Mauricio*
LA PATRIA | Manizales
El 18 de junio de 1921, un sábado por la tarde, era yo un poco poeta. Tenía entonces un soneto en la cartera paupérrima y no había manera de darle publicación porque nadie me lo recibía. Era, además, muy malo y en aquellos tiempos, ser poeta en Manizales se consideraba como una catástrofe, fuera de que todos lo miraban a uno como a un ser peligroso, muy cerca de la bohemia y más lejos todavía del ambiente provinciano de la ciudad que por aquellos años prefería un buen dependiente a un creador de estrofas.
Aquél sábado no sabía yo qué hacer. La plaza de Bolívar se iba llenando de sombra crepuscular y los claveles redondos, las rosas y las dalias comenzaban a penetrar en el silencio nocturno. De pronto se me acercó un transeúnte que pasaba con ligero andar y me dijo:
—No se olvide que el lunes sale el periódico.
—Pues verá: yo tengo un soneto.
—Pues no hay más remedio.
Y el doctor Francisco José Ocampo sin leerlo, me lo arrebató y siguió su camino.
Esa fue la primera colaboración mía en este periódico. El lunes, 20 de junio de 1921, LA PATRIA salía a la calle con alegre gritería de muchachos que hoy tienen 30 años y mi soneto resplandecía en la quinta página como una joya. Es decir, eso me pareció a mí por lo menos.
El soneto no gustó: chocó. Y entonces me decidí por la crónica ligera, un poco política, algo literaria, tal vez demasiado lírica. Eso sí fue un triunfo. Pero había que matar un poeta. Y lo maté: lo maté en la plaza de Bolívar una noche llena de luceros que acompañaron mi ataúd de ilusiones como velones inmóviles en la noche forrada de terciopelo.
¡Oh primera edición de LA PATRIA..! La recuerdo un lunes, a las siete de la mañana, por estas calles de Dios con un editorial que titulaba Propósitos, una glosa de Daniel Restrepo Escobar firmada D.R.E., la sección Notas de Actualidad que perduró muchos años y donde salían entonces las voces de la calle, algunos cables, sendas corresponsalías de Bogotá y Cali, la Vida Social, dos o tres artículos de fondo, y un anuncio de José Dolores Arias en que él con macabra propaganda, aparecía retratado entre varios ataúdes junto a estos versos al pie:
«Los ataúdes mejores,
los más baratos y… tal,
los vende José Dolores
detrás de la Catedral».
Segundo día
El martes 21, LA PATRIA hizo su madrugada con nuevas secciones y solamente con cuatro páginas. Entonces apareció mi crónica bajo esta tramblea: Notas al Margen y firmada con el pseudónimo indefinible de Diego Noel, es decir, un Mauricio menos ágil, menos triste, menos «jarto» de escribir.
Mi primera crónica, terminaba así entonces: «Sean pues estas cuatro líneas el prólogo de mis crónicas».
«Crónicas en donde el señor alcalde verá cositas que a él corresponden; lo mismo que el señor personero, y el Concejo Municipal y también el señor Ingeniero y, dentro de varias y y y todo el que tenga algo que ver con la vida administrativa de esta valiosa perla comercial».
En la primera página, el director habló sobre la doctrina Drago y en las Notas de Actualidad, el glosador se refirió entre otras cosas del momento al campo de aterrizaje. En la cuarta página fue creada una sección titulada Los druidas modernos, en la cual se publicaban versos de los poetas simbolistas y parnasianos.
Destacado en la primera plana se publicó entonces, este cable: «Nueva York. Mr. Harding parece resueltamente decidido a no reconocer el Tratado de Versalles y el convenio de la Liga de las Naciones. Esta es la última impresión que se saca de los propósitos que se le atribuyen, según los cuales desea concluir con una paz separada y a ese fin activará las negociaciones entre Alemania y los aliados en lo que se refiere a las reclamaciones presentadas por América sobre los barcos echados a pique y al confiscación de bienes alemanes en los países enemigos».
Entre tanto la página social se veía mezclada de cuanto sucedía en la ciudad, pero en sueltos breves y transitorios, pues no existía el cronista encargado de hacer la información amarilla. Así vemos, entre los sueltos de llegadas y salidas esta inefable chiva:
«Se nos informa que los rateros de que nos habló un colega de la ciudad estaban haciendo de las suyas en el barrio Latino y han resuelto irse para El Recreo, sembrando el pánico en los pobres moradores del barrio pues en estas dos últimas noches los robos de gallinas y ropas han sido grandes. Mucho ojo, señores agentes».
