CARLOS HERNÁNDEZ
LA PATRIA | MANIZALES
¿Qué tal es Manizales como plaza para el modelaje? Si se le pregunta a July Tatiana Giraldo y a Alejandra Zapata no se puede llegar fácilmente a una conclusión.
July Tatiana, que mide 1,75 y ostenta curvas 90-69-103, empezó en un reinado comunal. Tenía 14 años y participó impulsada por un amigo que siempre le había dicho que la veía como reina. Entre los premios estuvo una beca en una academia de modelaje, a la que prefirió ingresar tres años después, para no comenzar tan pequeña. "Siempre me fue bien. Las oportunidades estaban y me llamaban para desfilar en varias cosas". El año pasado vino otro reinado y la eligieron como señorita Manizales y de la Feria, papel que acaba de cumplir. Ahora quiere ser señorita Caldas.
Alejandra, manizaleña radicada en Bogotá, que ha participado, entre otros, en el concurso Pareja Model y en desfiles paralelos a Colombia Moda, se distancia del optimismo: "En Manizales es muy complicado porque no hay proyección internacional. Es difícil tener la posibilidad de modelar alta costura". Ella pasó por dos academias locales antes de que la contactaran en Medellín, gracias a un desfile en esa ciudad, donde finalmente cogió impulso.
A pesar de posiciones tan diferentes, parece haber un consenso en que, más allá de un gran interés entre los jóvenes y del esfuerzo de algunas academias, la ciudad no les permite una fuerte proyección a quienes quieran asumir ese oficio como opción de vida.
Gustavo Piedrahíta, director de la peluquería y academia DKCH, llama la atención, principalmente, por la falta de apoyo público y privado, y lo resume así: "La mayoría de almacenes se niega a patrocinar un desfile de modas. Y si al alcalde lo invitan a uno pensará en el qué dirán, mientras que el presidente de la República va a los desfiles a los que lo invitan". Es algo que comparte la diseñadora Rocío Betancur, que tiene marca de vestidos de baño. Sin embargo, dice que como empresaria es prevenida y no está dispuesta a que sus diseños los modele alguien de quien no sabe nada.
Ambos también difieren en la percepción sobre los modelos. Mientras Piedrahíta asegura que "Manizales tiene una materia prima impresionante" que la hace "la zona más fructífera del país", Betancur cree que "no hay niñas que tomen el modelaje con compromiso total ni que se puedan preparar para salir a competir".
La diseñadora se pregunta, por ejemplo, cuánto tiempo pasará antes de que en la ciudad, incluso en el país, acepten ver a un hombre modelando un vestido de novia, como ha ocurrido en Europa. En su concepto, más allá de que en Manizales haya una visión conservadora que pueda ser un obstáculo para el desarrollo del mercado, también influye que las academias mantengan esquemas fijos desde hace años, a pesar de que este es un mundo cambiante.
Lo cierto es que la demanda es constante. Tayrovisión, por ejemplo, academia cuya franquicia en Manizales abrió hace menos de un año, ya cuenta con 150 alumnos, de acuerdo con Gilberto Barrera, el director nacional. Su gancho es tener un programa que se emite por televisión nacional, una revista que llega a agencias de publicidad y eventos, y la organización de Niña Colombia.
Dos caminos
Daniela Ospina y Daniel Gallego tienen en común un gusto por el modelaje desde niños, y ambos comenzaron, cada uno en su época, a los 14 años en una academia. Ella hoy tiene 16 y mide 1,76 metros. Él tiene 23 y mide 1,80. Es decir que ambos, por su estatura, tienen un terreno ganado. Los caminos que han seguido, sin embargo, son diferentes.
Daniela está aferrada a su academia, en donde le han dado la oportunidad de desfilar en centros comerciales locales y en graduaciones; también ha hecho parte de las Fiestas de la Horticultura, en Villamaría. Estas hacen parte de las oportunidades que le surgen por pertenecer a su escuela. Los colegios y las fundaciones que ayudan a niños y ancianos son otras organizaciones que las contactan con frecuencia para que hagan parte de celebraciones de apoyo. Ella –morena, de labios gruesos y montada en unos zapatos de plataforma que la alzan 10 centímetros– considera que hasta ahora le ha ido bien; cursa grado undécimo y pretende estudiar Comunicación social y periodismo para luego “tener proyección internacional”.
Daniel dejó la academia una vez concluyó sus estudios y se enfrenta al mercado por su cuenta valiéndose de sus contactos, “porque así funciona esto”. Se mueve entre Bogotá, Medellín y Manizales, que es donde vive a pesar de que la considera una plaza muy difícil. Primero porque la oferta ha caído: “en Ferias, si una empresa antes sacaba un camión con cuatro modelos, este año solo contrató a dos”, cuenta al otro lado del teléfono. “Como hombre es aún más difícil, y a eso hay que sumarle que la gente no está acostumbrada a pagar lo que vale un modelo”.
