría que exigir unos mínimos".
No obstante, la psicóloga controvirtió diciendo que una barrera será otro obstáculo que de alguna manera sobrepasarán, "un pañito de agua tibia". Propuso que aparte de generar espacios alternos, las autoridades deben conocer a fondo la vida de los que se suben a la torre para comprender qué los lleva a buscar la adrenalina o, en casos extremos, la muerte.
De ahí que los 54 metros de altura, de historia y de riesgo no puedan encasillarse en una discusión entre blanco y negro.
- Un joven trepó el 28 de diciembre la antigua estructura de madera y cuando vio a los socorristas bajó apresuradamente. La alerta se generó porque supuestamente se iba a tirar, pero finalmente se trató de una pilatuna, según Óscar Iván Varela, de la Defensa Civil.
- Un hombre de 35 años, en cambio, escaló embriagado el 10 de este mes hasta las poleas, por donde pasaba el cable, e intentó lanzarse. Fue en la semana de la Feria de Manizales. El reporte oficial es que llegó a las 8:00 de la mañana en un taxi, y sin haber pagado el servicio salió corriendo hacia la torre. Los organismos de socorro lo persuadieron para que se devolviera, y así lo hizo. "Decía que se iba tirar porque su esposa lo había abandonado con sus dos hijos". Finalmente lo remitieron a la Clínica San Juan de Dios.
- Tres hombres y una mujer, entre los 20 y 30 años, subieron el pasado sábado a grabar la panorámica de la ciudad para un video sobre el parkour, que es una disciplina deportiva extrema. Al ver a las autoridades y a los organismos de socorro bajaron voluntariamente.
La torre de El Cable, instalada inicialmente en Herveo (Tolima), fue construida entre 1915 y 1920 por orden del inglés James Lindsay, encargado de las obras del medio de transporte que comunicaría por los aires a Mariquita con Manizales. Se trata de la única torre hecha con madera, pues las otras, metálicas, eran traídas de Europa. Un submarino alemán hundió en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) a un barco inglés que transportaba la estructura. En 1984 fue trasladada a la capital de Caldas.
* Tomado de la página www.banrepcultural.org
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