En este delicioso número 2 de LA PATRIA vemos en la sección Los Druidas Modernos, a Gerardo de Nerval, uno de los precursores del movimiento parnasiano, en ese poema lindamente amanerado y bárroco que comienza:
«Hay una tonada por la que daría Rossini, Mozart, Weber, vuestros cantos; vieja, desmayada, letal melodía; solo a mí me ofrece secretos encantos».
Tercer día
El miércoles, 22, la dirección presenta la candidatura de Pedro Nel Ospina, y a su lado, la primera crónica de López de Erre, ágil, irónica, mordaz. Ese pseudónimo respondía al nombre de Daniel Restrepo Escobar y era el segundo de los pseudónimos que habrían de conmover al público municipal y espeso de aquel alegre 1921. «Haya paz, caballeros», titulaba la crónica de Restrepo Escobar y comenzaba así: «A un diario de la ciudad pareció bueno y más o menos culto el material del primer número de LA PATRIA».
Las Notas de Actualidad hablaron ese día sobre la planta eléctrica municipal y de la carreta a La Enea. Y ya, en la página social apareció el primer movimiento de hoteles, destacándose el Caldas, el Berlín, el Europa, el Antioquia y el Colombia. Y se ve que los anuncios iban en aumento, pues ya esta tercera edición los traía en abundancia relativa, incluyendo algunos de casas extranjeras como el de las píldoras rosadas del Dr. Williams.
Por esos días apareció el fantasma del tranvía y LA PATRIA, en esta edición publica un memorial de la Sociedad de Agricultores pidiendo su construcción, a lo cual nos opusimos muchos por juzgar ese esperpento a manera de un elefante eléctrico corriendo por estas calles sobre rieles antiestéticos y estrechos.
Cuarto día
El jueves 23 escribe un editorial el doctor José Ignacio Villegas y firma J. I. V. que empieza así:
«Con cuatro garabatos sobre un papel el caricaturista Rendón nos da por muerta la candidatura del general Ospina, y algunos diaristas de la altiplanicie le hacen coro –a la inversa si queréis- con otros tantos garabatos, pergeñados estos con letras de molde»
En esta edición aparece entonces un tercer pseudónimo: Petronio. Se viene con una glosa sobre aviación y comienza así: «Señor director de LA PATRIA E. L. C. Me permito darle algunos informes sobre el nuevo aeroplano Zepelín gigante de construcción metálica de que hablan los cables de ayer».
Era Vicente Gutiérrez. Petronio fue su pseudónimo, la utopía: su reinado, el dato científico: su adarga de escritor, y así, entre López de Erre y Diego Noel y el fantástico Petronio, mantuvimos por mucho tiempo la crónica ligera en el periódico, sin que nadie nos pagara nada, por puro amor, por quijotería, alegremente, arremetiendo en todo sentido contra el inmenso y raudo molino de viento de la opinión.
Las Notas de Actualidad gustaban una barbaridad. Siempre salían tres glosas. Eran en verdad las mismas glosas de hoy, cortas, articuladas por asteriscos, y en las cuales intervenía el director, colocando a veces misivas de los particulares, entre las cuales en este número 4, se puede leer la de don Guillermo Gutiérrez Vélez sobre aterrizaje en La Enea.
Por esos días publica entonces LA PATRIA la primera lista de los telegramas demorados y esta crónica en la página social: «Ayer a eso de las 11 a.m. corrió la voz de que venía el aeroplano o que se acercaba el cometa de Pons, pues se veía un punto luminoso en el cielo. Como este astro se ve detrás de unas nubes que venían de los lados del Cauca hacia la Cordillera, por un fenómeno de óptica parecía que volase rápidamente hacia los lados del Ruiz. Pues bien el tal aeroplano o cometa no debía ser otra cosa que nuestro vecino planeta Venus que al presente aparece como estrella matutina y, por consiguiente, a eso de las 11 a.m. debe ser su posición en el cielo, la que ocupaba en los momentos a que nos referimos».
Pero si la estrella no llegó hasta la tierra, si nació una bella niña ese día: dice así el suelto de la ingenua página social de esa mañana: «felicitamos a los esposos Durán Mazuera por el feliz advenimiento de una linda niña que viene al mundo a alegrar el hogar de tan digna pareja».
