Llevar una voz de aliento, bendecir la ciudad y a sus habitantes en momentos de tribulación, fue el fin del recorrido de ayer con el Santísimo Sacramento de la Eucaristía por las calles de Manizales.
Fueron ocho horas con el Santísimo sobre una máquina de los Bomberos Voluntarios, rezando el Rosario, con música religiosa e implorando la bendición de Dios para la ciudad. Empezaron a las 9:00 a.m. en la estación de Bomberos Oficiales Fundadores y concluyeron a las 5:00 de la tarde tras haber pasado por barrios, hospitales y clínicas y las dos cárceles de la ciudad.
Esta iniciativa fue de un grupo de laicos, que recibió el apoyo de la Arqudiócesis de Manizales con tres sacerdotes: Javier Trujillo Álvarez, párroco del Santuario Mariano de Betania; Augusto Présiga, párroco de la iglesia de Santa Marta, y Julián Quimbayo, vicario asesor de la Renovación Católica Carismática.
Al paso del Santísimo, la gente se persignó, oró y se arrodilló como muestra de devoción. Otros sacaron a las ventanas y puertas crucifijos o hicieron altares para esperar el paso del vehículo.
El periodista Héctor Arango, del grupo organizador, contó que valió la pena la jornada porque cuando pasaban por el barrio El Carmen, de una casa requirieron un sacerdote porque una señora estaba expirando. “Se acercó y le aplicó la extremaunción, y dos horas después la señora murió en paz. No hubiese podido recibir el sacramento si no hubiéramos estado en el recorrido”.
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