JOSÉ FERNANDO TANGARIFE
LA PATRIA | MANIZALES
Cinco tenderos exponen su situación. Indican que las ventas disminuyeron y que los proveedores se aprovechan de la situación al subir los precios.
Santiago Suárez trabaja en la tienda El surtidor, negocio familiar en donde también laboran sus padres y sus abuelos. Llevan 3 años y medio con el negocio y, desde que comenzó la pandemia, no han cerrado. Allí cumplen las restricciones establecidas, las ventas bajaron, debido al incremento de los productos de primera necesidad. “Muchos clientes prefieren comprar el día a día en su tienda. Así evitan el pico y cédula, al igual que las aglomeraciones de los supermercados”, comentó Suárez.
William Rocha es propietario de la Avícola El Trigal hace 4 años. Durante la pandemia cerró por un mes el negocio, que provee el sustento de su familia. Siente que las ventas han bajado: “La gente granea en la tienda, compran panela, arroz, aceite, pero realmente las compras grandes las realizan en los supermercados”.
Amanda Valencia Villa, dueña de la Rapitienda El Manantial hace 7 años, expresa que el negocio es el sustento de su esposo y su hijo universitario. Cuenta que los ha afectado la pandemia y considera que los almacenes de cadena fueron favorecidos al estar abiertos más tiempo, mientras las tiendas debían cerrar a las 2:00 p.m. “Estábamos despachando la mayor parte de las ventas por domicilio, pero no era lo mismo. Fue bastante duro, los precios de los productos subieron y también los servicios. No es justo”, lamenta Valencia.
Mary Julieth Gómez Aristizábal es propietaria de Districentro La 30, negocio familiar que maneja hace 4 años. Ahí trabajan su esposo, hermanos y sobrinos. Menciona que los horarios actuales no los favorecen, pues están de 6:00 a.m. a 6:00 p.m. “Antes trabajábamos hasta las 10:00 p.m., y hemos perdido ventas, debido a que hay gente que vive del día a día como los ambulantes, quienes se surten para vender en las calles. Si ellos no pueden comprar, las ventas bajan”, y cuestiona el incremento en el valor de los enlatados, que atribuye a que los proveedores se aprovechan de la situación.
Carlos Andrés Peralta compró su negocio La calle de los descuentos con su esposa en los primeros días de la pandemia. Manifiesta que ha sido un reto, pues las ventas han estado duras y los vendedores ambulantes son sus principales clientes. Que estuvieran confinados por largo tiempo disminuyó las ventas. “Algunos me dijeron que los tenderos se están aprovechando de la situación, pero en realidad los grandes mayoristas son los que subieron los precios”, y añade que los servicios están llegando caros.
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