Quinto día
Contento con su salida feliz de la arena, López de Erre pone a sus crónicas esta tramblea: Comentarios breves, y ya en el número 5 anuncia que escribiría «deo volente y tres veces por semana».
De manera que la página de crónica ligera nos la distribuimos nos la distribuíamos López de Erre y yo, puesto que Petronio comenzaba a ocupar las Notas de Actualidad casi las más de las veces en que escribía sobre aeroplanos, estrellas remotas, barcos fantásticos y tranvías de Julio Verne.
El director Ocampo vuelve su lanza contra los que hablaban mal del contrato de las barras de oro entre la Casa de Moneda de Medellín y los señores Vázquez Correa y Cía, firma con la cual estaba emparentado el General Ospina. El editorial del día 24 de junio aquel año que hoy celebramos con pólvora de ensueños fenecidos, con cohetes de ilusiones y castillos de esperanza, gustó tanto que por muchos diarios anduvo reproducido como buen toro de casta periodística.
Se establecen entonces las primeras corresponsalías de Medellín, que se agregan a las de Cali y de los cables venidos por la vía de Buenaventura desde la lejana Nueva York.
Y entonces surgen en algunas reproducciones de crónicas extranjeras según se ve por la de Juan de Soiza Reilly que sale en la tercera página así, Por llenar y que titula «el aeroplano que no volvió», al lado de un nuevo colaborador tímido que firma Arquímedes y que nos habla del «temblor del miércoles y el cometa Pons».
Aquel día en la sección los Druidas Modernos salió el maravilloso soneto de Francois Coppee que termina así:
«Marcho sin esperanza y mi ansiedad no cesa,
Y, como hace un soldado cuando el arma le pesa,
De un hombre a otro cambio tan sólo mi dolor».
Y, más abajo, LA PATRIA publica este anuncio que recuerda una época extinguida de fuerte y puso su aliento comercial: «confites, pasas, galletas, frutas cristalizadas, turrón español, vinos finísimos. Droguerías Unidas».
Era para volverse la boca agua en aquellas vitrinas de la lejena y fenecida droguería, olorosa a virutilla de ultramar.
Sexto día
El número seis de LA PATRIA salió un sábado, 25 de junio. El director mostrábase satisfecho de la intensa lucha toda llena de desvelos sin nombre, sin remuneración y sin piedad, porque el periódico arremetía duramente a pesar de que todos pertenecíamos a la vieja hegemonía.
El Gran Problema, fue el editorial de aquella mañana sabatina. Lo firmaba J. I. Villegas y hablaba sobre candidaturas, especialmente la que se refiere al nombre ilustre de Ospina.
Vuelve Petronio con su cometa Pons en Notas de Actualidad. Allí mismo se habla de habitaciones para obreros y de la situación fiscal de los departamentos, con especial de la de Caldas, que entonces atravesaba una mala situación.
Ese día escribí, en mis Notas al Margen, una crónica que titula Las dulzuras de la oposición: «el público- decía yo- aprecia siempre o al menos lee con más gusto, todo lo que huela a protesta, todo lo que apostrofe, todo lo que lleve envuelto en contra. En cambio los artículos de pro son menos leídos».
Se trataba de combatir rudamente la literatura oposicionista que se había desatado horrorosamente contra todo acto del conservatismo y a eso lo llamábamos, pues que les producía dinero bastante a los libelistas, «las dulzuras de la oposición».
Este mismo título siguió figurando varias veces en días sucesivos y dentro de su lema, combatía yo la mentira, la calumnia y la hipérbole violenta y ruda de los escritores liberales de entonces.
Sobre habitaciones higiénicas para la clase proletaria habló entonces, en un memorial al Concejo, ese alto ciudadano que se llama Roberto Vélez A. LA PATRIA acogió sus motivos en tercera página con este título: Un Memorial. Al lado de esta publicación se destaca por primera vez una corta información concejil firmada por un repórter y donde se anuncia que se ha dado primer debate a «un proyecto del honorable Jaramillo Isaza sobre campo de aterrizaje».