Lo que más le resulta son trabajos de protocolo, es decir, impulsando productos. Que lo llamen a un desfile, sobre todo en esta ciudad, es escaso, y cuando ocurre “el dinero viene ya muy filtrado”. Se refiere a que los intermediarios son tantos que le terminan dando $100 mil o menos por una jornada en la que recibiría unos $180 mil en Bogotá.
Junto con Gigi Flórez, criada en Manizales, aunque formada como modelo fuera de la ciudad, cree que aquí hace falta un gran evento para impulsar el mercado del modelaje, como una semana o una feria de la moda, que ya existe en Pereira. Ella cree que posiblemente ahora haya un nuevo impulso por el lado de fotógrafos interesados, o incluso por el programa de Diseño de Modas que ofrece la Universidad Autónoma, pero insiste: hay un estancamiento.
Sueños
Difícil que una niña, digamos de seis años, no se haya parado frente a un espejo a caminar con las manos en la cintura, emulando una pasarela en su cuarto y soltando esa sonrisita que esboza el ideal tan común de ser como alguien que ha visto en una revista, en televisión. Son los sueños que se ven en Manuela Pérez, de 14 años, que ajusta uno en academia y lo que más se goza es estar en una pasarela con las cámaras disparándole. También son los de Daniela Pérez (15 años, 1,63 de estatura), que confiesa: "me gusta este ambiente, verme en una imagen, ser reconocida". Si le preguntas qué ejemplo tiene para seguir, no lo duda: "Laura Acuña: es humilde y sencilla. Muy espontánea".
A Vanesa Sánchez (15 años, 1,70) le gustan la contabilidad y las finanzas, algo que quiere combinar con el modelaje. Sus dos años de escuela le han ayudado para corregir la postura, cuidarse más a punta de cremas para el cuerpo y ejercicio, pero sobre todo para sacarle jugo a la pasarela, en donde dice sentir una sensación hermosa: "todas las personas te están mirando y eso es lo que más motiva".
El gran valor de las academias, según quienes las manejan, parece ser ese: tratar de mantener unos ideales que tratan de moldear de acuerdo con el talento de cada quien, como afirma el director de Tayrovisión, Gilberto Barrera. Él destaca, igual que Gustavo Piedrahíta, que sus programas incluyen la formación de sus alumnos como personas, algo que repiten estudiantes como Manuela, Vanesa y Daniela.
Daniel, en cambio, da un golpe de realismo: "es simple: si mides más de 1,80, puedes hacerlo. A las academias no les preocupa darle al mercado un buen modelo ni tener en cuenta si sus estudiantes son comerciales. Por eso tienen tantos". La respuesta de los dos directores es la misma: no pueden discriminar. Daniel insiste: el mercado busca prototipos específicos. Cada tanto le llegan cadenas de ofertas de trabajo y el esquema se mantiene: mujeres delgadas de 1,70; o, si las piden bajitas, deben ser voluptuosas. "Mido 1,80", recuerda, "y a veces me quedo corto para un casting".
“Era excelente, pero se dañó”
Liliana Gil tiene 42 años y fue modelo por 27. Se formó en Manizales. Su experiencia comenzó a los 13, a mediados de los 80, época en la que el mercado del modelaje en la ciudad era abundante. Ella cuenta: “las empresas movían mucho dinero y había muchos lanzamientos de colecciones. Cada ocho días yo estaba en uno, y cuando no, me iba de correría por todo el país porque las buenas modelos eran de acá. Para eventos de ropa interior en Cartago, Pereira y Armenia nos llamaban a nosotras. Trabajé mucho tiempo, por ejemplo, con Mariana Ríos (salamineña), que luego fue Chica MED. Lo que ocurrió luego fue que, cuando el narcotráfico se hizo tan evidente, muchas empresas relacionadas con los carteles se vinieron abajo y dejaron de hacer los lanzamientos. La ciudad era excelente para esto, pero se dañó. A futuro es difícil que pueda perfilarse como plaza para el modelaje porque no tiene empresas textileras, sino industriales, que no tienen esas necesidades. Aquí tampoco hay diseñadores de alta costura. Quien quiera hacerlo debe irse para Bogotá, pero con unas medidas específicas, y hacer muchos castings”.
En números
*LA PATRIA averiguó en tres academias de modelaje de Manizales cuánto cuesta un curso en ellas: los precios oscilan entre $50 mil y $120 mil tanto para la inscripción como para las mensualidades.
*La duración de un curso va desde los nueve meses hasta los dos años, dependiendo de la escuela.
*En Manizales hay tres academias de modelaje registradas como tal en la Cámara de Comercio: Top models, Cebra y Tayrovisión. Es de aclarar que hay otros negocios en los que también se ofrece esta formación al tiempo de que funcionan como salones de belleza.
*La página web www.paginasamarillas.com indica que en Medellín hay por lo menos 28 academias y agencias, y en Bogotá, 26.
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