La voluntad divina le concedió a monseñor Fabio Sánchez Cardona lo que él quería, no llegar a los 100 años, al menos eso dicen algunos de sus amigos. Faltando dos meses para el centenario falleció de una enfermedad pulmonar respiratoria.
Se fue a celebrarlos con Dios y los Ángeles, como dijo monseñor Alonso Llano en la homilía de sus honras fúnebres.
Monseñor fue como una biblioteca andante, todo el tiempo estaba leyendo. Se ordenó sacerdote en el Seminario Mayor de Nuestra Señora en Manizales, a los 26 años, luego hizo una especialización en Filosofía y Letras en la Pontificia Bolivariana y posteriormente una especialización en Bolonia (Italia).
Supo combinar su actividad intelectual con la afición por el fútbol y las caminatas por la montaña. Su amigo José Jaramillo, columnista de LA PATRIA, cuenta que, de joven, monseñor se le escapaba a su padre de una finca por la vereda Gallinazo (Villamaría) para bañarse en los chorros de agua caliente.
Hablaba perfectamente italiano, inglés, francés, latín y español. "Era un purista del idioma, escribía sumamente bien", dice Jaramillo. A los 40 años, en 1953, monseñor era profesor de Filosofía, Latín y Religión en los principales colegios de la ciudad.
De su haber quedaron varios libros, la mayoría de poemas y otros de corte religioso: Itinerario Espiritual, en el que contó su viaje a Tierra Santa, y Fisonomía Humana de Cristo, en el que hacía un retrato de Cristo.
Literato
El padre Efraín Castaño, vicario de la Pastoral de Comunicaciones, sostiene que monseñor Sánchez sobresalió por su sabiduría inmensa en temas de filosofía, historia, literatura. Fue miembro de la Academia Caldense de Historia y trabajó durante por lo menos 40 años en el Palacio Arzobispal como secretario, canciller de la Diócesis y director de la Sala de Conciliación Matrimonial, que fue de su autoría.
Los buenos consejos para la vida quedarán en el recuerdo de los que trabajaron o estuvieron a su lado; todos acertados y sabios, expresa Jaramillo.
También fue director de los movimientos juveniles en los años 40 y participó como delegado por Colombia en un encuentro que hizo la Unesco. Fue capellán de los scout en Manizales.
"Sobresalió por su amabilidad, serenidad y afecto. Vivió sin opulencia. Era un maestro en la explicación muy sencilla del evangelio", dice el padre Efraín.
Hasta un poco más de los 90 años trabajó en la cancillería. Vivía en un apartamento en el sector del Parque Caldas y desde allí se iba caminando hasta el Palacio Arzobispal, unas 10 cuadras. Lo dejó de hacer porque un día se enredó en el bastón de un invidente y se cayó.
"Los últimos años ya estaba muy vencido. Decía que no quería llegar a los 100, que ya quería descansar, aunque hasta el último momento gozó de una memoria fabulosa, tanto así que un día le cité un trozo de un poema, pero no recordaba el autor. Él me aclaró y no solo me dijo que era del escritor Ricardo de Nieto sino que recitó, de memoria, el poema completo", recordó su amigo José Jaramillo.
Las exequias de monseñor Sánchez fueron el pasado miércoles en la Catedral Basílica de Manizales, su cuerpo fue sepultado en el Cementerio San Esteban.
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