En la segunda página de LA PATRIA, el corresponsal en Cali escribe: «Cali, 24 de junio de 1921. PATRIA - Manizales - Ayer, a las cinco de la tarde llegó el poeta Valencia en viaje para Bogotá. Toda la ciudad de Cali lo aguardaba en la estación del ferrocarril. Lo saludó en nombre de la ciudad el poeta Mario Carvajal en un magno discurso. Valencia le contestó en hermosísimo discurso, del cual les transcribo estas frases: "no me dejéis solo, acompañadme. Que yo sienta atrás de mí el jadear de vuestros corazones, y Dios sabe lo que haremos de este hermoso jirón de la Patria».El pueblo delirante lo viva constantemente. El poeta se muestra reservado y no concreta ideas sobre candidaturas. En entrevista familiar que estuvimos en nombre de LA PATRIA, nos dijo refiriéndose a su situación política: «hánme invitado a bailar un tango con patines sobre cáscaras de guineo». El poeta se demorará en esta dos días e irá a Roldanillo para regresar por el Zarzal y tomar la vía de Ibagué.
Era Tiberio Galarza Ossa el administrador de este diario y, si no estoy mal, también hacia parte de la página social.
Los domingos no salía el periódico, lo que duró por mucho tiempo. Los redactores nos íbamos a La Granja, tierra feliz y jubilosa de Ramoncito Gutiérrez o a Las Minitas, el cortijo de Antonio Arango G, rodeado por un buen río dichoso que tenía piedras doradas y alegre música de amanecer.
Número 7
El número 7 de aquel lunes memorable traía un editorial espantoso. Baste leer el título: ¿Habrá que apretar el freno? Y comenzaba así: «la prudencia y generosidad del partido conservador forman contraste con la injusticia e insensatez de sus enemigos. El partido conservador vive atento a las necesidades del país para tratar de remediarlas y mientras tanto sus enemigos, con una oposición sistemática y desequilibrada, hacen más serias esas dificultades, en un lugar de ayudar a remediarlas».
Esto escribía la dirección y terminaba así: «por fortuna nuestra nuestra complacencia, nuestra tolerancia y nuestra generosidad parece que acabarán por desorganizar más a nuestros enemigos, así como hemos dicho que las libertades los tienen desesperados, habrá que apretar el freno».
Entre tanto, a lance seguido, López de Erre habla del cometa y tal. «No muy alto del horizonte – dice- entre una estrella de la constelación de Alpha y otra de la del Centauro, se vio en el amanecer de hoy el cometa de Encke, observado por primera vez en Marsella en 1818, por el astrónomo Pons».
En Notas de Actualidad, es decir el glosario de todos los días, escribe sobre Uncinariásis el doctor J. A. U., iniciales que sirven de firma en ese artículo. Entonces, al pie de aquellas notas inefables aparece un cable retrasado, que titula: Cómo fue asesinada la familia imperial rusa.
Hay otras glosas sobre educación física y sobre las declaraciones de un General Iguarán en Medellín, acerca de las declaraciones sobre la candidatura de Ospina.
Por primera vez, el día 27 de junio de 1921, LA PATRIA publica una corresponsalía de Pereira, que se agrega a las otras con diminuto encanto del periódico provinciano. Dice así nuestro corresponsal de aquella mañana:
«PATRIA- Manizales. – procedente de Tuluá acaba de llegar el avión Antioquía, el cual aterrizó felizmente. El pueblo entusiasmado hízole magnífica recepción. A la entrada de los aviadores a la ciudad las damas les arrojaron flores a su paso por las calles. Serán atendidísimos».
La patria pública ese día la primera revista del mercado que empieza: «Carne de novillo, libra $0.20».
Y a renglón seguido reproduce un artículo de la revista americana Ingeniería Internacional acerca del tranvía aéreo en los Andes y que se refiere al cable aéreo entre Manizales –Mariquita.
Octavo día
El martes 28 LA PATRIA aumenta sus cables. Es un servicio más eficiente ahora, y entonces los lectores la ven mejor y crecen los suscriptores.
El editorial de esa mañana titula Candidaturas y acaba diciendo así:
«los hombres prominentes de Caldas no han vacilado ante el nombre del General Ospina: el General Marcelino Arango desde los Estados Unidos, el doctor José Ignacio Villegas, los Gutiérrez, los Jaramillo Isaza, Salazares, los Hoyos, etc., lo han acogido con beneplácito, lo mismo que el pueblo entero. Sin temor de errar, afirmamos categóricamente que Caldas es ospinista, no más que ospinista y que el egregio candidato puede contar con más de veinte mil votos caldenses».
Cabe aquí recordar qué no he visto un escritor más fácil que el doctor Ocampo. Incansable y batallador en todo el periódico dejaba su huella y en todo estaba. Era un periodista de verdad.
Volví con las dulzuras de la oposición, pues ese día me tocaba a mí hacer la crónica que iba bajo el mote de Notas al Margen. Las que antes había escrito gustaban al público lector. Tenía cierta vivacidad de cosa moderna y tocaban muy bien ciertos puntos de actualidad de que estaba llena la política de entonces, sobre todo tratándose de dos periódicos liberales que poblaban a la sazón el ambiente provinciano de barrabasadas y contumelias copiosas.
En Notas de Actualidad ese día se escribieron tres glosas. Una sobre la Universidad de Antioquía con motivo de la rectoría a que había sido llamado el eminente doctor Emilio Robledo; otra sobre cédulas de tesorería firmada por Petronio y la tercera tomada de El Nuevo Tiempo, relativa al tema de patronato obrero de Cundinamarca.
También apareció una corresponsalía de Guática, titulada en Anserma con fecha 26 de junio de 1921 y que dice: «PATRIA - Manizales Tribunal contencioso administrativo de Medellín negó la suspensión de la ordenanza que creó este municipio».
En la tercera página LA PATRIA daba a la publicidad el decreto número 3 emanado de la alcaldía que entonces era regida por el General Antonio Gómez Calderón, sobre servicio y hoteles y establecimientos similares que, como secretario, rubricaba aquel día don Manuel M. Cadavid.
Tiempos aquellos..! Había reuniones en el periódico que duraban hasta la media noche. Se charlaba de candidaturas, se hacían chistes y muchas veces la peña era suspendida, porque alguno de los del grupo se iba a casar una de tantas mañanas de los días monocordes y esa noche daría una serenata en la casa de su novia, o bien una cena que se llevaba a efecto mediante votación, casi siempre presidida por Arango Villegas o Arturo Suárez.
Número 9
El número 9 sale un jueves de manera que el miércoles 29 de junio de junio de aquel año, LA PATRIA se quedó en el aire quién sabe por motivo. Las gentes preguntaban:
¿Por qué no salió el periódico?
Por falta de luz – contestaba el director.
En esta edición el editorial habla sobre la embajada que el gobierno había enviado al Perú o que tenía en proyecto, con motivo de las fiestas centenarias de aquel país. «Hecho sencillo, de cortesía internacional invaluable», lo calificaba LA PATRIA.
En seguida había una reproducción. Era un corto articulo de Azorín, titulado Las ventanas. Terminaba así: «yo he visto en mi niñez muchas fotografías, con pequeñas ventanas de pueblos que jamás he visitado y al verlas he sentido esa extraña inquietud de que Baudelaire también hablaba».
En otro lugar de la primera página arremete mi crónica de ese día contra una sentencia dictada por Fernando González que salió en el Heraldo Liberal y que es una pieza acabada de demagogia anticlerical, sin que lleve el sello severo del lenguaje jurídico.
«¿ Pero es esto una sentencia jurídica? –decía yo-. ¿Qué es eso de auto interlocutorio? ¿Qué significa eso, de vistos? ¿Es verdad que en nombre de la república y por autoridad de la ley se notifica y se devuelve un artículo literario que más bien podría servir para arengar el tumulto de la calle pública? ».
Entonces aparece otro pseudónimo que fue fugaz como ninguno. Duró lo que las rosas. Era el de Casi-Miro y ocupaba entonces el glosario a base de la educación física. Las otras notas se refieren a las mentiras públicas de la prensa liberal relativas al gobierno conservador y la tercera nota es tomada de una charla con Jorge G. Hoyos, al referirse a la indemnización americana en aquello de Panamá:
«un ingenioso matemático de esta ciudad, el señor don Jorge G. Hoyos hace los siguientes curiosos e interesante cálculos sobre los $25 millones del Canal de Panamá: Los $25 millones son, en águilas americanas $5 millones de monedas que pesan, a razón de 8 g cada una, 40 mil kilos, o sea cuarenta toneladas que formarían 400 cargas de 10 arrobas cada carga. Se necesitarían pues, 400 mulas para mover ese oro. Colocada una moneda enseguida de otra se formaría una línea de 100 mil metros, lo que vale decir de 100 km. Puestas una encima de otra alcanzarían una torre de 7 mil metros, que solo un potente aeroplano podría pasar. Invertida la suma en billetes nacionales de a $1, y colocados uno enseguida de otro, tendríamos una cinta de 3.750.000 metros, algo más de la tercera parte de la distancia del Ecuador al Polo».
Como color local, veamos el principio de la crónica de ese día en relación con la sesión del Concejo Municipal: «presidencia del HC Jaramillo Arango. –A las 8 y 20 se abrió la sesión con el quórum reglamentario. Asistieron los honorables concejales Jaramillo Arango, Jaramillo Isaza, Gutiérrez Emiliano, Vallejo, Cordobés, Gutiérrez Vicente, Londoño Justiniano, Salazar Grillo, el señor alcalde, el ingeniero y el personero municipal».
Número 10
Y ahora, lector paciente, llegamos al número 10 del 1 de julio de 1921. Era un viernes y ese ejemplar habíase presentado aquella mañana con buena enjundia y en mejor distribución. Las oficinas encontrábanse situadas en la segunda Calle Real, Número 360, y desde los balcones alegres veíase desfilar la gente provinciana, las partidas de bueyes que llegaban de Mariquita, los alegres arrieros que abrían su guarniel frente a las droguerías para recibir, en su bocaza de ahumados fuelles, la factura pueblerina.
El editorial de ese día lo firmaba C. ¿Quién sería? Su título era el siguiente: El general Ospina y las rentas de Cundinamarca. Dicho editorial, en gracia a su tesis sobre los rumores falsos que en uno y otro sentido corrían acerca de la candidatura Ospina, terminaba así: «al final de la guerra de emancipación de Cuba, una agencia noticiera de Chicago, dio a su corresponsal, en la referida isla la siguiente orden: comunique noticias sensacionales, aunque sean falsas, con la única condición de que no puedan ser desmentidas antes de transcurrir quince días». No necesita comentarios – termina diciendo C.
Ante la prensa de oposición que se desataba en contumelia contra todo orden conservador, mi crónica ponía un tapón bajo la graciosa tramblea de Notas al Margen y con este título: Uno por dos. Decía, en un aparte: «claro está que LA PATRIA no descenderá tanto. En vano le obstruirán su camino las pequeñeces. En vano se asomará a la ventana de la torre que da sobre los fosos. Siempre estará ella en el balcón plateresco que mira hacia los jardines serenos».
Eso de los "balcones platerescos" era más bien por descrestar con una imagen cursi, pero que muchos tomaron como buen indicio de elegancia.
En las Notas de Actualidad de esa mañana se habló de tranvía municipal (del cual fui yo, desde La Idea un furibundo y tenaz enemigo); se comentó una compañía de aviación fundada recientemente en Cali con bases en Manizales y la Sultana del Valle como decía el periódico y, por último, se habló de un telegrama tendencioso el corresponsal de Heraldo Liberal en Bogotá, acerca de candidaturas.
En la corresponsalía de Pereira, el doctor Ríos según se ve en el telegrama de ese día, dice así, a LA PATRIA: «hoy, en un majestuoso vuelo del avión Antioquía, volaron las distinguidas señoritas Olga Mejía y Rita Marulanda. El trabajo incansable del señor Gobernador hace pintar la locomotora a nuestras puertas».
En la página social, o mejor, vida social aparece este suelto: «un respetado amigo, partidario entusiasta de la candidatura Ospina, nos envía, para hacerlo conocer del público, el siguiente ingeniosísimo anagrama de Pedro Nel Ospina: «No perdí, sépanlo». Y, como saludo corto pero expresivo, LA PATRIA dice enseguida: «mañana reaparecerán Punto y Coma, brioso franco tirador de la causa conservadora. Gustosos anticipa nuestro saludo al afilado colega».
El cable nos cuenta: «París, 28. El Rey de España, don Alfonso XIII, de paso por París, procedente de Londres depósito ramos de flores en la tumba del soldado desconocido».
Y es este, lector, el tráiler de los primeros diez ejemplares de LA PATRIA hace 20 años.
¡Cuán lejos y cuán cerca están aquellos días! La lucha era intensa. Se iba en blanco. Nadie pagaba. Los colaboradores sólo recibíamos pescozones o diatribas y muchas veces nuestro casco abollado de quijotes gozosos se convertía en yelmo de Mambrino porque no falta una que otra Altisidora en nuestras vidas, bajo cuyas ventanas, hechas con enredajos de1921, decíamos la serenata de los 20 años, un poco bohemios, algo poetas, y siempre llenos de ilusión desde las columnas – con alba de amanecer- de este diario que hoy llega a la colina dorada de sus primeras bodas con la victoria sobre la muerte.
*Tomás Calderón
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